Creo que no podría contar las veces que he meditado, hablado y escrito en contra de la famosa frase de “Dios por algo hace las cosas” y tiene que ver con el hecho de que en efecto, Dios siempre tiene un propósito en todo lo que hace, pero la mayoría de las personas simplemente se conforman con pensar que así es y nunca entienden esos motivos de Dios y aíslan en su mente y en su corazón que nuestro Dios no solo quiere hacer cosas buenas en nuestras vidas, sino que las quiere hacer una sola vez, de manera que pueda poner en nosotros el conocimiento del universo y el poder de su Espíritu, para que crezcamos y evolucionemos a la siguiente etapa de nuestras vidas y no vivamos una constante agonía en nuestra fe, donde pasamos las mismas cosas y los mismos problemas una y otra vez.

A su vez, muchas personas relacionan el hecho de que Dios esté en su vida con lo que sienten, tienen la idea de que Dios les trae paz, lo cual es cierto, la paz es una de las promesas contenidas en la presencia de Dios, el problema es que no conocen la diferencia entre la paz y la tranquilidad y normalmente toman como paz lo que en realidad es tranquilidad; La paz es la consciencia del respaldo de Dios en toda situación y la tranquilidad es la ausencia de problemas, sencillo de entender, no?

Todo esto viene a colación, porque no es algo nuevo, los hombres han vivido confundidos durante un largo tiempo y han cometido el mismo error continuamente, pero sabe, el Dios de la Biblia, aquel que anhela tener una relación con nosotros, llenó su manual de vida de ejemplos, para que no caigamos en el mismo error y hoy le quiero contar parte de la historia de uno de mis personajes y ejemplos favoritos de ese manual (La Biblia) para poder ejemplificar como ese “por algo” que Dios hace las cosas tiene un sentido mas profundo de lo que pensamos y como un “sentimiento” a veces no es suficiente para garantizar nuestra cercanía y el favor de Dios.

La historia de Samuel es muy conocida, Ana su madre no podía tener hijos y esto le agobiaba grandemente, de modo que un día subió al templo e hizo un pacto con Dios, le dijo que si le daba un hijo, este le serviría a lo largo de su vida, y esto me hace un poco de ruido, porque normalmente las personas suelen tener hijos todo el tiempo y muchas personas no pueden tenerlos, pero, se da cuenta que la Biblia esta llena de historias de mujeres estériles y que no pueden concebir?, lo interesante es que no es hasta que hay un propósito divino que Dios abre los vientres y las mujeres conciben de manera milagrosa, es ahí donde el “Dios por algo hace las cosas” empieza a cobrar un sentido, cuando dejamos de anhelar el tener hijos solo para nuestro deleite y ponemos un verdadero propósito y una intención verdadera en ellos, que las cosas cambiarán radicalmente, no lo cree?

Acto siguiente, Ana queda embarazada y tiene un hijo al cual llama Samuel y el cual es entregado por ella en el templo tan pronto como es destetado, según la ley y la tradición Judía, los niños se amamantaban hasta los 3 años de edad y fue a esa edad que Samuel ingresó al templo para ser instruido en los caminos del Señor, otra de las cosas que mueve el corazón de Dios es la obediencia a su palabra y la congruencia de nuestros actos, es decir, Dios escribió una Biblia entera para que la obedeciéramos, y si pretendemos ser bendecidos de verdad y no esporádicamente, la receta secreta se encuentra en la obediencia y segundo, el que honremos cada palabra que decimos con un acto, sabe por qué?, sencillo, Dios es fiel a su palabra, por tanto Jesús lo fue y Jesús vino a esta tierra a ponernos ejemplo y a que le imitáramos, eso quiere decir que si queremos el poder de Dios en nuestra vida, lo único que tenemos que hacer es el hablar con prudencia y siempre con la intención de respaldar nuestros actos de manera que Dios nos avale con su poder y no haya nada que se interponga entre nosotros y los deseos de nuestro corazón, tal como Ana hizo.

Conforme Samuel fue creciendo, su conocimiento de Dios también lo hacía y relata la cita de hoy que ministraba la presencia de Dios, es decir, sus actos lograban hacer que la gloria de Dios se manifestara, se sintiera y se hiciera patente entre quienes estaban en el lugar donde Samuel estaba, pero note que como esa relación a pesar del auténtico anhelo de Samuel de agradar a Dios, no lograba hacer que la palabra de Dios fluyera en el o entre quienes le rodeaban.

Todo esto que le cuento, llevó a un momento clave en la vida de Samuel y considero que del pueblo de Israel, ya que un día Dios decidió hablar a Samuel y Samuel escuchó audiblemente la voz de Dios, pero sabe, no lo reconoció y le costó mucho trabajo y un buen rato darse cuenta que era el Dios al que amaba y para quien vivía el que le hablaba.

