Por cuestiones de trabajo, esta semana me tocó viajar al estado de Carolina del Sur en los Estados Unidos, la ciudad a la que vengo es un destino poco usual dentro de la rama del turismo que es en la que me desempeño, por lo que un vuelo desde Guadalajara costaba algo muy similar a un vuelo redondo a Europa, por tal tuve que acceder a la petición de mi cliente de usar sus millas de viajero frecuente y tomar un vuelo pagado con ellas, lo cual lo hizo un vuelo con un itineario muy complejo, en el cual tenía que estar prácticamente de madrugada en el aeropuerto de Guadalajara y hacer una escala de mas de 7 horas en la ciudad de Atlanta, para tomar mi vuelo de conexión y llegar a eso de las 10 de la noche a mi destino.
El solo pensar en tomar ese vuelo me daba algo de pereza, pero me consolé con el hecho de pensar que tenía mucho que hacer y que leer y era precisamente eso lo que haría durante todo ese tiempo.
Una vez en Atlanta, tenía que dominar el territorio y saber donde comería, y donde pasaría mis preciadas 7.5 horas del domingo, y sabe, quedé asombrado por todo lo que logré hacer durante ese tiempo, pero no le niego que fui muy feliz al saber que era hora de abordar mi vuelo con destino a descansar.
Mi segundo vuelo fue en un avión pequeño, que estaba completamente lleno, cuando por fin había un pasajero en cada asiento, habían dado los avisos de rutina y todo parecía indicar que estabamos listos para despegar, nos dieron la noticia de que el avión tenía un desperfecto y para poder arreglarlo, teníamos que bajar del avión, ya que generabamos demasiado peso para que los técnicos pudieran maniobrar con libertad.
De regreso en la sala de abordaje, recibíamos uno y otro aviso de que la descompostura no era tan fácil de reparar y que demorarían más de lo esperado, de modo que pasamos otras 2 horas en el aeropuerto de la ciudad de Atlanta, hasta que por fin pudimos abordar de nuevo y despegar con rumbo a nuestro destino.
Creo que en toda mi vida laboral y en todo el tiempo que he viajado, nunca había pasado tanto tiempo en un aeropuerto, ni había tenido que esperar tanto tiempo por un vuelo, pero sabe, a su vez me quedaron claras un par de cosas.
Independientemente del tiempo que tenía que esperar entre vuelo y vuelo y la demora que hubo por la descompostura, sabía que tarde o temprano llegaría a mi destino y que no importaba si llegaba tarde o temprano, el objetivo de mi viaje se tenía que cumplir, si no, todo aquello sería una pérdida de tiempo, por tanto, aproveché todo mi tiempo libre para sacar pendientes, avanzar otras cosas que sabía que tendría que hacer en un futuro cercano y también aproveché para contestar emails de los lectores de estas líneas que no había respondido, sin querer, mi tiempo se me fue como agua y terminé con una gran sensación de satisfacción por todo lo que hice y todo lo que logré durante ese tiempo.
En nuestra fe no nos sucede distinto, hay cosas y asuntos por los que tenemos que esperar a que sea el tiempo de Dios para que sucedan e incluso en ocasiones tenemos que sufrir demoras como lo que me sucedió, para asegurar nuestra llegada segura a esa bendición y a aquello que estamos pidiendo a Dios y esperando de Él.
Creo que no hay cosa mas desesperante que esperar algo y no recibir respuesta, pero sabe, cuando no hay respuesta, no nos queda otra mas que esperar, y lo importante no es esperar, ni ser pacientes, sino lo que hagamos durante ese tiempo en el que esperamos.
Hay personas que cuando piden algo a Dios se detienen por completo e incluso dejan de crecer en su fe, ya que pareciera que creen que su crecimiento espiritual depende de aquello que esperan, pero no es así, Dios tiene un montón de cosas para nosotros, y podemos avanzar para aprovechar nuestro tiempo en otros asuntos a su vez relacionados con Dios y nuestro crecimiento espiritual, sabiendo que ya Dios escuchó nuestra súplica desde un inicio y está trabajando en ello, solo necesita que sea el tiempo para que podamos recibir esa bendición y que la bendición no nos aleje ni nos distraiga del autor de la bendición misma.
Por tanto, le quiero hacer una invitación muy especial el día de hoy, haga un verdadero acto de fe, tome aquello que esta pidiendo a Dios, y con voz clara y audible entréguela en sus manos, confíe en que Él verdaderamente tiene el control de esa situación y enfoque su atención en otras áreas en las que si puede influir y crecer mientras espera, no se agobie por el tiempo, tómelo como una oportunidad, como un voto de confianza que Dios le da, para que le demuestre su amor y su agradecimiento, y que es usted un verdadero hijo o hija de Él que confía plenamente en su sabiduría para darle las cosas que espera a su tiempo.