Hace unos días alguien me preguntaba como tener éxito en la vida, y obviamente, hay muchas respuestas a esa pregunta, aunque todas van a tener un contexto con el ser bueno y amar aquello que hacemos, con el ser excelentes y todo aquello que tiene que ver con el esfuerzo, la constancia, la excelencia y lo bueno, pero sabe, aunque todo eso es 100% cierto, eso solo tiene que ver con nuestro alcance humano, todo eso lo podemos hacer en nuestras fuerzas y con nuestro intelecto, y muchas veces corremos el riesgo de que el resultado sea proporcional a nuestro empeño y a nuestra pasión.

Pero… que hay de Dios?, como le hacemos para que Dios intervenga en nuestros planes?, como le hacemos para que sea Él quien nos asegure tener éxito?, o simplemente estamos en sus manos y “si Él quiere” nos bendice y si no, pues no?

Algo que siempre tomo en cuenta al comenzar a hacer cualquier cosa, al comenzar cualquier proyecto, es el principio de la Biblia, me emociona que desde el comienzo Dios habló en plural, dijo “hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra”, esto quiere decir que desde antes de crear la tierra y desde antes de crear al hombre, Dios tenía un plan, desde siempre fue Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, en otras palabras, Dios desde antes de crearnos nos planeó tal como somos, con la consciencia de que habíamos de fallar, pero que enviaría a su Hijo (o vendría Él mismo, como lo quiera usted plantear) a salvarnos, y que además nos haría a su imagen y semejanza, para que pudiéramos aspirar a imitarle y mas importante aún a considerarnos parte de su creación y su familia y por ende herederos suyos.

Es en este último punto que quiero detenerme, en el ser herederos, es algo que nos cuesta mucho trabajo entender y tiene que ver con la cultura actual, ya que normalmente (al menos en México y la mayoría de los países de Latinoamérica) solemos recibir la herencia de nuestros padres el día que estos mueren, pero en los tiempos de la Biblia era distinto.

La Biblia habla de que los Padres o Patriarcas heredaban a sus hijos e incluso a sus nietos aún en vida, se aseguraban de tener los suficientes recursos para asegurar que sus hijos tuvieran un buen matrimonio, una casa e incluso un negocio que les proporcionara una buena manera de vivir, por ello no es raro el leer que en el relato del hijo pródigo el hijo pida su herencia a su Padre y éste se la de, ya que era parte de la manera de vivir de aquellos tiempos.

La Biblia es un documento vigente y actual, pero depende de nosotros que lo conozcamos, que lo creamos y lo pongamos en práctica, es decir que creamos aquello que dice.

Un principio básico que trato de llevar a cabo en mi vida de manera cotidiana es el siguiente: Dios no solo es el creador del universo, sino que sigue siendo su propietario, único, total y absoluto, además de esto, Él es mi Padre y yo como su hijo tengo derecho a ser su heredero y no tengo que esperar a que Él muera (ya que no lo hará) para recibir sus beneficios, y es su intención (la de Dios) el bendecirme a mi, y a mis generaciones venideras, por lo que es mi responsabilidad hacer como el hijo pródigo (obvio solo la primera parte) ir delante de mi Padre y pedir mi heredad, y todo depende de como lo querramos tomar en lo físico o en lo espiritual (le recomiendo lo segundo) y escojamos que parte de la creación de nuestro Padre deseamos poseer.

La cita de hoy es mi sustento Bíblico para este acto, cada vez que veo a un cliente nuevo, que hago una nueva negociación, cada vez que me presentan a alguien, incluso a veces cuando voy a un estacionamiento muy concurrido, declaro de acuerdo a esta cita, que todo lugar que pisare la planta de mi pie me será entregada, y al recibirla, tengo total dominio sobre ese lugar, por tanto mi autoridad es la que gobierna y con la ventaja de que mi autoridad viene de Dios, pues ni como dudar que las cosas sucedan.

El resto, si depende de mi, es decir, al hacer aquello que Dios pone en su palabra a mi favor, aseguro su intervención, aseguro que Él vaya conmigo, aseguro que todo me sea entregado, el siguiente paso es ser bueno en lo que hago, amar lo que hago, ser excelente en lo que hago, para reflejar a aquel a quien fui hecho a su imagen y semejanza.

Le invito no solo a leer y tomar esta cita para su vida cotidiana, sino encuentre en la Biblia muchas otras promesas que le ayudarán a vivir como un verdadero hijo y heredero de Dios y embajador del Reino de los Cielos.

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Un comentario

  1. GRacias por compartir este pensamiento y gracias por su guia espiritual, estaremos en contacto hoy iniciamos a leer sus devocionales.