Pues ya sucedió, el 2013 ya está aquí y no hay nada que podamos hacer para evitarlo, por el contrario, no nos queda mas que recibirlo, abrazarlo y acogerlo, así que a calentar motores, ya que como decía mi maestra de la secundaria: “para atrás ni para agarrar impulso”.

Existen muchas maneras de arrancar un año y no puedo decir que haya una que sea la correcta u otra que sea la equivocada, como luego dicen, cada quien habla de la feria de acuerdo a como le fue en ella, pero sabe, lo que si no se vale es empezar y quedarse a medias.

El año pasado escribí una serie de devocionales acerca de los famosos propósitos de año nuevo, ya que en realidad me preocupa que las personas pretendan tantas cosas al principio del año y hayan cumplido tan pocas al final del mismo, de hecho pocos de esos propósitos pasan del 31 de Enero, obvio, quien pueda demostrar lo contrario es merecedor de todo mi respeto y admiración.

Y esto que le comento no se lo digo en afán de crítica ni con actitud de Grinch, sino porque es algo que ocupa mi pensamiento y mi oración, el ver a tantas personas comenzar todos los años de la misma maneras y dejar a mitad del camino (en el mejor de los casos) sus propósitos y luego ver como esa tendencia se traduce a muchas de las cosas que hacen a lo largo del año y lo peor de todo es que a veces ni se dan cuenta de como lo hacen, simplemente sucede en sus vidas y ya…

A veces nuestros propósitos de año nuevo están llenos de emoción, entusiasmo a veces llevan un poco de culpa y remordimiento, pero sabe que le falta a la mayoría de los propósitos que hacemos?, es sencillo, les falta sabiduría y de esto le quiero platicar un poco.

Cuando las personas acuden a mi en busca de consejo, primeramente empiezo a temblar por la responsabilidad tan grande que ponen en mis manos, pero segundo, pongo toda mi mente y todo mi corazón alertas para identificar situaciones o factores que empaten con lo que está escrito en la Biblia, de esa manera aseguro que todo lo que diga lleve una buena guía y un resultado asegurado de acuerdo a la promesa que respalde mi consejo, además así evito que sea mi opinión la que sea expresada, sino las palabras del mismo Dios que me respalda las que respondan a la pregunta de quien a mi acude.

Reflexionando sobre los comienzos y la intención con la que comenzamos cada año, me percaté que cada arranque de año nos encontramos igual que los Israelitas a punto de entrar a la tierra prometida.

Una de las cosas que mas me emocionan al pensar en la tierra prometida es que estaba ocupada y que había que conquistarla, es decir, Dios no solo les iba a dar el lugar que les prometió, sino les iba a dar la oportunidad de ganárselo peleando por el, de manera que iban a necesitar de todo lo que tenían y eran además de la ayuda de Dios para lograrlo.

Cuando pensamos en conquistar un lugar, una situación o lo que sea, no puedo evitar imaginarme la escena al principio de la película “Gladiador”, donde todos estaban escuchando las palabras atentas de su líder y la instrucción para ir a dar la vida con tal de conquistar y triunfar, pero sabe, cuando Dios envió a los Israelitas a conquistar, la instrucción fue diferente, Dios lejos de calentar sus ánimos les incitó a la sabiduría y les recordó que sin su ley y sin su palabra no llegarían a ningún lado, y que en la palabra estaba la garantía del éxito en cualquier cosa que emprendieran.

Es interesante pensar que en el Reino de los Cielos las cosas se hacen diferentes y que el meditar en la ley tiene un efecto mas rotundo que las armas y el mayor de los entusiasmos, no?

La cita de hoy tienen la instrucción específica dada a Josué quien estaba encargado de llevar a los Israelitas a conquistar la tierra prometida tras la muerte de Moisés y es la misma instrucción que sigue prevaleciendo sobre ellos y sobre nosotros hasta hoy, cada comienzo debe estar no solo acompañado de Dios, sino cada acto o cada cosa que hagamos soportada en la ley para garantizar su justicia y su éxito a la vez.

Si usted pretende que el 2013 sea diferente, comience diferente, no solo sueñe y pretenda, sino medite en la palabra, cuestiónela, indague en ella, y no desista hasta recibir una respuesta que le asegure no solo la victoria, sino la permanencia de todo aquello que emprenda y logre.

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