Una de las grandes diferencias entre la tierra y el Reino de los Cielos es la raíz de donde vienen las cosas, es decir, en la tierra solemos vivir una serie de sucesos que dependen uno del otro, pero en realidad no tenemos control sobre ellos y normalmente vivimos de manera reactiva a las cosas que nos suceden y nos rodean, que a su vez su impacto es efímero, mientras en el Reino de los Cielos, todo es planeado y viene de la eternidad y va dirigido hacia la eternidad.

Cuando decimos que los asuntos del Reino de los Cielos vienen de la eternidad es cuando tenemos que poner en práctica nuestra fe, ya que normalmente nuestra fe se enfoca en el futuro y en las cosas que sucederán, pero poco meditamos en lo que Dios ha planeado y desde cuando lo ha hecho y las bases que ha sentado para que creamos.

Me llama mucho la atención cuando veo a las personas decirse a sí mismas que creen en Dios y por un momento pareciera que sus ojos están viendo dentro de si mismas asegurando que sea así, y luego me pregunto en realidad en que es en lo que creen, y no crea que hago esto con la intención de juzgar a nadie, sino que es algo que me pregunto yo mismo de manera diaria, pues depende de lo que creamos de y acerca de Dios, será el efecto de lo que hagamos y en lo que lo involucremos.

Como he dicho en muchas ocasiones en éste espacio, no podemos creer en un Dios al cual no conocemos, es decir, nuestra fe se renueva cada día dependiendo de lo que leemos y meditamos acerca de Él, al mismo tiempo que aprendemos de Dios somos transformados y nuestra naturaleza cambia, aun cuando en lo físico no lo haga, en lo espiritual lo hace todo el tiempo, es decir nuestro espíritu tiene la capacidad de crecer de manera independiente del cuerpo y del alma, la Biblia nos dice que su meta es crecer a la estatura de Cristo.

Cuando fundamentamos nuestra fe en la eternidad desde la cual fue planeado todo a nuestro alrededor, empezamos a vivir una vida llena de garantías, ya que aún lo que está por suceder esta planeado y no es que Dios tenga un destino que no se mueva, pero si tiene una serie de beneficios y de promesas y sólo depende de nosotros el tipo de vida que querramos vivir, si una vida sujeta a la tierra en la cual estamos de paso o una vida de acuerdo al Reino de los Cielos el cual hay que conocer y en el cual hay que creer para que se cumpla en nosotros.

Si lo leemos en la Biblia, nos daremos cuenta que esto no es algo nuevo, el hombre ha insistido en muchas ocasiones en olvidar la eternidad del plan de Dios para su vida, y el Dios fiel con en que han pactado es aquel que en amor viene una y otra y otra vez a buscarle para bendecirle.

En otras palabras, cuando entregamos nuestra vida a Dios suceden 2 cosas, le reconocemos como Dios y Él nos reconoce como sus hijos y esto hace que sea un pacto bilateral el cual ambas partes tenemos que cumplir, pero la diferencia radica en que Él nunca olvida ese pacto y siempre hará su parte y pondrá todo lo que esta en sus manos para que nosotros cumplamos la nuestra, mas siempre reconociendo nuestro libre albedrío.

La cita de hoy es un gran ejemplo de ello, los Israelitas habían entrado con gran favor a la tierra de Egipto, en calidad de invitados especiales, pero estando ahí se olvidaron de quien los había llevado y las condiciones en las que lo había hecho y se hicieron sin darse cuenta esclavos de los Egipcios, es decir, perdieron su identidad por olvidar su pasado y lo eterno del plan que había para ellos.
Y no fue sino hasta más de 400 años después que se acordaron de aquel Dios que los llevó a esa tierra y le invocaron que pudieron recuperar su identidad y salir como ese pueblo escogido y ese pueblo especial, volvieron a ser quienes entraron en la tierra de Egipto, al grado que cuando salieron los Egipcios les bendijeron con joyas y ropas, ya  que en todo momento se debía notar que era el Dios sobrenatural quien les sacaba en las mismas condiciones que les llevó a ese lugar.

Cuando no tenemos presente esto, nos sucede que pecamos o cometemos errores y luego la culpa nos hace pensar que no merecemos nada y que tenemos que empezar desde cero de nuevo, en realidad eso es una falsa humildad y en mi personal opinión un insulto al Reino de los Cielos, ya que no somos nosotros quienes tenemos derecho a decidir nuestra condición, una vez que pactamos con el Padre, este se asegura que siempre que regresemos a Él lo hagamos en calidad de hijos y no de esclavos, es por ello que en la parábola del Hijo Pródigo el Padre de inmediato manda a vestir al hijo de ropas finas y autoridad, y esto lo hace por dos razones, primeramente porque el hijo es representante del Padre, por tanto tiene que reflejar su corazón el carácter y su autoridad, sin importar de donde venga, sino entendiéndose siempre hijo del Padre y segundo, porque el hijo será el heredero, si lo humilla y lo disciplina, le restará autoridad para el futuro.

Es por eso que antes de tener fe en lo que viene a futuro, tenemos que conocer y tener fe en lo que es nuestro pasado y en la dimensión eterna de nuestro pasado, piense que aun antes de existir la necesidad de morir en la cruz por nuestros pecados, esta ya había sido planeada, por tanto tenemos la garantía del perdón aún antes de cometer errores y pecar pues eso es lo que nos da un lugar en la tierra y en el Reino de los Cielos si así decidimos creerlo.

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