Es un hecho que Dios es un Dios que está en todos lados, la Biblia lo describe y lo  declara como omnipresente, es decir, está en todos lugar en el universo, y esto lo hace por amor, pero sabe, aún siendo Él de esta manera, no es esto una garantía para que seamos objeto de su efecto en nosotros, ya que somos los únicos seres vivos (los hombres) que tenemos libre albedrío, por tanto, aún estando en la presencia de Dios tenemos la capacidad de rechazar su efecto en nosotros.

Muchas personas suelen decir “Dios está conmigo” y esto no es mentira, entendiendo que Dios es omnipresente, podemos entender esto, pero si nosotros o nuestro corazón no está con Él, podríamos ser como dos desconocidos que están enseguida uno del otro, y para evitar que esto suceda de esta manera, tenemos que entender bien cual es nuestro papel en el Reino de los Cielos.

El Salmo 23 empieza con una declaración fortísima “el Señor es mi Pastor”, es decir, Dios es mi cabeza, es mi maestro, es mi autoridad, es quien guía mis pasos y sobre todo, es a quien conozco y con quien tengo intimidad, para que pueda ser y hacer todas las cosas antes mencionadas, y quiero hacer hincapié en este punto, porque normalmente las personas suelen caminar por la vida como sin considerar a Dios su cabeza, sin aprender consciente y racionalmente de Él como si fuera su maestro, actúan como si fueran dueñas de su propia vida, sin autoridad y van a donde quieren sin consultar a nadie (mucho menos a Dios ) y no tienen ni la más remota idea de quien es Dios y aún así se consuelan y dicen a otros para aparentar una espiritualidad que no tienen diciendo “Dios está conmigo”.

Esto que le sigo no se lo digo a modo de crítica, se lo sigo con verdadero y auténtico dolor en mi corazón al entender cuantas personas caminan por la vida engañándose a sí mismas pensando que Dios tiene la obligación de estar con ellas y de responder a sus plegarias y que en la mayoría de las ocasiones no es tanto que lo haga sino sin víctimas de la casualidad o de la suerte, o bien son objeto de la misericordia de Dios quien lo hace para ver si de esa manera le voltean a ver, pero en definitiva no son objeto de su favor.

Y aquí es donde quiero hacer un pequeño paréntesis, ya que muchas personas confunden la misericordia de Dios con el favor de Dios, que muchos otros conocen como gracia.

La misericordia es el que “no” recibamos lo que merecemos a causa de nuestro pecado, mientras el favor ó gracia es el que recibamos lo que “no merecemos” a pesar de nuestro pecado, nota la diferencia?

Esto es así de sencillo de entender, hay personas que hablan mas de Dios con otras personas que lo que pudieran hablar con Dios en intimidad, lamentablemente su relación con Dios es algo mas aparente que real y les sirve para mantener una imagen ante las demás personas, pero en realidad no hacen mas que engañarse a sí mismas, la palabra declara que “por sus frutos les reconoceremos”, es decir quienes viven bajo el favor de Dios, simplemente se hacen notar, el favor del Padre es tan evidente que no es necesario mencionarlo, mientras que quienes se esfuerzan por hablar de ello, simplemente están queriendo hacer notar algo que no está ahí.

La cita de hoy que es la misma que he estado usando en los pasados días tiene 3 elementos que denotan la intimidad con Dios, son 3 de las evidencias de nuestra relación con Dios y la tercera parte habla de una copa rebosante, obviamente esa copa da entender que está llena de vino y aquí es donde hay que hacer un par de aclaraciones.

El vino en los tiempos Bíblicos no era igual que el vino que conocemos ahora, aunque es cierto que tanto en ese tiempo como hoy es un producto de la uva, su proceso y su efecto no era igual y existía el vino fresco y el vino fermentado, cuando en la Biblia se hace mención de vino y de copas como el caso de la cita de hoy, se habla del vino fresco el cual no emborrachaba (le soy honesto al confesar que no conozco los detalles de su preparación, pero era una bebida de consumo regular y diario) y se utiliza en la Biblia como símbolo del amor de Dios.

Si lo recuerda, Jesús usó el vino como símbolo de su sangre y no lo hizo por el color, sino por el proceso similar que pasa la uva para extraerle su jugo y lo que iba a pasar su corazón al morir, y el efecto que ambos elixires tenían, el de refrescar tras el sacrificio de ser producidos, por tanto el vino es símbolo del amor de Dios y junto con el amor vienen sus frutos o sus efectos.

La cita de hoy es la continuación del Salmo que tiene como condición el hecho de que adoptemos a Dios como nuestro Pastor y con ello aseguraremos que nuestra copa estará no solo llena, sino rebosante del amor de Dios, de sus efectos y todos lo podrán notar sin necesidad de que tengamos que hablar de ello, simplemente será evidente.

Por tanto, si usted quisiera saber la condición de su relación con Dios, simplemente vea su copa espiritual, si está que rebosa, lo mas probable es que sea usted un auténtico canal de bendición para otros, si no, el lograrlo es mas sencillo de lo que piensa, solo regrese al Salmo 23:1 y no pase de ahí hasta que haya lo grado que Dios sea verdaderamente su Pastor y quien gobierne su vida, sus actos y aún sus pensamientos.

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Un comentario

  1. Luis Miguel Roldán Solano

    Creo que lo mejor que podemos hacer los que leemos este devocional es agradecer a Dios por levantar barones que puedan o mas bien deseen meditar en su palabra y recibir revelación de ella y la visión de compartirla y mejor aun tomar ejemplo pues la única forma real de conocer a Dios es leyendo su palabra y meditando en ella y pasando tiempo de intimidad con Él. gracias Dios por René.