Nos encontramos en el último día del año, donde lo que no hagamos hoy, no lo haremos más en el 2012, sino ya lo haremos hasta el 2013, es decir el año entrante.
Para muchos este tipo de fechas tienen un alto impacto sentimental, la nostalgia, la tristeza y los recuerdos afloran casi sin pensarlo y el sentimiento de dejar atrás algo importante los embarga a casi todos.
Por otro lado, muchos ponen sus esperanzas en el año que viene, ponen sus sueños en lo que llaman la nueva era y pretenden mejorar todo lo que no fue posible hacer bien o simplemente como esperaban en el año que se acaba, los propósitos están a flor de piel y la confianza de que el que viene será un año mejor que el que se acaba.
Es interesante esto de los ciclos, como se acaban y como comienzan y como sin darnos cuenta nos distraen de lo que es verdaderamente importante, ya que si lo pensamos bien y detenidamente, no por pasar del 31 de diciembre al 1 de enero dejamos de ser quienes somos y el cambio de año no tiene ningún efecto en nosotros, nuestra manera de medir el tiempo es una medida relativamente joven el calendario gregoriano entiendo no tiene mas de 1700 años (este dato puede estar equivocado, pero en definitiva no llega a mas de 1,900), más nos mareamos en pensar que la manera muy bien pensada de alguien de medir el tiempo puede marcar eras en nosotros.
Piénselo de esta manera, antes del calendario gregoriano que conocemos, cada pueblo y cada civilización tenía su propia manera de medir el tiempo y lo único que sucedió es que se tomó el momento mas importante de la historia humana para usarlo como referencia para medir el tiempo, le venida de Jesús a este mundo.
Todo esto se lo cuento, porque muchas personas toman el año viejo para hacer todo aquello que les da la gana o para dejar en el olvido lo que hicieron en el año que está por terminar, al cabo que en el año que viene “ya no lo harán” y por ello lo pueden hacer “una última vez”, le ha sucedido?, le suena familiar?
Dios nos ha invitado a la eternidad, y nos dio la garantía de poder accesar a ella por medio de la sangre de Jesús, pero sabe, la eternidad nunca empezó y no tiene final, es decir es como Dios y es el tiempo en el que Él habita, por tanto cuando aprendamos a vivir como Él, dejaremos de celebrar principios y finales y dejaremos de pensar en dejar de pecar, ya que entenderemos que algo que empieza no tiene que forzosamente que terminar si no lo decidimos, ya que toda acción aunque termine tiene un efecto eterno si no lo ponemos delante de Dios y lo lavamos con su sangre.
El pensar que el año entrante será diferente del que termina es un engaño que nos hacemos a nosotros mismos, o bien, demuestra lo poco preparados que estamos para vivir en la eternidad y en los términos que Dios nos propone, ya que ver el mañana como una alternativa, nos da la oportunidad de ver el ayer con nostalgia.
La cita de hoy nos hace recordar eso, y aunque no lo parezca tiene mucho que ver con lo que le cuento, hay quienes creen que quienes son hoy fue forjado en su ayer y les ayuda para ser alguien mas en su mañana, pero si su realidad no esta basada en la verdad eterna de Jesús, puede caer hoy, mañana o cualquier día que se descuiden.
Por tanto creo que el mejor de los propósitos que debemos de tener es el dejar de pensar en los términos del tiempo de los hombres y del mismo Gregorio quien instituyó nuestro calendario, y empecemos a concebir las cosas en los tiempos de Dios que son eternos y que si nos damos el lujo de echarnos “la ultima para luego irnos” podemos con ello tomar rumbo hacia una eternidad que no nos agrade, no lo cree?
Hoy en el último día del 2012, haga su primer propósito eterno, en dejar de vivir por ciclos para vivir eternamente, que cada cosa que aprenda tenga una huella permanente, no solo en su mente, sino en su corazón y en toda su manera de vivir, para que cada día sea tal como la invitación de Pablo un verdadero imitador de Cristo.