Hace ya algunas semanas que Dios ha estado hablando fuertemente a mi mente y a mi corazón sobre lo delicado del entendimiento de las cosas, ya que regularmente solemos creer cosas de las que no estamos seguros y usamos conceptos o palabras de las que no estamos seguros de su significado.
Uno de esos conceptos es el concepto de lo bueno y lo malo, cada persona tiene un concepto distinto y lo mas interesante del asunto es que asume que Dios tiene el mismo concepto que ella y va delante de Dios y eleva una oración o muchas a Dios basada en su propio concepto de bondad y asumiendo que si “Dios es amor” por ende quiere cosas “buenas” para nosotros, sea lo que sea que eso “bueno” signifique.
Sabe, anoche no podía evitar pensar en esto, pues es algo que nos sucede muy comúnmente, tenemos necesidad y rezamos (ojo hay una diferencia entre el rezar y el orar) el Padre Nuestro y justo en la parte que dice “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, hacemos un pequeño ejercicio mental en donde de manera casi automática donde nosotros mismos a veces no lo notamos, sobreponemos la imagen de aquello que necesitamos o queremos y lo entendemos como parte de la “voluntad” de Dios, ya que si nos hace bien, nos provoca placer o nos quita el dolor, es “bueno” y si es “bueno” lo sobrentendemos como parte de la “voluntad” de Dios.
Creo que antes de poder asegurar algo así como que la voluntad de Dios y nuestra necesidad son la misma cosa, tendríamos que entender quien es Dios y a que nos envió a esta tierra.
Por favor tome en cuenta esto, desde Génesis hasta Apocalipsis, Dios no nos envió a otra cosa que establecer su Reino en esta tierra, es decir, que funjamos como embajadores del Reino de los Cielos, para que las cosas que suceden allá, sucedan aquí también, pero en el Reino de los Cielos no suceden cosas “buenas” de hecho y a menos que me equivoque, no lo menciona la Biblia, pero si dice que el Reino de los Cielos es un lugar lleno de poder y de violencia.
Ahora bien, debido a los sucesos actuales, y a la situación mundial, pareciera que estamos mas que familiarizados con la palabra “violencia” y en automático lo relacionamos con algo malo y algo que nos afecta, cuando en realidad la palabra violencia trata de cosas radicales y de gran impacto, y justo así son las cosas en el Reino de los Cielos, el poder que se manifiesta en el Cielo es tan fuerte que transforma la tierra.
Pero luego nos sucede que pretendemos que todas las cosas que vienen de Dios sean “buenas” y que por ende sean “lindas” y que no nos incomoden, cuando la Biblia misma nos enseña que no es así como funcionan las cosas y solo hay que abrir la Biblia para entenderlo.
Los Israelitas salieron de la esclavitud de Egipto y Dios les prometió llevarlos a la tierra que “fluye leche y miel” y todo el mundo sabe o ha escuchado eso, pero pocos han leído la historia completa, donde describe detalladamente que esa tierra estaba habitada por una serie de pueblos y que había que ir y sacarlos a como diera lugar de ahí, a poco cree usted que la mejor región sobre la tierra iba a estar desocupada y esperándolos nomás porque Dios es bueno y dijo que así sería?
Es precisamente por eso que el pueblo tuvo que pasar esos famosos 40 años en el desierto, porque tuvo que ser transformado en su entendimiento y pasar de ser esclavo a ser conquistador, a darse cuenta que Dios los sacó de la esclavitud con un propósito y no solo el hacerles sentir bien.
Una de las cosas que mas me emocionan de esta parte de la Biblia es como Dios iba físicamente delante de su pueblo, de día como una columna de humo y de noche como una columna de fuego, y sabe para que lo hacía?, sencillo, para que quienes los vieran les temieran, ya que eran el único pueblo sobre la tierra que caminaba acompañado física y personalmente por su Dios, de manera que después de 40 años de proceso de transformación y con identidad de conquistadores, les fue fácil echar a los habitantes de esa tierra, porque se dieron cuenta que la misma identidad del Dios que iba delante de ellos, se reflejaba en cada uno de ellos.
Note esto, de la misma manera como suceden las cosas en el Reino de los Cielos, sucedieron en la tierra, es decir, Dios viene a nuestra vida no a hacernos bien, sino a desechar el mal en nosotros de manera que nosotros hagamos lo mismo y tomemos la misma postura radical y llena de poder que Él toma y que Él expresa a lo largo de toda su palabra.
Es por eso que no puede usted orar o rezar asumiendo que lo que usted necesita y percibe como “bueno” es sinónimo de la “voluntad de Dios”, pero si puede conocer la voluntad de Dios a lo largo y ancho de su palabra y darse cuenta que es mucho mejor que aquello que usted pide y que le detiene en su caminar en Cristo.
Es por eso que debemos de poner mucha atención de como oramos, ya que a veces necesitamos tanto y entendemos tan poco que nuestro tiempo de oración queda reducido a solo un tiempo de petición y en ese tiempo pedimos cosas que no entendemos o que no sabemos si están alineadas con la voluntad de Dios.
El día de hoy quiero pedirle un favor, medite en la cita de hoy, tome un tiempo y búsquela en su Biblia y pregunte a Dios acerca de la voluntad que habla la cita para que pueda de esa manera cambiar su oración y orar adecuadamente, con la intención y con el sentido que Jesús le dio cuando nos enseño el Padre Nuestro.