Hace unos meses mientras manejaba en carretera uno de los neumáticos del coche en que iba se reventó, lo cual ocasionó que el coche volcara, la verdad es que no me explico como es que de inmediato y antes de cualquier golpe, perdí el conocimiento, así que a pesar de haber dado el coche 3 vueltas, no tengo recuerdos de ello.
Esto se lo comento porque el primer momento que recuerdo después de este acontecimiento fue por la sacudida que sufrió el coche cuando lo enderezaron ya que quedó de cabeza tras el accidente y recuerdo claramente como era que mi cuerpo mi alma y mi espíritu empezaron a funcionar de manera independiente, y le quiero contar un poco acerca de esto.
Recuerdo perfectamente que al recuperar la consciencia, lo primero que mi cuerpo hizo fue quejarse, es decir, sin tener un motivo, de mi boca salían quejidos y gritos, mi mente se preguntaba una y otra vez en donde estaba y que había sucedido, tenía la sensación de estar en un sueño, pero mi espíritu cuestionaba una y otra vez el porque me quejaba si no me sentía mal, de hecho di un recorrido mental por todo mi cuerpo y al entender que nada me dolía, mi espíritu ordenó a mi boca se callara mientras mi alma (mi mente) seguía tratando de entender que era lo que había pasado y donde era que estaba.
La Biblia nos enseña que a semejanza de Dios somos 3 en 1, es decir somos cuerpo, que es nuestra consistencia física, somos alma, que es en donde están contenidos nuestros pensamientos y nuestros sentimientos y somos espíritu, que es la parte de nosotros que se comunica con Dios y sobre la cual no tenemos dominio, y debemos de entender a cada una de estas partes y su funcionamiento.
El detalle es que normalmente solemos mezclar a estas 3 partes y las percibimos como si fuera una sola cosa y nos regimos por esta mezcla, y es la manera en la que sin darnos cuenta somos gobernados por nuestras emociones.
Todo el tiempo, por mientras nuestro cuerpo y nuestra alma piensan en nuestra comodidad y en lo que queremos, esperamos, soñamos y anhelamos, nuestro espíritu piensa en justicia, es decir, todo el tiempo habla lo correcto, ya que lo conocemos, la Biblia nos dice que Dios puso en nuestro corazón una copia de su palabra, de manera que todo lo que Él ha escrito esta en nosotros, pero por lo general solemos ignorarlo pensando en nuestra comodidad inmediata y no en nuestro bienestar eterno.
Es precisamente por ello que solemos pecar de manera constante, casi todos los pecados que cometemos cotidianamente son impulsivos, es decir son la respuesta a algo que sentimos y a algo que nos da placer inmediato, a algo que nos evitará el sufrir y a sentirnos mal y no nos requieren de mucho esfuerzo, pero de inmediato tras un pecado hay un vacío, ya que no estamos seguros de que lo que hayamos logrado por medio del pecado sea lo que esperábamos y queríamos de manera que logramos escuchar a nuestro espíritu quien nos recuerda lo correcto y de inmediato nos llenamos de culpa.
Debido a que nuestra alma suele ser la que mas habla en nuestro interior, es común que aún cuando nuestro espíritu nos recuerda lo correcto, no escuchamos su mensaje completo, ya que ahora nuestra alma se empieza a lamentar acerca del pecado, de manera que nos perdemos de lo mejor que Dios tiene para nosotros, su perdón absoluto.
Los zombies son aquellos quienes viven secos por dentro, la sangre que es la que da la vida ya no fluye por sus venas, y se pudre segundo a segundo dentro de ellos, y lo mismo sucede con los zombies espirituales, al escuchar solo a su alma, el espíritu quien da vida se detiene dentro de ellos y deja de refrescar todo su ser, de manera que en delante vive dominado por su alma y su cuerpo, ya solo reacciona a las cosas que hay en su entorno y de acuerdo a como le afectan.
Un zombie espiritual es fácil de identificar, es aquel que solo se queja y se queja, pero no tiene un entendimiento de porque lo hace, ni de lo que logrará con ello.
Dios solo ha querido lo mejor para nosotros desde el momento que nos creó, pero pareciera que insistimos en rechazar aquello que nos es ofrecido para experimentar y hacer las cosas a nuestro modo, siendo que ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos, ni como es que funcionamos, por tanto, cuando dejamos de escuchar a la única parte de nosotros que se comunica con Dios (nuestro espíritu), estamos a la deriva y por nuestra cuenta, tal como me sucedió en mi accidente, solo quejándonos y sin saber porqué ni entender que nos duele ni porque lo hace.