Imagine usted que pudiéramos hacer un ejercicio y poner por así decir 10,000 dólares en manos de un niño de 5 años, en manos de un adolescente y en manos de un hombre desesperado por sus deudas.

Probablemente el niño de 5 años empezaría a comprar juguetes y se distraería con ellos al grado que olvidaría que tiene el resto del dinero para gastar, el adolescente en definitiva malgastaría su dinero y en menos de lo que se da cuenta se habría quedado sin dinero y no le quedaría nada que en realidad le satisficiera y por último el hombre pagaría lo mas posible de sus deudas, quedándose sin un centavo en segundos.

Si lo llevamos a un plano muy real, ninguno de los 3 haría un buen uso de su dinero y lo mas probable es que ninguno de los 3 separaría siquiera su diezmo, con el pretexto de su edad, su inmadurez o su condición económica, el caso es que lo que pareciera muy atractivo para cualquiera, se convertiría en una bendición sin sabor alguno.

Ahora hagamos el mismo ejercicio y pongamos el poder de Dios en manos de una persona que tiene poco tiempo en el evangelio, una persona que tiene tiempo en el evangelio, pero que no sirve a Dios ni a nadie, y a un hombre desesperado por sus deudas, si lo comparamos, es lo mismo que el ejercicio anterior, pero en términos por así decirlo “espirituales”.

Probablemente la persona que tiene poco tiempo en el evangelio empezaría a pedir y hacer uno que otro milagro y luego se distraería con el efecto de los mismos, y sin darse cuenta se quedaría estancada sin crecer y sin recordar el tremendo potencial que aún hay en su cuenta de banco espiritual, la segunda persona seguramente llegaría a un punto donde pensaría que es especial y a que está por encima de los demás y que el poder puesto en ella tiene que ver con ella y no con el que lo puso en ella y dejaría de depender de Dios a causa de su soberbia, y por último el hombre con deudas pasaría su tiempo pidiendo por sus deudas y probablemente nunca saldría de ellas porque sus deudas son mas grandes en su corazón que el Dios que las puede pagar.

Esto que le cuento no son casos aislados, ni son cosas que no sucedan, por el contrario, son cosas tan cotidianas que da pena mencionarlas sin pensar en muchas personas que se cruzan nuestro camino todos los días.

Recuerdo perfectamente la cara de muchas personas que no sirven a Dios alegando ser “bebés espirituales” es decir tienen poco tiempo en el evangelio y por ello no se atreven a hacer nada, también conozco a un montón de “adolescentes espirituales” (así los llamo yo), los cuales piensan que Dios gira alrededor de ellos y que Él está ahí para ellos y no al revés y por ello los frutos del Espíritu jamás se hacen patentes en ellos y por último e igual de frecuente están aquellas personas que no buscan a Dios, sino que buscan una solución a sus problemas y toda su atención está en los problemas y no en Dios.

Todo esto sucede por una sola razón, porque queremos hacer las cosas del Reino de los Cielos igual que las cosas de la tierra, es decir, a veces no diferenciamos a Dios de un montón de dinero y no pensamos en que a diferencia de Dios el dinero no tiene voluntad, mientras Dios es todopoderoso y lo hizo y lo planeó todo para nosotros desde la eternidad y hasta la eternidad.

Afortunadamente no existe tal cosa como la edad espiritual, es decir, Dios puede hacer las mismas cosas por medio de una persona que acaba de entregarle su vida y ha sido bautizada en el Espíritu, que por medio de una persona que tiene décadas en el evangelio y que ha leído innumerables veces la Biblia, ya que se trata de Dios y no del instrumento que Él decida usar, y su único requisito es habitar en nuestro corazón.

La cita de hoy hace referencia a esto, y sabe es algo que sucede muy comúnmente, la discriminación espiritual es algo más frecuente de lo que usted cree, muchas personas creen que hay que tener mucho tiempo en el evangelio para ser portador de la gloria de Dios, siendo que es Dios quien decide usar a una o a otra persona sin importar el tiempo que tenga de haber hecho su compromiso, sino la manera en la que Él se glorifique en nosotros.

La cita de hoy no habla solo de la juventud de edad, sino también en la juventud espiritual, muchas personas toman la juventud como sinónimo de inexperiencia e inmadurez y probablemente tengan razón, pero para alguien que es eterno como Dios, eso no es importante, lo que verdaderamente importa es la condición de su corazón.

Por tanto le quiero invitar a que si por algún motivo usted se ha visto o sentido limitado por  el tiempo que tiene de leer la Biblia o por su “madurez” espiritual, deje a un lado ese pensamiento y recuerde que esto se trata de Dios y no de usted y que su potencial esta en su fe y no en el tiempo que haya usted pasado estudiando, de hecho, entre más se deje usted usar por Dios, mas necesidad tendrá de estudiar, ya que habrá en usted el anhelo y el deseo de darle sentido a lo que está pasando en su vida y las respuestas las encontrará en la palabra, esa es la garantía de Dios, que hace cosas sobrenaturales, pero que siempre las avala y siempre hace que tengan sentido y coherencia, tal como es Él.

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