Existen muchos términos, palabras y frases que hemos escuchado toda la vida, pero en realidad no entendemos exactamente de que se tratan, la gracia es uno de esos términos que me he dado cuenta no son del todo entendidos, por tanto no son aplicados o recibidos de manera adecuada y por ello le quiero contar un poco acerca de esta palabra que tiene gran poder, gran profundidad y que puede ser una gran aliada en su caminar diario.

Muchas veces caminamos por la vida haciendo cosas que sabemos que no son correctas,  que en ocasiones, ni siquiera tenemos la certeza de que están mal, pero nuestro corazón así nos lo dicta, mas no sabemos como hacerlo de manera distinta, entre tanto nos hemos llenado de mitos acerca de Dios y de otras ideologías y vivimos una vida muy cansada, ya que en todo momento estamos esperando que algo malo nos suceda a consecuencia de nuestros actos y nuestro mal comportamiento, he escuchado acerca de todo tipo de cosas, desde el famoso karma, hasta el castigo de Dios, pero sabe, no hay una ley divina que nos castigue, ni hay un Dios que nos castigue, obviamente si no hacemos nada por remediar nuestra situación, habrá un momento en que nuestros actos tengan consecuencias, pero por lo general son consecuencias lógicas y naturales, mas nada relacionado con lo divino o proveniente de parte de Dios.

Desde que Dios nos creó supo que tendríamos una tendencia al pecado, Él nos creó, siempre supo que Adán y Eva desobedecerían y había una intención detrás de ello, pero ese es otro tema en el cual no puedo profundizar ahora mismo, pero juntamente al saber que nuestra vida estaría asediada por el pecado, Dios decidió tener misericordia y gracia para sus hijos y es aquí donde se pone buena la cosa.

Primeramente tenemos que entender que desafortunadamente no todos somos hijos de Dios, cuando nacemos tenemos la calidad de criaturas de Dios, pero el hacernos sus hijos tiene que ver con el hecho de realizar un acto racional y confesarle como nuestro Señor y Salvador, el mismo Jesús insistió en esto una y otra vez, nos es necesario nacer de nuevo, para poder nacer como hijos de Dios y eso es tan fácil como hacer una confesión de fe.

Entre que eso sucede, Dios tiene misericordia de nosotros, la misericordia según la Biblia, es el que usted y yo no recibamos aquello que merecemos a causa de nuestro pecado, es decir Dios tiene misericordia para con los hombres, con la esperanza de que le reconozcan y se arrepientan de sus malos caminos y que puedan entrar a la dimensión de hijos, obvio, también la misericordia es para sus hijos, ya que el haber hecho esa famosa confesión de fe no los hace perfectos, sino los lleva a un proceso en el cual serán transformados.

Ahora bien la gracia es otro asunto, a mi gusto mucho más interesante que la misericordia, ya que la primera evita que nuestro pecado tenga consecuencias, pero la gracia nos abre las arcas de los cielos, y entiéndalo de esta manera, la gracia, es el que recibamos aquello que no merecemos a pesar de nuestro pecado, es decir, Dios nos da de su abundancia (en todos los aspectos) a pesar de que nuestro pasado, incluso el pasado inmediato indicara que merecemos lo contrario.

En el mundo natural, estamos acostumbrados a que todo tiene un precio y que tenemos que dar siempre algo a cambio de lo que esperamos recibir y así será mientras no decidamos vivir de acuerdo al mundo sobrenatural en el que Dios vive, la Biblia nos enseña que Jesús ya pagó el precio de nuestro pecado, aún del pecado que no hemos cometido todavía, por tanto, todo lo que tenemos que hacer es arrepentirnos genuinamente de aquello que sabemos que no es agradable a Dios y aprender a recibir la gracia de Dios.

Ahora, como aprendemos a recibir la gracia?, le voy a contar mi experiencia personal, hubo un momento en donde lejos de vivir bajo gracia, me la vivía prisionero de la culpa, y hasta que llegó el momento en el que me di cuenta que no me había arrepentido de mi pecado de manera genuina, ya que solo reconocía que era malo, pero mi carne estaba mas que dispuesta a pecar de nuevo en cuanto se presentara la ocasión, era como una debilidad en mi, cuando fui honesto conmigo mismo, fui delante de Dios y le dije “Dios esta es mi condición y no puedo hacer nada con respecto a ella, se que lo que hago es malo, pero hay algo en mi que no me permite dejar de hacerlo, pero sabes, por primera vez en mi vida quiero dejar de hacerlo” y fue ahí donde todo cambió, el reconocer que no podía dejar de pecar, pero tener la honesta y verdadera intención de dejarlo de hacer, me puso en la dimensión de la gracia, es decir, le di oportunidad a Dios de que fuera ese Dios que necesitaba y que hiciera las cosas a su manera, todo lo que necesitaba era declararme débil e incapaz de dar solución a mi situación.

La gracia de Dios no solo me ayudó a dejar de vivir una vida en pecado, sino me llenó de otras cosas que eran mas interesantes y mas atractivas que el pecado, pero que a su vez no merecía, solo las recibía por gracia, y cada vez vivo mas dedicado a reconocer mi debilidad para poder seguir siendo objeto de la gracia de Dios y fortalecido por el que me da verdaderas fuerzas que en definitiva no vienen de mi.

Yo le invito a que de ese paso, si nunca ha hecho una confesión de fe, este es el mejor momento para hacerla, aprenda a ser verdaderamente perdonado y pase de la dimensión de la misericordia de Dios a la dimensión de la gracia, donde Dios hace gala de su poder en todo tiempo, a quienes simplemente reconocemos que no somos lo suficientemente fuertes para hacerlo por nuestra cuenta.

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