He estado meditando mucho acerca del asunto de la oración y acerca de todo lo que implica, ya que muchas veces creemos que hacemos lo correcto, pero luego no nos queda del todo claro, y no es que haya “una” manera específica de orar que sea la adecuada, pero si hay mejores maneras de orar.
Como lo he mencionado en muchas ocasiones en estas líneas, muchas personas confunden el orar con el pedir y no es que esté mal el pedir, solo que eso no es orar, son dos cosas distintas que no tienen que ver una con la otra.
Cuando menciono esto a las personas, algunas de ellas llegan a sentirse contrariadas e incluso expuestas, y la respuesta inmediata es que no sólo piden, sino también dan gracias por lo recibido.
Siendo totalmente honestos, este tipo de respuesta es la típica respuesta que lava nuestro sentimiento de culpa al darnos cuenta que en realidad no tenemos una buena intimidad con Dios, pero píenselo de esta manera, agradecer a Dios por las cosas que hace por nosotros, tampoco nos hace íntimos con Él, ya que en la mayoría de los casos, no estamos seguros que haya sido Dios quien haya hecho o permitido “x” ó “y” cosa en nuestra vida, solo asumimos que así lo hizo, porque es algo bueno y creemos que todo lo bueno viene de Dios.
Creo que antes de seguir, debo de hacer hincapié en el hecho de que si incluimos el agradecer a Dios por lo que hace por nosotros y luego regresamos a nuestra rutina de pedir, regresamos de inmediato al punto donde nuestra “oración” sólo se trata de nosotros, es decir de lo que Dios hizo por nosotros y de lo que necesitamos que Dios haga por nosotros y en nosotros, pero nunca se trata de Él ni de otra cosa.
Cuando empecé a meditar en esto hace ya algunos años, terminé preguntándome “entonces, acerca de que oro?”, la verdad era que en aquel entonces no sabía siquiera por donde empezar, no sabía quien era Dios, es decir, sabía que Él era Dios sobre todas las cosas, y sabía que es mi Padre, pero no sabía de los detalles y no tenía en realidad de nada que hablar con Él en intimidad que no fuera acerca de mi mismo, por tanto, empecé a meditar en su palabra a observar los detalles de lo que está escrito en ello y me empecé a dar cuenta como cada detalle descrito en la Biblia es aplicable a la vida cotidiana y que nada por antiguo que sea, deja de aplicar el día de hoy, entre mas profundizaba, mas me daba cuenta que Dios verdaderamente tiene el control no solo de mi vida, sino del mundo entero en sus manos y que todo tiene una lógica perfecta y un tiempo perfecto!, de la nada pasé de tener una relación distante y ajena con Dios a sentirme abrazado y seguro en sus brazos, porque sabía por primera vez en mi vida que no había oración acerca de mi y de mis necesidades que abarcara todo lo que Dios hace, ya que yo mismo no conozco los detalles de mi existir tan bien como Él.
Wow!, eso me dejó perplejo, el saber que ni mi oración abarca los detalles tan esenciales que Dios cuida de mi, es asombroso ver como Él va verdaderamente delante mío y va preparándolo todo y como viene detrás mío aún reparando aquello que pude haber echado a perder y que ni siquiera me percaté, cómo para Él es importante que usted y yo quedemos siempre bien y no por nosotros, sino porque somos sus representantes, aún lo veo y aún me quedo atónito.
Fue justo en ese momento que entendí la cita de hoy, como la acción de gracias de la cual hablaba el Salmista no tiene nada que ver con aquello que pedimos, sino tiene que ver con quien es Dios y como es que funciona su Reino, como todo tiene un plan y un propósito y cómo ese plan y ese propósito están a nuestro alcance, no solo para que los llevemos a cabo, sino para que los entendamos y tengamos acceso al corazón de Dios y crezcamos junto con Él, a veces nuestra acción de gracias solo tiene que ver con el hecho de que Él es y cuando lo dimensionamos, no podemos dejar de dar gracias por lo amplio y vasto de su ser.
Por tanto, quiero invitarle a que medite en ello, tome su Biblia de una manera distinta, deje de buscar respuestas en ella y busque a Dios, entienda su personalidad, su carácter y descubra su asombrosa perfección, en menos de lo que se de cuenta, tendrá miles de motivos ajenos a usted por los cuales dar gracias como el Salmista lo hacía, entendiendo que la majestuosidad y la perfección de Dios son mas que suficientes para pasar una vida agradeciendo a Dios el ser Dios y el ser sobre nosotros.