Hoy en día no es distinto, muchos de nosotros sabemos hacer lo que Samuel, sabemos apretar los botones necesarios y adecuados para hacer sonreír a Dios y hacer que su gloria se manifieste, pero si lo entendemos desde el punto de vista de la cita de hoy, eso no nos sirve de mucho, ya que lo que hizo crecer a Samuel y el día que su verdadera bendición y propósito comenzaron fue el día que empezó a escuchar la voz de Dios.

Quiero imaginarme que Samuel nunca siquiera pensó en que es lo que Dios le diría si un día le hablara, hoy en cambio es diferente, todos anhelamos oír la voz de Dios, pero tenemos el falso entendimiento de que Dios nos va a hablar sobre nosotros y nuestros problemas y no sobre Él y estoy completamente convencido que episodios como el que le sucedió a Samuel, nos suceden todo el tiempo, es decir, escuchamos la voz de Dios, pero como no se trata de nosotros lo que nos habla, creemos que es otra cosa lo que atraviesa nuestra mente y nuestro corazón y decidimos simplemente ignorarlo, sin darnos cuenta que estamos dejando pasar el principio de nuestro propósito.

La gran y basta mayoría de las personas solamente oran por si mismas y sus necesidades, y esperan una respuesta solamente relacionada con su oración y cuando no la reciben, se conforman con pensar que “Dios por algo hace las cosas”, porque en el fondo de su corazón están convencidas de que Dios les escucha lo cual es cierto, pero nunca se han imaginado una verdadera y auténtica respuesta de Dios.

La voz de Dios no tiene que ver directamente con nosotros, pero si con nuestra identidad, es decir, lo que sale de la boca de Dios nos forja y nos hace ser quienes Él planeó desde la eternidad que seamos, pero no es hasta el momento que estemos dispuestos a escuchar lo que Él quiere decirnos, con la consciencia de que probablemente no tenga nada que ver con lo que pedimos o lo que esperamos, que Dios empiece a sembrar en nosotros la identidad que nos lleve a verdaderamente imitar a Jesús y los héroes de la fe, y es justamente cuando nuestra fe dejará de ser un sentimiento y pasará a ser algo vivo, algo dinámico, algo práctico y sobre todo algo consciente en nosotros, donde la voz de Dios abunda y hace crecer el Reino alrededor nuestro y lo establece como nuestra morada.

A las personas cercanas a mi las reto constantemente a pasar cuando menos 30 minutos en silencio, tanto verbal como mental y a que perseveren en ello hasta escuchar la voz de Dios, es un ejercicio fascinante, ya que al principio todas pasan por el mismo proceso frustrante de no escuchar nada y perderse en sus propios pensamientos, ya que todas están esperando que Dios les hable acerca de ellas mismas, pero no es hasta que abren su mente y su corazón a que Dios quiere hablarle de sus propósitos y de los secretos del universo, que sus vidas son transformadas y empiezan a tener una verdadera relación con Dios, tal como le pasó a Samuel.

Por lo cual le invito hoy a que reflexione sobre esto, es usted de las personas que vive pensando que “Dios por algo hace las cosas”?, o que piensa que Dios es solo un “sentimiento” lindo que le da paz?, o es usted de los que pretende experimentar en cabeza ajena y no se quiere quedar corto como lo hizo Samuel en un principio? si es usted de estos últimos le reto a que deje de pensar en lo simple y básico de su vida, anhele ser como los hombres y mujeres de la Biblia, donde todo lo que Dios les habló les llevó a grandes obras que extendían su Reino día a día, por tanto: no se haga!, que Dios le habla!

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Un comentario

  1. Olga Chapa

    Gracias x dedicar parte de tu tiempo para escribir el devocional. Este en particular toco mi corazon y me motivo a escribirte pues me aclaro perfectamente la diferencia entre paz y tranquilidad. Fue increible el descubrir que no estaba yo entendiendo el concepto pero si lo habia vivido en varios momentos sin poder discernirlo. Gracias de nuevo! Ademas me mueve MUCHISIMO el reto de los 30 minutos de silencio para encontrar la voz de mi Padre. De verdad quiero hacerlo pero quisiera preguntarte (porque estoy decidida a lograrlo) ¿Pudieras POR FAVOR guiarme al decirme que sigue despues de esos30 minutos? A lo mejor suena ridiculo, pero si tu ya lo viviste tal vez quisieras dirigirme con tu consejo para alcanzar esa experiencia -que promete ser increiblemente hermosa-de una manera mas plena. De antemano te agradezco q te tomes la molestia de leer el comentario. Un fraternal abrazo en el Señor.