Hace días que he estado meditando acerca de lo que es la bendición y de como provocarla para aquellos que no la reciben y aunque suene trillado es mas fácil de lo que muchos piensan, pero a su vez es muy difícil ya que requiere que cambien o evolucionen en su forma de pensar, para que puedan no solo provocar bendición para sus vidas, sino para que estén listos para recibirla.

Muchas personas tienen la idea de que la bendición está sujeta a la voluntad de Dios y en un contexto general si lo está, ya que la Biblia declara que ni la hoja del árbol se mueve si no es por la voluntad de Dios, pero en lo particular esto es mucho mas simple de entender y provocar, ya que la voluntad de Dios tiene por así decirlo niveles y de eso le quiero hablar un poco.

La bendición no es algo que Dios traiga en su bolsillo y lo ande repartiendo de acuerdo a quien se porte “bien” o a quien Él decida que lo merece o no lo merece, sino que la bendición es una condición de Reino, es decir, donde Dios habita, la bendición es una constante, algo común y una garantía y aquel que persevera en el Reino, obtiene bendición constante a causa del Reino, es por eso que Jesús nos hacía tanto énfasis en el Reino de los Cielos y a lo largo de todo el capítulo 13 de Mateo nos habló de ello, porque no quería que nos perdiéramos de ninguna bendición.

Debemos de considerar que esto nos fue enseñado por Jesús, porque justo después de que el muriera en la cruz a causa de nuestro pecado, tendríamos la capacidad de provocar Reino nosotros mismos y no depender de alguien mas que lo hiciera, es decir, la bendición de nuestras vidas pasaría de ser una oportunidad a nuestra responsabilidad, de modo que quien establezca Reino en sus vidas, tendrá bendición por consecuencia, genial, no?

Ahora bien, se que se esta preguntando usted: cómo es que puedo establecer el Reino de Dios en mi vida?, y esto es a su vez sencillo de hacer, pero requiere de mucha disposición y apertura de nuestra parte.

Hace unos días que hablaba de que Dios antes que otra cosa es un Dios coherente, y lo es, pero sabe, a su vez es un Dios que nos envió a imitarle, por tanto, si anhelamos los beneficios de un Dios coherente, tenemos que aprender a serlo nosotros también, ese es uno de los principios del Reino.

Y cuando le digo que debemos de ser coherentes me refiero a que tenemos que tener una congruencia entre nuestras palabras y nuestros actos, es decir, tenemos que tener una intención detrás de cada palabra y cada palabra se tiene que por así decirlo materializarse.

Y esto se lo comento porque la primer y mas grande incongruencia que hay en la vida de las personas es el amor que dicen tener por Dios, ya que dicen amar a Dios, pero primeramente no le conocen y segundo no le obedecen, entonces, que tipo de amor es el que se expresa pero no se cumple?

La razón es sencilla, normalmente no estamos dispuestos a sujetarnos a lo que vemos, mucho menos lo haremos a lo que no vemos y por ende pensamos que porque no vemos físicamente a Dios, podemos ser mas listos que Él y amarlo a “nuestra manera”, y aunque Él no nos condiciona su amor, sus beneficios están sujetos a su Reino, es decir, aquel que vive en el Reino gobernado por el Dios todopoderoso recibe sus beneficios, quien no lo hace así, simplemente no lo recibe.

Dios obviamente sabía todo esto, porque conoce nuestros corazones y por ello nos dejó “pequeños” ejemplos para que practicáramos aquí en la tierra, para poder luego demostrar lo espiritual que hay en nosotros.

La Biblia nos dice que lo físico tipifica lo espiritual, es decir, si lo podemos demostrar aquí en la tierra, lo podremos demostrar en el Reino de los Cielos, de hecho nuestra capacidad de hacer algo, nos ayudará a establecer el Reino de Dios y es por eso que debemos de empezar por el principio.

El primero de los mandamientos dejados por Dios reza “amarás a tu Dios por sobre todas las cosas”, usted y yo sabemos que el amar a Dios significa amar también su Reino y también amar sus reglas, y el que dice amar a Dios tiene que estar también dispuesto a sujetarse a ese Dios al que dice amar, por ello Dios nos dio a nuestras autoridades, es decir, a nuestros Padres, nuestros jefes del trabajo e incluso a nuestros gobernantes, primeramente confiados a que Dios los puso como autoridad sobre nosotros y para podamos practicar a sujetarnos y segundo demostrar desde lo pequeño, lo común y lo cotidiano, como estamos dispuestos a sujetarnos al Dios que lo gobierna todo.

Es decir, si no podemos o no estamos dispuestos a sujetarnos a nuestras autoridades terrenales, mucho menos podremos hacerlo con nuestras autoridades Celestiales, si no lo pudimos hacer en lo pequeño, mucho menos lo haremos en lo grande y lo eterno y por ende la condición de Reino se rompe y la bendición pierde su oportunidad de ser algo cotidiano y algo común en nuestras vidas y regresamos a aquel lugar donde pareciera que la bendición depende del capricho de Dios, siendo que esta aparece en los pocos momentos donde el Reino es establecido en nuestras vidas.

La cita de hoy es clara, no tenemos opción si es que lo queremos todo del Reino de los Cielos, por tanto, piénselo bien, realmente ama a Dios?, realmente esta dispuesto a jugar de acuerdo a sus reglas?, o prefiere seguir haciendo las cosas “a su manera” y conformarse con la esporádica bendición que pueda llegar a su vida de vez en cuando?

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Un comentario

  1. jesus rafael granados

    Felicidades Rene por todos sus reflexiones son muy acertadas