Una de las cosas que mas me fascina de Dios es el darme cuenta que siempre ha tenido un plan para la tierra, para la humanidad y para nuestras vidas y que ese plan, no importa que es lo que pase, no cambia, ese plan sucederá con, sin y a pesar de nosotros, pero Dios nos da la asombrosa oportunidad de ser parte de el y con ello garantizar nuestro lugar en la eternidad y de esto es de lo que le quiero hablar un poco.

Cuando Dios envió al hombre a la tierra, lo hizo con un solo propósito, el de establecer su Reino, ya que la tierra era gobernada por Satanás a quien la Biblia llama el “Príncipe de este mundo”, de hecho si va a usted al principio de la palabra de Dios, se encontrará con el hecho de que la tierra estaba cubierta por tinieblas y en completo desorden ya que esa es una de las características de Satanás, el gobierna en donde no hay orden, ya que su intención todo el tiempo ha sido el romper con el orden divino de Dios.

Por tanto Dios, puso orden en la tierra y luego envió al hombre a representarle y de esa manera establecer una Teocracia, es decir un Reino gobernado por un Dios, el Dios vivo y el Dios dispuesto a amar aquello que no había sido amado, ya que a pesar de que la tierra es dominio de Satanás, éste no la ama y no ama tampoco a quienes en ella habitan.

Por tanto, el Reino fue establecido primero en una familia, la cual crecía poco a poco y en la cual se reflejaba la abundancia y la eternidad de Dios, todos los hombres de éste pequeño Reino eran prósperos y todos los que los veían reconocían al Dios que les gobernada y les temían y les tenían respeto, porque a diferencia de todo lo demás que había sobre la tierra, vivían en un Reino de orden y de autoridad absoluta.

Cuando la familia sobre la cual fue establecido el Reino maduró, Dios decidió otorgarles un territorio y movió a Abraham a la tierra sobre la cual establecería su Reino y prometió ahí multiplicar esta familia y hacerla tan abundante como la arena que rodea el mar y como las estrellas del firmamento y así sucedió, a partir de ahí la familia se convirtió en tribus y la multiplicación sucedió.

Un tiempo después el pueblo que Dios había formado cayó cautivo, pero no dejó de crecer y no dejó de amar a su Dios quien vino y los rescató y les sacó de la cautividad y les cambió su entendimiento en el desierto, para que pudieran volver a establecerse en la tierra que les prometió, a lo largo de éste período, el Dios que les gobernaba se manifestaba en forma de columna de humo de día y de columna de fuego de noche, de manera que todos los reinos cercanos pudieran ver quien era el verdadero Rey y gobernante sobre ellos, no era un hombre, sino un Dios vivo.

Al paso de los años y conforme el pueblo se había establecido en la tierra prometida, los hombres del Pueblo de Dios le pidieron a Dios un gobernante como el del resto de los pueblos, los hombres anhelaban un Rey al que vieran a diario y al cual se pudieran sujetar, y así les concedió Dios, les dio un Rey.

A partir del momento que los hombres dejaron de ser gobernados por un Dios y empezaron a ser gobernados por un hombre, el Reino dejó de crecer y el Pueblo fue hecho esclavo en múltiples ocasiones, pero el Dios que les amaba nunca les dejó, siempre con la intención de que los hombres volcaran su corazón a Dios y regresaran a la Teocracia.

Al paso de los siglos el mismo Dios quien no quita el dedo del renglón para expandir su Reino sobre la tierra, envió a su Hijo para que su sacrificio quitara el pecado y los efectos de la desobediencia de los hombres y con ello les regresara la misma calidad de los primeros hombres sobre la tierra, pero a diferencia de ese tiempo, ya no eran una familia, sino un pueblo de millones extendido sobre toda la tierra, de manera que les dio a cada uno de ellos la oportunidad de ser gobernados en lo personal por ese Dios, haciendo que un solo Reino fuera establecido sobre la tierra y que cada uno de ellos ejerciera ese gobierno primeramente en sus vidas y posteriormente lo hiciera crecer y lo expandiera.

El objetivo de ese Reino que Dios pretende establecer en los hombres tiene el mismo concepto que Dios creó al principio de los tiempos, el Reino comienza por el orden, por tanto a aquellos que deciden ser parte del plan de Dios y gobernar en su nombre, Dios les da su palabra para que se basen en ella y alineen su vida conforme a esta y puedan primeramente vivir en orden y luego les sea dado el poder necesario para gobernar en nombre del Dios vivo.

Cuando entendemos que fuimos diseñados para gobernar, es cuando nos damos cuenta que nuestra oración debe de cambiar, ya que un Rey no clama por sus necesidades personales y no es azotado por los asuntos cotidianos, un Rey ruega por sabiduría para guiar a su pueblo y el dominio puesto bajo su autoridad y ruega por la constante presencia del Dios quien gobierna a este Rey y al cual representa, para que el Reino no sea efímero y corra el riesgo de perderse de nuevo o caer cautivo, sino sea fundamentado y establecido hacia lo eterno.

Es por eso que me emociona que tal como Dios lo hizo al principio de su palabra, al final en el Apocalipsis nos recuerde que fuimos creados para reinar y gobernar sobre la tierra hasta que Él venga de nuevo y le entreguemos un Reino glorioso.

A lo que yo le pregunto a usted?, que es lo que espera de su vida?, una vida promedio de personas que viven al día y sufren las consecuencias de cada uno de sus actos?, o prefiere convertirse en esto que la palabra promete?, vivir una vida de orden y ser un Rey en el nombre del Señor y gobernar con la autoridad y el poder de Dios en su vida a diario?

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3 Comentarios

  1. ORLEANS

    YO DECLARO EN EL NOMBRE DE JESUS QUE FUI DISEÑADA COMO REINA O SACERDOTIZA PARA PONER ORDEN EN MI VIDA, Y GOBERNAR CON EL PODER QUE ME SERA DADO POR EL ESPIRITU SANTO, PARA ESTABLECER SU REINO AQUI EN LA TIERRA MIENTRAS ESPERO A SU SEGUNDA VENIDA.

  2. Pablo Sánchez

    Hermano Dios lo bendiga por toda la eternidad, me gozo con sus devocionales, que son de gran edificación.

    Con este devocional, confirmo que Dios me ha estado hablando ultimamente, que deje mi afan y egoismo de mi vivir, y fije mis ojos en lo eterno. Ayer se me quedo grabado este versiculo

    1 Crónicas 4:10: E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.

    Siempre le he pedido a Dios, que no me suelte, que no permita que me aleje de El, y ahora más que nunca me aferro a Cristo, imaginando que toco su manto, y no le suelto.

    Gracias por su palabra inspirada por Dios.