Hace unos días tuve la oportunidad de ponerme de acuerdo con unos amigos y nos fuimos un día entero a la playa, solo fuimos y regresamos el mismo día, era algo que hace tiempo todos habíamos pensado hacer pero nunca nos habíamos dado el tiempo.

Por primera vez en mucho tiempo no me tocó conducir, lo cual es raro y sabe, me sentía hasta cierto punto incómodo, ya que por lo general me gusta hacerlo y las circunstancias se dan para que lo haga, pero tuve que aprender que todo estaba planeado de esa manera.

El no conducir resultó ser una gran experiencia, por primera vez en mucho tiempo tuve la oportunidad de apreciar una carretera que había recorrido muchas veces y empecé a ver paisajes que había visto en otras ocasiones pero que jamás había observado, tomé fotos, las edité e incluso compartí algunas de ellas en facebook con mis amigos, en pocos minutos pase de ser alguien estaba incómodo por no tener el control, en alguien agradecido con Dios por la oportunidad que se me había dado.

En pocos minutos quedé fascinado y creo que pasé mi día entero tomando fotografías y planeando que haría con cada una de ellas, como las editaría y cuando es que las compartiría con aquellos que aprecio, toda mi idea acerca del viaje había tomado un nuevo sentido y todo por no tener el control y no tener que conducir.

Otra de las cosas que me sucedieron, fue que estaba a cargo de la música para el viaje, sabe, normalmente ya tengo una idea de que es lo que quiero escuchar y como soy el que siempre conduce, soy el que decide que es lo que se escuchará a bordo, pero en esta ocasión no tenía ese poder, por lo que tuve que pasar el día entero haciendo consenso entre mis amigos para poder decidir que escucharíamos y sabe, también fue una experiencia nueva, pero genial a la vez, esta nueva manera de hacer las cosas, se convirtió en algo que quiero en definitiva volver a experimentar, ahora entiendo que hay tanto por disfrutar, que tener el control me estorba.

Al pensar en esto, no pude evitar el reflexionar acerca de nuestra vida espiritual, existen tantos mitos acerca de quien es Dios y todo mundo tiene una idea de quien es Él, pero lamentablemente pocos en realidad le conocen y le han experimentado.

Todo es cuestión de tener consciencia, tanto en lo que decimos, como en lo que hacemos, se lo voy a ejemplificar.

Ayer platicaba con un buen amigo y le hice una pregunta, le dije: cuanto tiempo hace que Dios no te habla directa y claramente?

Mi amigo batalló un largo rato en responderme y sacó todo tipo de excusas como “Dios nos habla por medio de su palabra, y otras cosas”, “Dios esta en todos lados y va conmigo a todas partes”, “no siempre Dios tiene que responder a todas nuestras preguntas”, a lo que tuve que hacer un alto y pedirle que leyera bien la pregunta y tratara de respoderla.

Normalmente somos nosotros quienes conducimos nuestras vidas, y aunque oramos a Dios para invitarlo a que entre en ellas, a veces no pareciera ser otra cosa mas que otro pasajero y no el Dios entorno al cual debe de girar nuestra vida, de modo que al ser solo un pasajero, no tiene la entera autoridad para decidir, y creo que a veces ni siquiera tiene la oportunidad de opinar, quien se cree?, acaso es Dios? (sarcasmo).

Si hiciéramos como tuve la oportunidad para hacer hace unos días y entregar el volante a alguien mas (a Dios de preferencia) y nos dedicáramos a poner atención en que es lo que otras personas necesitan escuchar de Dios, pasaríamos los mejores días de nuestras vidas, ya que apreciaríamos todo aquello que Dios dispuso para nosotros y dejaríamos a un lado todo aquello que suponemos de Él y escucharíamos su voz, si nos relajamos lo suficiente en su presencia, en vez de tratar de escuchar solo las respuestas a nuestras preguntas y a ignorar aquello que en verdad tiene que decirnos, a su vez, entenderíamos el deleite que es el servir a otros y darnos cuenta cuales son sus necesidades y como es que está en nuestras manos el ayudarles y el demostrarles cuanto Dios les ama y como es que siempre les escucha.

Si hiciéramos tal como le digo, erradicaríamos al 100% el “Dios por algo hace las cosas”, ya que escucharíamos su voz, conoceríamos su voluntad y entenderíamos cada uno de sus motivos, todo es cuestión de ceder el volante.

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