No puedo recordar cuantas veces he escuchado la famosa frase de “solo quiero ser feliz” , y me llama mucho la atención este tipo de comentarios, ya que las personas lo dicen como si la felicidad fuera un punto en la vida al que se puede llegar y mas me llama la atención porque creen que lo merecen y que el ser felices depende de algún factor externo, algo así como una “justicia divina” que nos tiene que recompensar por las cosas buenas que hemos hecho o bien que nos toma en cuenta lo que hemos sufrido y nos lo regresará en felicidad.

La felicidad es muy distinta a lo que muchos creen, ya que la felicidad mas que una etapa o un lugar es una manera de vivir, y puede ser tan duradera como estemos acostumbrados a vivir en ella y lo mas importante, la felicidad depende al 100% de nosotros y 0% de un factor externo.

Cuando pienso en esto, no puedo evitar pensar en las novias al organizar su boda, he visto a muchísimas novias organizar sus bodas con gran ilusión y todo en lo que piensan es que “ese día” tiene que ser perfecto, nada puede fallar y ponen tanto empeño en que así sea, que a veces se pueden convertir en verdaderas mujeres neuróticas al salirse algo de su control, pero su visión está tan enfocada en disfrutar ese momento, que olvidan que realmente el día de su boda es la celebración de una vida en conjunto con alguien mas, obviamente no puedo generalizar, pero creo que en la gran mayoría de los casos, el que menos importa es el novio, vaya manera de comenzar una vida en conjunto, no?

Lo que le digo a lo mejor le suena exagerado, y probablemente lo sea, pero es con el objetivo de ejemplificar como es que a veces se pierde el objetivo de lo que se busca y como hacemos que nuestra felicidad dependa de una serie de factores y como nosotros mismos podemos hacer que nuestra felicidad sea efímera, ya que solo aspiramos a un momento de felicidad, y no a ser felices en si, en pocas palabras, su vista está puesta en un momento de su vida y no en el hecho de ser felices.

También he visto a muchas personas ser transformadas, personas que vivían prisioneras de un hábito, de un vicio, de una manera de vivir o que se yo y ya sea por medio de la ayuda de una institución, de la ayuda de Dios o simplemente por el haber tomado la decisión de cambiar su manera de vivir, dejan a un lado su pasado que les hacía infelices y empiezan una nueva vida, y pareciera que lo único que les hace felices, es el hablar de quien eran y lo que ya no son, pero eso es todo, su punto comparativo y su felicidad depende de solamente eso, el saber quien ya no son, pero tienen una visión muy corta acerca de lo que viene y sabe, mas preocupante aún, de quien son en ese momento.

Pablo el Apóstol es una de las personas que mas me asombran en la Biblia, no solo por ser el único Apóstol que no conoció a Jesús en persona mientras vivió sobre la tierra, sino porque desde siempre fue una persona que tenía una cosa muy clara, sabía perfectamente quien era y en donde estaba parado, es decir, antes de tener un encuentro con Jesús sabía quien era, su identidad Judía estaba mas que clara y no tenía reparo por vivir por ella y de acuerdo a lo que se debía de hacer, pero el día que se encontró con Jesús, su aquí y su ahora cambiaron por completo y su manera de vivir lo hizo también.

El vivir como Pablo nos permite una sola cosa que es muy importante, el mantener un estilo de vida que mira siempre hacia adelante, un estilo de vida que no depende de nada, ya que es un estilo que es mas que consciente de su realidad y que tiene la consciencia de que las cosas no pueden mas que mejorar.

Yo se que me preguntará que si Pablo acaso no tuvo problemas en la vida, claro que los tuvo! y muchos, pero sabe, su felicidad no estaba basada en su circunstancia, sino en saber quien era, y a donde iba.

En otras palabras Pablo tenía muy clara la meta, al encontrarse con Jesús entendió lo que es la eternidad, entonces ya tenía un parámetro al cual aspirar, y antes de avanzar un paso, se vio a sí mismo para saber exactamente donde estaba parado, para poder saber lo que tenía que hacer para llegar a esa eternidad que le fue mostrada.

Muchos de nosotros lo que solemos hacer cuando nos pasa como a Pablo, primero nos vemos a nosotros y luego pretendemos ver la meta, pero sabe, eso es un error, ya que puede sucedernos que no nos guste lo que vemos o lo que somos y eso no nos permita levantar la mirada y entonces nos tomará tiempo el resolver lo que somos para que podamos estar tranquilos o felices, para luego ver la meta.

Esto se lo digo, porque esa meta eterna que Jesús nos ofrece, es una meta libre de juicio, llena de perdón, que reconoce aquello que Él puso en nosotros desde que nos creó y nos da la oportunidad de mejorarlo, engrandecerlo y ponerlo a su servicio, como será justo durante la eternidad, pero es más fácil que lo hagamos a su estilo y no al nuestro.

Si lo vemos y lo entendemos de esa manera, nuestro concepto de ser felices va a cambiar radicalmente, porque no vamos a depender de un punto o un momento en nuestra vida para poder ser felices, ni nos vamos a tener que esforzar mucho por ello, como tampoco vamos a tener que compararnos con nuestro pasado para sentirnos bien, solo tenemos que tener una consciencia de quienes somos y donde estamos parados, para entender que cada día podemos acercarnos mas a la meta, si hacemos las cosas como Dios nos sugiere y asegurar nuestro avance constante, en donde lo cotidiano no afecta ni el paso ni el ritmo al que avanzamos, ya que somos simplemente felices.

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