Estoy seguro que alguna vez ha escuchado la frase de: “cuando sea grande quiero ser como tu”.

Cada vez que pienso en mi Mamá al hacer negocios, siempre pienso dentro de mi: “cuando sea grande, quiero ser como ella”, he visto con gran admiración que es una de las personas mas organizadas y mejor administradas en términos de dinero que conozco, no es porque sea mi Mamá, pero es como un Midas moderno y como diríamos coloquialmente, no da paso sin huarache, es decir, no actúa sin tener la absoluta certeza de tener éxito en lo que emprenda.

Mi Mamá y su familia vienen de un entorno humilde y tanto mi Mamá como sus hermanos tuvieron que trabajar desde muy jóvenes para ayudar a la familia y apoyar a los hermanos mas chicos con los gastos de sus estudios, esta misma situación llevó a mi Mamá y a sus hermanos a ser muy unidos durante ese tiempo y muy apegados a mi Abuela de quien aprendieron el hábito de ser administrados con el dinero y planear con cuidado cada compromiso que adquieren para salir adelante.

No le voy a negar que durante mucho tiempo me intrigaba el como tanto mi Mamá y mis Tíos hablaban con cierta veneración acerca de mi Abuela y como recuerdan esos tiempos con gran nostalgia a pesar de que batallaban mas que hoy en día, había algo dentro de mi que simplemente no lo comprendía y a su vez, me preocupaba el no poder sentir lo mismo para con mis Padres, con el tiempo me di cuenta que las cosas cambian conforme avanza el tiempo, mis Padres no tuvieron las carencias que mis Abuelos tenían y por tal hay muchas cosas que no se dieron de la misma manera, en lo particular en mi familia tenemos una relación muy estrecha y creo que es raro el día que no hablo con mi Hermano o mi Mamá a pesar que vivimos lejos el uno del otro.

Mi Mamá siempre ha renegado tanto con mi Hermano como conmigo acerca de nuestros hábitos financieros, ya que desafortunadamente no somos tan administrados como ella, y me llama la atención que ella lo ve como algo normal, ya que así creció, para ella era y es algo natural, nuestra realidad era distinta, pero el otro día al ir de viaje con ella me contó una anécdota que me dejó muchas cosas claras y se la quiero compartir.

Mi familia nunca fue una familia que profundizara en la palabra de Dios, pero siempre ha sido una familia que busca mucho a Dios y obvio, cuando se está en constante necesidad como en los tiempos que mi Mamá y Tíos vivían en constante carencia era más que normal vivir en dependencia de la intervención de Dios, pero había una regla de oro, no importaba cuanta necesidad hubiera en casa, siempre el primer salario de cualquier trabajo nuevo iba directo e íntegro a ser entregado como primicia, es decir era entregado a la iglesia.

No le se decir si mi Abuela inculcó este hábito con consciencia y conocimiento de la Biblia, pero es algo que siempre fue y ha sido así con sus hijos durante toda su vida y eso ha sembrado bendición y ha asegurado el favor de Dios en todo lo que emprenden, ya que han reconocido ya sea por obediencia a mi Abuela o por amor a Dios que a Dios le corresponde lo primero y lo mejor.

Algo que he aprendido a amar de la palabra de Dios es que toda bendición se hereda de Padres a hijos y el buen hábito de mi Abuela se heredó en prosperidad y finanzas sanas en mi Mamá y Tíos, la fidelidad de éstos nos ha sido heredada en forma de prosperidad a mi, mi hermano y mis primos y si seguimos buscando el rostro de Dios y siendo fieles y entregándole siempre lo primero y lo mejor a Dios, aseguraremos una vida plena y una gran herencia a nuestras generaciones futuras.

Obviamente esto no es una regla, no tiene usted que entregar específicamente su primer salario a su iglesia local para asegurar bendición económica, ya que Dios no es un Dios de rituales, eso hacen las religiones, lo que Dios ve, es el corazón, el anhelo que tenemos de agradarle tal como hizo Abel, quien escogió lo mejor de su cosecha y aunque ambos tanto Caín como Abel traían lo primero para Dios, a Dios le agradó mas la ofrenda de Abel, ya que la había escogido y no solo llevó lo primero, sino lo mejor.

Tengo un gran amigo, que cuando recibe su pago y va al banco a retirar su primicia, su diezmo o su ofrenda, pide en la ventanilla que le den puros billetes nuevos, incluso en eso quiere agradar a Dios, nadie mas lo nota, solo Dios y el, pero es algo que habla del corazón de mi amigo y de como busca agradar a Dios en lo mas mínimo.

Hay personas que tratan de servir y agradar a Dios buscando hacer obras de caridad y beneficencia, pero Dios no pide eso, Dios pide el primer lugar en nuestro corazón para Él, el pide ser considerado antes que nadie en nuestro tiempo y aún en nuestras finanzas, si así hacemos, no solo tendremos los recursos y el tiempo para hacer lo que necesitamos y lo que queremos, sino mas allá de lo que imaginamos.

El devocional de hoy habla de eso, y le quiero invitar a lo siguiente, piense en sus finanzas, reflexione acerca de ellas, realmente Dios juega un papel en ellas? (a parte de proveerlas) y si es así, realmente tiene Dios el primer lugar en sus finanzas?, si por alguna razón la respuesta a alguna de estas dos preguntas o a las 2 es no, es tiempo de que cambie sus hábitos financieros y porque no, todos sus hábitos personales, familiares y de trabajo, acostumbre dar su primicia a Dios, aprenda a sembrar bendición y asegure el éxito en todo lo que haga y emprenda y garantice el éxito a sus generaciones venideras.

Recuerde que si por alguna razón no ha hecho las cosas de acuerdo al orden de Dios esta usted a expensas de sus propios actos y por ende a las consecuencias de estos, la ley de Dios aplica para los que la conocen y también para aquellos que no la conocen, es decir, no le puedo decir que mi Abuela supiera acerca de las primicias, pero el entregarlas le aseguró éxito, crecimiento, prosperidad que aun prevalecen 2 generaciones mas adelante y le aseguro que muchas mas, ya que esas generaciones buscamos agradar a Dios en todo, incluyendo nuestras primicias.

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2 Comentarios

  1. Exelente hermano, gracias por compartir es ta experiencia. Un abrazo desde Mérida.