Desde pequeños nos han enseñado a esforzarnos y a ser disciplinados, a tener buenos empleos, a comprar coches y casas, nuestro objetivo es tener una mejor vida que la que nuestros Padres tuvieron y a no pasar por los problemas que ellos tuvieron y ellos pasaron y poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos enrolando en una vida muy diferente a la que nos imaginábamos que íbamos a tener cuando éramos chicos.

Recuerdo perfectamente que mi Mamá nos decía siempre “el siguiente coche tiene que ser un coche mas grande, un “coche de adeveras”, y aunque por un lado era muy atractiva la idea de comprar un coche mas grande y de mejor marca la siguiente vez, también era mucha la presión, ya que era un gasto mas grande y conforme pasaba el tiempo empezaba a gastar mas dinero en cosas que antes no lo hacía.

Esto que le platico sucedió por algunos años, hasta que llegué a tener un coche mejor de lo que jamás llegué a imaginar, en menos de lo que pensé, me vi bendecido con un coche europeo a un súper precio, que coche!, después de un tiempo, el problema era que vivía en una gran ciudad, la cual tenía que cruzar de lado a lado en medio del tráfico por cerca de hora y media, en realidad no estaba dispuesto a exponer mi coche de lujo a ese riesgo y a ese desgaste de manera diaria, cuando menos lo pensé, aquel coche ya no era lo óptimo para mi, así que empecé a orar.

Cuando le digo que empecé a orar, me refiero a que por primera vez en mi vida, involucré a Dios en la toma de decisiones acerca de mi coche, antes solo lo invitaba a que fuera Él quien fuera el proveedor del dinero que necesitaba o a que me ayudara a obtener un descuento, pero esta vez estaba en ciertos aprietos, ya que necesitaba hacerme de un segundo coche (obvio, no quería deshacerme de aquel coche de lujo), necesitaba que fuera un buen coche, necesitaba que fuera pequeño y económico, y mas importante que todo, que mi Madre estuviera de acuerdo, ya que era algo contrario a lo que ella nos había enseñado a mi hermano y a mi durante años, y su opinión era muy importante para mi.

Para mi asombro la respuesta fue casi inmediata y Dios puso frente a mi un coche que jamás había cruzado mi mente, un pequeño Smart de 2 plazas, lleno de curiosidad fui a la agencia, lo vi, me subí en el, lo probé, me enamoré de el, ahora solo faltaba el consentimiento de mi Madre (como le decía, su opinión me es muy importante, y Dios me ha confirmado muchas cosas importantes por medio de ella), así que pedí en la agencia me regalaran un folleto del coche para llevar a casa, y resultó que el folleto no era mas que una simple y sencilla postal.

Al llegar a casa, estaba muy nervioso, no sabía como era que mi Madre reaccionaría, además solo llevaba una postal en mi mano!, para mi sorpresa, le encantó la idea, de manera que al día siguiente fue ella quien me pidió la llevara a la agencia a ver el coche y para no hacerle la historia larga, ahora es ella quien maneja ese pequeño Smart que compré hace unos años.

Curiosamente, ahora varios en mi familia tenemos coches de esa marca y somos muy felices con ellos, casi podríamos considerarnos evangelistas de la marca, ya que ese tipo de coche rompió con nuestro esquema de pensamiento.

La realidad, es que Dios respondió puntualmente a mi oración y me dio algo que cumplía con cada uno de los puntos que había puesto en ella, y sobre todo me dio algo por medio de lo que podía darle gloria en todo momento, al día de hoy he comprado 2 coches de la marca y ambos han llegado a mi vida de manera milagrosa.

Muchas veces solemos orar por cosas y esforzarnos por ellas y ocupamos nuestra vida en alcanzar esas cosas, pero si no involucramos a Dios en el proceso de decisión, nunca sabremos si realmente era su voluntad el que las tuviéramos o las alcanzáramos, aún así podemos salirnos con la nuestra y obtenerlas, pero no nos servirán de mucho, ya que nuestra circunstancia puede cambiar o simplemente nuestras prioridades.

Pocas de las cosas que hacemos a diario nos ayudan a la eternidad, tenemos los ojos tan puestos en este mundo, que poco hacemos para prepararnos para cuando lo dejemos, las personas suelen pensar que la eternidad comienza el día que nos muramos, pero en realidad, comienza desde el día que decidimos invitar a Jesús a nuestra vida, el día que le hacemos partícipe de nuestras decisiones, el día que dejamos de tener un monólogo con Él y empezamos a escuchar su voz y a dialogar.

La cita de hoy nos habla de eso, nos recuerda nuestra alma, que es aquella que sin querer entregamos por cosas, por personas y nos olvidamos de su importancia, nuestra alma contiene nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, y puede ser gobernada por si misma, o bien por el espíritu que Dios pone en nosotros, si se gobierna a sí misma, esta sujeta a los problemas y limitaciones de su entorno, pero si esta sujeta al Espíritu de Dios, el universo está a sus pies, solo que tendrá que aprender a sujetarse y a escuchar.

El ejemplo de mi coche puede parecer vano, pero sabe, le puedo garantizar que aun de esos pequeños detalles se encarga Dios cuando le dejamos de usar como nuestra caja registradora y le invitamos a ser parte activa y esencial de nuestra vida.

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Un comentario

  1. Muy cierto! Tambien como tu lo he comprobado. Y yo me subi «en la cajuela» de ese Smart by the way.