Orar es algo que todo mundo dice hacer, pero pocas personas saben hacerlo en realidad, y no porque sea algo que esta reservado para solo unos pocos, sino porque es algo que pocas veces nos enseñan a hacer.

Existen aquellas personas que repiten incansablemente oraciones repetidas como le “Padre Nuestro”, mas eso lamentablemente no es orar, sino rezar, ya que se repiten cosas que después de un rato dejan de hacer sentido o nuestra mente se va a otro lado mientras lo repetimos, y aunque muchas personas usen como pretexto que es “la oración que Jesús nos enseñó”, en realidad no nos enseño el Padre Nuestro, sino nos dio una guía consciente de como orar y de los elementos que no pueden faltar en una oración y no algo que repitiéramos sin consciencia.

Luego, están aquellos que confunden el orar con el pedir y piensan que por ir a poner sus necesidades delante de Dios una vez mas, ya están en comunicación con Él, siendo que la Biblia nos enseña que aún antes de que abramos nuestra boca, Dios ya sabe aquello que necesitamos y no solo nos lo dice para que tengamos confianza, sino para que no desperdiciemos nuestro tiempo llevando delante de Él suplicas que solo nos desviarán del propósito que tenemos ante estar frente a la presencia de Dios.

Por último están aquellos que parecen haberlo entendido, los que saben que orar no es ni repetir frases, ni pedir cosas, sino ir delante de la presencia de Dios y tener una conversación con Él, y aún así hay quienes solo hablan con Dios, mas nunca le escuchan, lejos de tener una conversación con Dios, tienen un monólogo y en realidad no saben si este les escucha y si este se agrada con su plática, pero al menos lo hacen mejor que antes o mejor que muchos.

Por favor no crea que es mi intención el venir a criticar la manera en que cada quien tiene intimidad con Dios, por el contrario, solo me es necesario dejar claras las cosas que nos suceden al quererlo hacer, ya que esto va a responder una pregunta muy importante que todos nos hemos hecho alguna vez o que nos hacemos aún el día de hoy y todo el tiempo.

Como puedo hacer que mi oración se más efectiva y asegurar la respuesta de Dios?

Uff! si lo vemos desde la perspectiva de las tres maneras de “orar” anteriores no nos ayudan mucho a responder la pregunta anterior y aunque todos sabemos como es que debemos de orar, la pregunta del millón es: como hacemos para tener un diálogo con Dios?

Lo he mencionado muchas veces en este espacio, hay quienes dicen que hablar con Dios se llama oración, pero quienes escuchar la voz de Dios se llama esquizofrenia!

Hay tantos mitos acerca de las cosas de Dios y en especial acerca de escuchar su voz, muchas personas creen que esto es un privilegio reservado solo para unos pocos o que hay que estar en una condición espiritual muy especial, o simplemente el hecho de que es algo aislado y que no sucede siempre, el hecho es que pocos se atreven a escuchar la voz de Dios o bien pocos anhelan escucharla debido a los mitos y la mucha información falsa que hay alrededor de este hecho.

Una de las cosas que mas nos estorban al querer escuchar la voz de Dios, y es la falsa idea de que aquello que nos diga se tratará de nosotros, y no es porque no pueda o no quiera hablarnos de nosotros, sino que tiene que hablarnos de quien es Él y de aquello que nos da identidad para que primeramente entendamos quienes somos y que es lo que podemos hacer de su mano y como parte de su Reino.

La cita de hoy, es una que prueba este hecho y una que me impacta de sobre manera, ya que por un lado, el paralítico hubiera esperado al igual que usted y yo, que Jesús le hablara acerca de su problema y fuera directo al grano, pero sabe, Jesús le habló de la condición que había para que su poder fuera manifestado y lo que estorbaba a su obra, el pecado que había en este joven.

Muchas veces el pecado es algo que interfiere en nuestra relación con Dios, es algo que se interpone entre la voluntad de Dios y nuestro diario caminar y es necesario que escuchemos de la boca de Dios lo que ese pecado significa y como se ve desde sus ojos (los de Dios), para que de esa manera podamos entenderlo y renunciar a el (el pecado).

En la cita de hoy, la enfermedad del paralítico es lo efímero y su pecado es lo eterno, esto entendiendo que éste joven no tenía porqué ser paralítico toda su vida, pero si moría en pecado, lo haría para toda la eternidad junto con sus consecuencias, de modo que al erradicar el pecado de su vida, la enfermedad salió junto con éste.

Es por eso que Jesús siendo hijo de Dios habla de las cosas importantes antes de las que usted y yo creemos urgentes y si llegáramos a la presencia de Dios con la perspectiva de la cita de hoy, le aseguro que escucharíamos la voz de Dios.

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