Existe una tendencia natural en el hombre de buscar nuevas oportunidades y nuevos comienzos, el “borrón y cuenta nueva” es algo recurrente en nuestros pensamientos y en nuestros actos del día a día, y todo porque nuestra consciencia es la que nos acusa todo el tiempo contra nosotros mismos y nuestros actos.

La consciencia es otra de esas cosas con las que convivimos a diario, pero que en realidad pocos saben de que se trata y pocos saben de donde viene, mas ocupa nuestros vocabularios todo el tiempo y a pesar de no entenderla, todos la sentimos familiar.

Según entiendo y he leído, Dios puso una copia de su palabra en nuestro corazón (eso dice la Biblia) y he aprendido que es eso lo que nos hace distinguir entre el bien y el mal desde pequeños, cuando aún no hablamos y aun no entendemos muchas cosas, genial no?

Eso quiere decir que el mejor de los regalos que Dios nos ha dado es la capacidad de decidir, ya que en nuestro corazón existe una copia de la verdad y de las alternativas que tenemos para poder vivir una vida basada en aquellas decisiones que tomemos, el solo hecho de pensar en ello me emociona, ya que puedo entender que en realidad todo lo que somos y todo lo que tenemos es verdaderamente consecuencia de nuestras decisiones y nuestros actos.

Una vez entendido esto, nos podemos dar cuenta que rara vez encontraremos una verdadera oportunidad de “borrón y cuenta nueva” en nuestras vidas, ya que podemos dejar nuestro pasado atrás, pero no lo podemos olvidar y no podemos evitar el tener conciencia de ello.

Nosotros mismos, la televisión y los medios nos han enseñado a pretender y anhelar el que pudiéramos borrar el pasado, como si pudiéramos hacer que no hubiera sucedido jamás y como si pudiéramos con ello alterar a quienes somos el día de hoy y tener una vida “mejor” que la que tenemos, últimamente he tenido que pensar en varias ocasiones en los momentos donde pretendí ir a la cama, dormir y borrar el pasado como si hubiera sido un mal sueño o una pesadilla.

Es justo por eso que los nuevos comienzos nos son tan atractivos, porque acaban con el pasado y lo dejan en un lugar donde jamás sucedió.

Obvio, todo esto que le digo, está limitado a las cosas de este mundo, es decir, en la tierra no hay nada que borre nuestro pasado, como tampoco sus consecuencias, pero en el Reino de los Cielos si.

Todos hemos escuchado de la sangre de Jesús y sus efectos, pero si la vemos con los ojos de la tierra, solo pasaremos frustración al quererla experimentar, ya que no podemos mezclar las cosas de la tierra, con las del Reino de los Cielos y además pretender que funcionen igual.

Es cierto que la sangre de Jesús nos puede dar un “borrón y cuenta nueva”, pero no como pretendemos, ya que aunque Dios puede perdonar nuestro pecado e incluso olvidar que lo perdonó, no borra nuestras consciencias, ya que lo que pretende es que tengamos siempre consciencia de quienes somos a consecuencia de nuestros propios actos y quienes somos a consecuencia de su sacrificio en la cruz, es decir nos puede limpiar mas allá de lo que soñamos y lo que pretendimos, pero lo hará de una manera consciente, para que nunca olvidemos de quien dependemos para limpiar nuestra consciencia, es decir, pone el marcador en ceros en nuestros pecado, pero no en nuestra consciencia, esa es la manera en la que asegura que crezcamos sin detenernos.

La cita de hoy nos dice que somos hechos nuevos, pero no inocentes, es decir lo que prevalece es nuestra consciencia y sabe por que?, sencillo, la palabra de Dios es eterna y es contemporánea, es decir no envejece ni se renueva, solo crece y se hace sabia, de manera que podamos vivir de acuerdo a la naturaleza celestial con la que fuimos creados donde el crecimiento y la renovación son las únicas opciones que tenemos y la garantía de aspirar a la estatura de Jesús.

Por tanto en esta época donde todos aspiran a renovarse y a dejar el pasado atrás, hágalo usted también, pero hágalo con la consciencia de que aún el renovarse le significa crecimiento, ya que es lo normal de acuerdo a su naturaleza a pesar de que las leyes terrenales digan lo contrario.

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