Hace unos días leía la cita de hoy y después de leerla en repetidas ocasiones no podía hacer mas que quedar perplejo de nuevo, que increíble profundidad y cuanta verdad hay en una frase tan sencilla como la que dijo Moisés con voz de desesperación a Dios.
Imagine esta escena, los Israelitas habían huido hacía un poco mas de 400 años a Egipto a causa de la hambruna y la sequía, y entraron como invitados especiales a causa de el favor de el Faraón hacia José aquel que nombraban “el Soñador”, quien era el hombre de confianza del Rey, en vez de aprovechar su papel de invitados especiales y mantener ese estatus, decidieron aprender a hacer las cosas como las hacían los Egipcios y en menos de lo que se dieron cuenta, perdieron su identidad de invitados y de especiales y se convirtieron en esclavos de los Egipcios, porque aprendieron a temer más al Faraón que al Dios que los había llevado ahí.
En pocas palabras, de ser especiales fueron denigrados a ser servidumbre por no tener claro y en mente quienes eran todo el tiempo.
Un poco mas de 400 años después los Israelitas se acordaron de su Dios y empezaron a clamar y a rogar a ese Dios que les sacara de ahí, su Dios movido a misericordia decide sacarlos, pero no solo eso, sino que decide sacarlos en las mismas condiciones como los llevó a esa tierra, de modo que al ser liberados por los Egipcios, manda a los Israelitas a que les pidan sus ropas y sus joyas para que las puedan llevar a donde van, en otras palabras, los sacó llenos de riquezas y privilegios de la esclavitud en la que ellos mismos se metieron y no solo eso!, además los acompañó físicamente, ya que los guiaba como columna de nube durante el día y columna de fuego durante la noche, de modo que todo pueblo que los viera, sabría que iban guiados por su Dios y que ese Dios les llenaba de beneficios al grado que los llevaba cargados de oro y telas finas.
Pasados 90 días, su Dios les propone un trato a los Israelitas, les va a entregar una tierra especial y les bendecirá en abundancia, siempre y cuando le obedezcan y decidan servirle solo a Él y a ningún otro dios pagano, el pueblo responde a una sola voz “si seremos tu pueblo y tu serás nuestro Dios”, lo puede imaginar?, mas de 2 millones de personas coreando a una sola voz su voluntad de someterse al Creador del Universo, el cual es hará ver y ser diferentes por la eternidad.
Dios placido por lo que escuchó, llama a Moisés para que reciba las reglas del juego (por así decirlo) por escrito, y el pueblo se queda esperándolos, no habían pasado ni 40 días de espera cuando aquel pueblo que coreó a una sola voz su voluntad de someterse ya estaba pidiendo a su Sacerdote les fabricara un dios para creer en el, y entregaron aquellas joyas que el Dios que les liberó les entregó para hacer aquel nuevo dios en el que creerían, de nuevo, estaban entregando su identidad y aquello que les diferenciaba del resto de los pueblos a cambio de una solución rápida y no pensada.
Cuando lo vemos rápido y de una manera reducida, nos parece inaudito el pensar que un pueblo esté constantemente perdiendo su identidad a cambio de absolutamente nada, todo por ignorar a su Dios y por anhelar cosas vanas.
En un principio Dios estaba tan molesto que quería acabar con esos Israelitas tan tontos e infieles, pero Moisés le convenció de lo contrario de modo que Dios decidió guardar sus vidas, pero con la excepción de que no iría con ellos.
Dios sabía que si hacía así, estaba firmando la sentencia de muerte de los Israelitas, ya que se convertirían en un pueblo mas como cualquier otro, con la diferencia de que poseían grandes riquezas que los hacían atractivos a los malos pensamientos de los pueblos cercanos y susceptibles a sus ataques.
Moisés sabía también esto y clamó a Dios y le dijo claramente “si tu no vas con nosotros, que nos diferenciará del resto de los pueblos?”, las riquezas podrían ser buenas, pero era una realidad que los Israelitas no eran buenos guerreros y no estaban preparados, cualquier pueblo acabaría rápidamente con ellos.
De modo que Moisés clamó para que Dios les acompañara y les diera la única identidad que no debieron haber perdido desde la primera vez.
Hay personas que deciden tener una relación con Dios “a su manera”, pero sabe, Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, nada entorno a Él ha cambiado ni cambiará, y lo mismo que demandaba a los Israelitas, nos demanda hoy en día, solo con la diferencia de que ya no lo hace como pueblo, sino lo hace en lo individual, de modo que aquel que decide hacer las cosas “a su manera”, tendrá consecuencias “a su manera” y personalizadas también, pero no contará con el favor de Dios.
Hoy es día de reposo, día del Señor, o como decida usted llamarle, hoy es el día que vamos delante de ese Dios al que decimos amar, para demostrarle no nuestro amor, sino nuestra obediencia, que es aquella que asegura que se mueva con nosotros ya no físicamente como la columna de humo o la de fuego pero en poder, de modo que cualquiera que nos vea, nos identifique tanto por nuestra actitud y humildad, como por los beneficios de la palabra, los cuales son tan dulces y tan agradables que deberían nunca cesar y nunca alejase de nuestras vidas, no lo cree?