Es interesante pensar lo atractivo que es el pasado para muchos, habemos quienes somos amantes de las antigüedades y nos gusta coleccionarlas, por el hecho de admirar como era que se las arreglaban antes sin los avances tecnológicos que tenemos hoy en día, hay quienes tratan de definir nuestra identidad por medio de hurgar en el pasado, tanto que pareciera que quisieran incluso demostrar que lo que está escrito en la Biblia es falso.
El pasado puede ser algo fascinante, siempre y cuando tengamos bien claro quien somos hoy y a donde vamos mañana, de lo contrario, corremos el riesgo de que ese pasado del cual venimos haga mas lento nuestro caminar, nos detenga por completo o incluso nos haga caminar de reversa, aunque parezca difícil de entender, es una de las cosas mas comunes que suelen suceder.
En nuestro pasado puede haber cosas tristes y dolorosas que muchas personas deciden no superar, por miedo a que aquellos que quedaron en el pasado sean olvidados o tengamos miedo de que se olviden de nosotros, o bien, nuestro pasado puede tener grandes triunfos y éxitos que si los observamos demasiado, nos pueden estorbar en sembrar y cosechar nuevos triunfos y nuevos logros, el pasado es algo que está directamente ligado a nuestra alma y por tanto puede ser engañoso como nuestro corazón mismo.
Cada vez que pienso en la historia de Lot y su mujer al ser sacados de Sodoma (Gen 19:26), me queda mas que claro el efecto que puede tener el pasado en nuestras vidas, es por ello que Jesús nunca habló del pasado al estar entre los hombres, solo perdonó nuestro pecado y puso la eternidad frente a nosotros, no se detuvo en los detalles, solo nos dio la mejor de las alternativas, un nuevo presente encaminado al futuro.
He conocido a muchas personas que dicen tener fe, que dicen creer en Dios, pero que independientemente de su mucha fe y de lo mucho que creen, las cosas simplemente no mejoran, o bien se la viven conformándose con las cosas que Dios les va dando a cuenta gotas ya que “Dios por algo hace las cosas”, pero que en realidad nunca llegan a vivir esa plenitud de la cual la Biblia habla y muchas de esas personas han venido a buscar consejo conmigo y a cuestionar el porqué Dios hace las cosas de esa manera.
Mi respuesta es siempre la misma: en realidad no es Dios el que haga las cosas de esa manera, somos nosotros los que no tenemos consciencia de quien es Dios, de quienes éramos y de quienes somos ahora, Jesús nos vino a enseñar que tenemos que nacer de nuevo, es decir, literalmente entender nuestro pecado, pedir perdón por el y hacer borrón y cuenta nueva como decimos en México, y empezar una nueva vida, esto quiere decir, que nos tenemos que dar una empapada de aquello que es bueno y malo delante de los ojos de Dios y estar dispuestos a dejar de hacer ciertas cosas, no porque la iglesia lo prohiba, sino porque nos estorban en nuestro caminar.
Hay personas que dicen entregar su vida a Dios, dicen poner su vida cotidiana en sus manos, pero no están dispuestos a vivir de una nueva manera, es decir, dicen nacer de nuevo, pero nunca mueren a su viejo hombre, en otras palabras, quieren ser una persona nueva con viejos hábitos.
Al meditar en esto, no pude evitar pensar en los zombies, quienes según nos enseña Hollywood, no están realmente muertos, pero tampoco están realmente vivos, es una combinación de ambos, solo se levantan de su tumba para contagiar a otros de su mala manera de vivir…
Así sucede con los zombies espirituales, que no son otros que aquellos quienes medio nacieron de nuevo y solo quieren los beneficios de Dios, pero que en realidad no quieren renunciar a aquello que les es cómodo pero a su vez contrario a la palabra de Dios y además quieren justificarse tratando de convencer a otros de actuar igual que ellos, o simplemente comparándose con otros para no sentirse tan mal.
El vivir una vida en Cristo es una decisión personal, única e individual, es decir, no hay una iglesia que salve, la salvación solo viene de Jesús y sus beneficios los recibe cada persona, nadie mas puede intervenir, una vida zombie espiritual es grupal, son muchos que viven de la misma manera, ya que así no destaca uno del otro, todos cojean del mismo pie y por tanto no ven su pecado.
A diario tengo que pensar y reflexionar sobre aquellas cosas que aún me hacen ser un zombie espiritual, aún tengo cosas a las que tengo que morir y las que tengo que dejar en mi pasado, afortunadamente cada día son menos, pero no puedo evitar estar consciente que mi vida sería mil veces mejor si simplemente lo hiciera y no lo pensara tanto, es por eso que le quiero invitar a lo siguiente:
Si usted ora por algo que no sucede, dentengase un momento, y reflexione sobre lo que su consciencia le dice, le aseguro que hay algunas cosas que en el fondo usted sabe que no están bien y es probable que esas cosas le impidan que la bendición llegue, cuando las haya detectado, vaya a su Biblia, y busque acerca de esas cosas, cuando las encuentre y se cerciore de que son desagradables a Dios, póngalas en sus manos (las de Dios) y decida renunciar a ese hábito a esa actitud y permita que esa parte de usted muera, así, como yo y como muchos, podrá ser cada día menos un zombie espiritual.