Siempre me han sorprendido las personas que dicen tener miedo de acercarse a Dios por el hecho de pensar que tienen que “cambiar”, o dejar de hacer ciertas cosas, o bien hacer otras, al meditar en ello, me causa un poco de gracia el hecho de que tienen la idea de que tienen que dejar de hacer cosas que realmente no hacen tan seguido, pero que les “gustaría” tener la opción de hacer.

En realidad eso es una mentira, el acercarse a Dios no significa que tenemos que cambiar de hábitos y ahora convertirnos en una puros y castos ángeles que estamos en espera de que nos llegue nuestra arpa para sentarnos en nuestra nube a cantar, es n hecho que Dios aborrece el pecado, pero antes que nada debemos de tener bien claro que es pecado y que no lo es y dejar que Dios nos convenza de ello, y una vez que nos haya quedado claro lo que es pecado, y que estemos convencidos de ello, declara la palabra de Dios que Él pone el querer como el hacer en nosotros, en otras palabras, se convierte en algo que es parte de nuestra naturaleza hacer o dejar de hacer.

Es importante entender que actos como el tomar alcohol y el tener ciertos amigos no es pecado, en ningún lado lo dice, el pecado empieza en cuanto ese alcohol y esos amigos pueden mas que nosotros y rigen sobre nuestro entendimiento y nos hacen cautivos de nuestros sentimientos y nuestras pasiones, es decir, cuando el abuso de el alcohol y de la influencia de nuestros amigos, nos obligan a hacer cosas que normalmente no haríamos, pero Dios no le prohibe tomar alcohol, ni le prohibe juntarse con nadie, mas bien le advierte de los efectos del abuso de uno y del otro.

Lo mas interesante del asunto es que esto es un juego de consciencia, en otras palabras, nuestra consciencia nos acusa todo el tiempo y todo el tiempo tenemos un entendimiento que tiene perfectamente claro que es lo que es bueno y nos beneficia y lo que no, el problema radica en que nuestro entendimiento y nuestros sentimientos no están puestos de acuerdo y raramente los juntamos a dialogar, siendo que ambos están cerca en nuestro interior.

Vivimos en un mundo regido por los medios, poco a poco y cada vez mas vivimos de acuerdo a aquello que otros dicen y nos hacen creer y entender que es bueno para nosotros y sabe, cada vez somos bombardeados con información que nos hace creer que esta vida se trata de nosotros y de lo que sentimos y cada vez mas hay quienes luchan con todo lo que son por defender lo que sienten por encima de lo que piensan, hoy en día es asombroso ver como existen incluso demandas penales que terminan en el pago de sumas estratosféricas o la cárcel para aquellos que hacen sentir mal a alguien o le ofenden en su manera de vivir y de sentir, es inaudito, hemos dejado a un lado nuestras buenas costumbres, para convertirnos en prisioneros de nuestras pasiones.

La Biblia nos habla de todo lo contrario, la Biblia pretende llevarnos una y otra y otra vez a una vida de entendimiento, es decir, a una vida en donde estemos bien conscientes de donde estamos, a donde vamos y que es lo que necesitamos para llegar ahí a donde vamos y lo mas importante, que ese “a donde vamos” no depende de “si Dios quiere”, sino depende de que tan dispuestos estemos a hacer el propósito de Dios en nuestras vidas, teniendo en cuenta que el plan de Dios es mejor que el nuestro y que está lleno de beneficios para nosotros, mejores de lo que hubiéramos podido pensar y pedir para nosotros mismos.

La cita de hoy me gusta, me anima, me reta a pensar de manera distinta, yo en lo personal soy alguien a quien le gusta ser directo y a hablar sin rodeos, y me gusta que me hablen de la misma manera, he descubierto que Dios es de la misma manera, Dios prefiere alguien que se acerque a Él aun cuando sea para reclamarle o quejarse que alguien que va y trata de aparentar alguien que no es, Dios ama a aquellos que buscan su voluntad y que como en este caso en la cita de hoy, entienden que a veces la palabra puede sonar dura, pero en realidad, no hace otra cosa que evitarnos el sufrir y lejos de eso nos ayuda a llenar nuestra vida de satisfacciones.

Es por eso que Dios a veces usa a otros para hablarnos y esa manera de hablarnos por medio de otros, es para ayudarnos a entender algo que estamos en riesgo de caer y que nos haga ir en dirección contraria a lo planeado por Dios, es por eso que debemos atesorar cuando alguien nos reprende y escuchar bien sus palabras, ya que puede ser Dios mismo quien nos habla, nos reprende y de paso nos da un jaloncito de orejas para que retomemos el rumbo y recibamos y vivamos en bendición.

En otras palabras, Dios anhela que vivamos expectantes de su voz y su manifestación en nuestra vida y que aún las cosas que consideremos incómodas, prestemos atención ya que pueden venir de Él quien nos habla y nos viene a mostrar amorosamente que estamos tomando la ruta equivocada y que corremos el riesgo de pasar un mal rato su seguimos por ahí.

 

Lectura del día de hoy: Proverbios 18

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