Cada determinado tiempo, todos llegamos a la etapa donde necesitamos de Dios, de manera que dirigimos nuestra mirada a Él y en nuestra necesidad, es muy común que empecemos a enumerar la cantidad de cosas que hicimos, el pecado que hay en nuestra vida, las actitudes erróneas que solemos tomar y que se yo que tantas cosas, y posteriormente le pedimos desesperadamente que nos cambie y nos ayude a ser aquello que Él espera de nosotros, aunque en realidad no visualizamos bien lo que esperamos que haga, sino simplemente lo imaginamos como una mejor versión de nosotros mismos.

Al no entender que es lo que Dios puede querer hacer de nosotros, nos convertimos en resistentes al cambio, creo que a ninguno de nosotros nos gusta ceder el control, bueno… a veces si, a veces cuando las cosas están tan mal que ya no podemos con ellas, automáticamente solemos poner las situaciones en manos de Dios para que sea Él el que las arregle, curiosamente no nos acordamos de Dios (por lo general) para entregarle todo cuando esta bien, por tanto nos resistimos al cambio ante el no saber que es lo que sucederá.

Quiero entender que el “cámbiame” y el transfórmame” son 2 de las oraciones con menos respuesta por parte de Dios y la razón tiene mas de una respuesta y se las quiero compartir:

Primeramente, como lo mencioné, queremos un cambio para bien obviamente, pero no lo visualizamos, por tanto no pretendemos ceder ante nada que no esté dentro o bajo nuestro control.

Segundo, no estamos dispuestos a pagar el precio, es decir, queremos ser mejores y por medio del ser mejores recibir beneficios, pero estamos mas acostumbrados a los beneficios que a Dios.

Tercero, no entendemos que el cambiar o ser transformados es parte de un proceso y que ese proceso no es inconsciente.

Es mas sencillo de entender de lo que cree, la misma Biblia menciona el ejemplo del pedazo de barro y el alfarero, el pedazo de barro es áspero de olor y color desagradable, de hecho creo que fuera del alfarero, nadie mas sabe apreciar la belleza de un pedazo de barro y pocas muy pocas personas invierten tiempo con un pedazo de barro sin conocer el potencial que hay en el.

El alfarero amasa el barro, eso quiere decir, revuelve todo lo que hay en el y asegura que nada esté en el lugar que estaba para luego darle forma, durante este proceso, el alfarero tiene que agregar agua constantemente, y como usted y yo sabemos, el agua es símbolo de la palabra de Dios en la Biblia, por tanto, Dios simplemente se asegura de que todo lo que sabemos y todo lo que entendemos deje de ser de esa manera y para ello necesitamos mucha lectura de la palabra de Dios.

Posteriormente y con su nueva forma el barro es puesto a hornear o cocinar, es decir Dios pone a prueba quienes somos, pero sabe, no es que nos permita pasar por problemas para ver si resistimos y somos fieles, quien crea eso está mas que equivocado, en realidad Dios quiere saber cuanta de esa agua que uso en nosotros se quedó ahí, lo que pretende con ello es hacer que la palabra que derramó en nosotros se haga viva y que sea solo “algo” que leímos, por tanto el alfarero al sacar la pieza del horno y ve que ésta no se coció correctamente, la puede quebrar y volver a comenzar de nuevo, hasta que el agua y el trato del alfarero hayan verdaderamente comenzado a transformar el barro en una pieza digna de admirarse.

Una vez que la pieza superó la prueba del horno, es cuando obtiene su cubierta cerámica,  y esto el Espíritu Santo, pero a su vez, éste no está ahí para que nos vaya bien y que nos sea un lindo accesorio, por el contrario, la cubierta cerámica nos hace resistentes a temperaturas mas altas y tenemos que pasar por un proceso en el cual Dios nos muestre como con lo que Él pone en nosotros somos capaces de resistir mas y  que  de nada seremos de utilidad sin esta cubierta, que no solo nos hace mas resistentes, sino que a su vez nos hace suaves a la vista y al tacto.

La verdad no soy muy afecto de usar éste tipo de ejemplos, ya que muchas personas solo los entienden como un mensaje lindo, pero es importante que lo entienda, si usted anhela bendición en su vida, primeramente tiene que estar consciente del proceso y tiene que estar dispuesto a pasar por el proceso, y cada parte del proceso tiene su requisito, y no hay manera de entrar al proceso mas que por medio de una oración específica, en la que usted hace de Jesús su Señor (con autoridad para gobernar sobre usted) y su Salvador (alguien de quien depende ante aquello que es parte de su naturaleza y le acosa) y le da autorización para empezar a trabajar en usted.

La cita de hoy nos dice que Dios termina con gran gloria todo aquello que empieza, pero sabe, Él no necesita transformarle, es usted quien necesita estar dispuesto a pasar por el proceso y entender cada etapa de ese proceso, de manera que no se raje a medio camino, sino que sea una pieza gloriosa digna de ser presumida por Dios.

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