Por cuestiones del trabajo y del evangelio he tenido la oportunidad de viajar a muchos lugares, algunos a los que he ido en varias ocasiones y otros a los que solamente he ido una sola vez, y le puedo asegurar que de cada lugar al que voy me llevo algo, primeramente una enseñanza específica del porqué Dios me llevó a ese lugar pero adicional, puedo decirle que me llevo un  sabor especial de la gente que conocí, he aprendido a hacer verdaderos amigos en poco tiempo, y hay personas a las que amo en todos los rincones del mundo aunque los haya visto solo una vez, o no los frecuente mucho, pero son amigos auténticos y por los que siento un amor tan profundo como si los viera a diario.

Otra de las cosas que deja huella en cada viaje es la comida, oh! la comida!, he aprendido a disfrutar el sabor de cada lugar y a hacer que algo tan cotidiano como el comer se convierta en una experiencia especial cada vez, hace años tomé la decisión de solamente ir a los lugares a donde alguien me recomienda ir y por lo general pido “ese” platillo especial que hace que sus ojos brillen, eso hace que el ir a comer a ese lugar valga la pena, y lleva una garantía de por medio.

Por tanto el comer se ha convertido en una parte muy interesante de mis viajes, y de cualquier lugar en donde estoy, y con la ayuda de la tecnología, no pierdo oportunidad para compartir lo que estoy a punto de comerme con mis amigos de las redes sociales.

Hace unos días platicaba de esto con una amiga, y ella me compartía que en su casa le habían enseñado a tener hábitos específicos cuando se comía en casas ajenas o bien cuando alguien le invitaba a comer a algún restaurante, me gustó mucho el como lo planteó, su mama siempre le dijo: “cuando te invitan a comer, no es momento de ponerse creativo, lo que no conoces, no lo pidas, no vaya a ser que no te guste y lo dejes sobre el plato”, “cuando de inviten a un restaurante, siempre pregunta de que tamaño es la porción, no es agradable pedir algo tan grande que luego no te puedas acabar”.

Por mi cuenta, he aprendido que no todo lo que comamos va a tener que gustarnos, porque normalmente nuestro paladar esta acostumbrado a comer siempre lo mismo y solamente a ciertos sabores, por lo que puede llegar a ser que algún platillo no nos guste, pero sabe, a veces pareciera que es una pena llegar a un lugar y no comer aquello que se ve tan rico o que todos comen con tantas ganas, por lo que desarrollé mi propia técnica, aprendí a preguntar a que me debe de saber lo que voy a comer y a disfrutar cada platillo por medio de identificar ese sabor y tratar de entender porqué es que les gusta a las personas, eso ha hecho mi paladar mucho mas flexible, y eso si!, siempre me acabo todo lo que me sirven!

Aunque no lo pareciera, el comer es un compromiso, es decir tenemos que tener muy claro que es lo que vamos a comer, a que nos va a saber y que no podemos o mas bien no deberíamos de dejar nada, ya que incluso es de mala educación, hasta para comer hay que tener un plan.

Así como hasta para comer debemos tener un plan, también lo debemos de tener para con Dios, sabe, la Biblia dice que hemos sido convidados de la mesa del Señor y que todas las delicias puestas delante de Él nos son convidadas, es decir, todo aquello que existe en el Reino del Señor está ahí para nosotros y es su plan el ponerlo en nuestras manos, obvio, no para todo estamos preparados y debemos de ser tratados por Él para poder accesar a esas cosas, pero normalmente solemos tratar a Dios como si fuera nuestro toma pedidos o nuestro saca apuros y listo, de labios nos comprometemos a lo que sea con tal de conseguir lo que anhelamos, pero no estamos dispuestos a cumplirlo, ni a pagar el precio por ser bendecidos, eso hace que nos quedemos siempre a medias y que ni aun las bendiciones que Dios ya nos ha dado, las disfrutemos completas, al pensar en esto no puedo dejar de imaginarme ante una gran mesa pidiendo todos los mejores platillos y solamente dándoles una mordida y dejando el resto.

El entregar nuestra vida a Cristo es cosa seria, al menos para Él lo es, Él dio su vida física por nosotros, por cada uno de nuestros pecados, aún los que no hemos cometido todavía y no lo podemos tomar a la ligera, pero tenemos que tener consciencia de lo que hizo por nosotros, ya que difícilmente nosotros daríamos la vida por alguien mas, lo ha pensado?

Esto se lo digo, porque al hacer una confesión de fe, Dios adquiere un compromiso con nosotros, ese compromiso es el poner su Reino en nuestras manos y el prepararnos para que gobernemos juntamente con Él en ese Reino, el problema es que muchas veces no estamos dispuestos a pasar por ese proceso de ser preparados, y por tanto habrá bendiciones o respuestas que nunca llegarán, o que simplemente se tarden mucho en llegar, hasta que estemos dispuestos a ser tratados por Él, lo que si es un hecho, es que Dios siempre cumplirá, solo que es un caballero y nunca nos impondrá nada, ni nunca nos obligará.

Pero piense en esto, como le gustaría a usted comerse un manjar, calientito y recién salido de la cocina o frío y seco por pasar largo rato sobre la mesa?, eso es decisión nuestra.

La cita de hoy nos habla de eso, Dios siempre cumplirá y siempre hará aquello que planeó para nosotros, pero no habla del tiempo en el que lo hará, ya que esa es la parte que nos toca a usted y a mi, usted decida, cuando quiere recibir el favor de Dios, como quiere disfrutar los manjares de la mesa del Padre, cuando están en su mejor punto?, o cuando a las carreras los tenga que comer fríos para poder pasar al siguiente nivel y sin disfrutarlos?

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