Es interesante como el concepto de la palabra “milagro” puede cambiar conforme conocemos a Dios, cuando no lo conocemos, o cuando no tenemos una relación consciente con Él, y me refiero a que cuando no conocemos y no sabemos de Dios, entendemos por milagro un hecho insólito, aislado, muy poco frecuente y que no podemos hacer nada para influir en el o para provocarlo, pero conforme nuestra relación con Dios se va estrechando y se va haciendo mas y mas consciente, nos damos cuenta que Dios tiene un concepto muy distinto de la misma palabra y su efecto es aún más poderoso de lo que habíamos pensado y de lo que habíamos dimensionado.

De hecho los milagros son parte de un don que Dios nos da, es decir, en el capítulo 12 de la primer carta a los Corintios, Dios por medio de Pablo el Apóstol nos describe el efecto del Espíritu Santo manifestado en los hombres y traducido en 9 dones espirituales, entre los cuales se encuentra el don de hacer milagros.

Un milagro es un suceso que reta a lo natural y se demuestra como sobrenatural, es decir que sucedan cosas en contra de toda lógica, en el que lo sobrenatural del Reino de los Cielos se hace patente en medio de nosotros, es decir, es la manifestación del lugar donde Dios habita y del poder de Dios en medio de nosotros y de un entorno natural.

Pero entonces, como siendo naturales y viviendo en un mundo natural podemos provocar un milagro que es un hecho sobrenatural?

Aunque usted no lo crea, esto es algo mucho mas sencillo de lo que usted cree, y es algo que Dios anhela que usted aprenda y lo lleve a su vida cotidiana.

Primeramente tenemos que tener siempre una consciencia de que nuestra naturaleza no es natural, es decir, aunque nacemos en este mundo y aunque vivimos en este mundo, no pertenecemos a este mundo, por tanto lo primero que tenemos que hacer es reconocer nuestra naturaleza celestial y empezar a recuperarla, como se hace esto? sencillo, reconociendo a Jesús como nuestro Señor y Salvador (esto es un requisito), para poder así nacer de nuevo (en contra de toda lógica).

El nacer de nuevo no es otra cosa que contrarrestar el efecto del pecado en nuestras vidas, cuando Adán y Eva pecaron murieron en espíritu, es decir perdieron una de las 3 características en su naturaleza que les hacía semejantes a Dios y que es la parte que nos da la capacidad de escuchar a Dios, por tanto, al nacer de nuevo recuperamos ese espíritu y la capacidad de escuchar a Dios.

Lo siguiente que tenemos que hacer es aprender a usar ese espíritu, ya que antes de eso estamos acostumbrados a vivir de acuerdo a nuestra alma (que es la que contiene nuestros pensamientos y nuestros sentimientos), y es justo ahí donde los milagros empiezan.

Cuando digo que ahí es donde los milagros empiezan, lo digo en serio, porque todo empieza a cambiar, lo primero que sucede es que el crecimiento se acelera, es decir, dejamos de vivir de acuerdo al kronos (la medida cronológica del tiempo que todos conocemos y se mide en segundos, minutos, horas, etc.) y empezamos a vivir de acuerdo al Kairos (la medida del tiempo de Dios), la cual tiene que ver con nuestro entendimiento del Reino de los Cielos.

La transición de vivir de acuerdo al kronos a vivir de acuerdo al Kairos, es cuestión de madurez, ya que necesitamos ser transformados primeramente en nuestro entendimiento, y hay que entenderlo así.

Es tan común que la gente quiera medir las cosas de Dios como mide las cosas terrenales, me he encontrado con cientos de personas que me dicen “es que yo aún soy un bebe espiritual, apenas tengo 5 años que nací de nuevo”, pensando que el espíritu crece igual que el cuerpo y el alma, cuando no es así, el papel del espíritu en nosotros es dominar al cuerpo y gobernar sobre el alma de manera que nuestra naturaleza espiritual se forje, por tanto el espíritu crece de acuerdo al kairos y no al kronos, pero depende únicamente del alimento espiritual que reciba y en este caso el alimento espiritual no es otra cosa que la palabra de Dios, bien lo dijo Jesús “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”, es decir el alimento espiritual, nos transforma en seres espirituales y es entonces que nuestra vida cambia y los efectos del Espíritu de Dios en nuestra vida se hacen patentes.

La primer señal de una vida espiritual es nuestra forma de hablar, nuestra boca comienza a hablar de cosas celestiales en vez de hablar de cosas terrenales y esto no tiene que ver con el hecho de que nos convirtamos en seres “religiosos”, sino de que nace en nosotros una consciencia del poder que Dios pone en nuestra boca de modo que empezamos a hablar con el poder de Dios en nuestras palabras y así empezamos a provocar milagros y cosas sobrenaturales en nuestra vida y en la vida de las demás personas.

También conforme nuestras palabras van madurando, el “yo” va desapareciendo de nuestro vocabulario, y no porque dejemos de ser egoístas, sino que empezamos a darnos cuenta que es mejor establecer el Reino de Dios con nuestras palabras que solo usar nuestra boca para pedir para nuestros deleites y necesidades limitadas.

La cita de hoy está en el capítulo 13 de la primera carta a los Corintios y es un capitulo que habla del amor, ya que el efecto de la palabra de Dios en nosotros se traduce en amor (amor ágape), que es una de las características del Reino de los Cielos y nos habla de esa transformación y de ese crecimiento en el Kairos del cual le hablaba, donde por medio de la palabra y del amor crecemos y dejamos de ser niños o bebes espirituales, en donde la sabiduría y la gracia de Dios reposan en nosotros y somos transformados cada día mas a la semejanza de Dios.

Por tanto es mi invitación en éste día a que medite en ello, en realidad es usted un ser espiritual de acuerdo al propósito de Dios?, si no lo sabe, entonces lo mas seguro es que no lo sea, por tanto, créale a Dios, créale a la Biblia y deje que Dios le transforme por medio de su palabra para que deje de ser un niño espiritual y sea un hombre o una mujer glorioso(a) de acuerdo al plan de Dios para su vida, como ve?

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