Ayer leía acerca de los Israelitas mientras eran sacados de Egipto, este pasaje me ha dado muchas vueltas en la cabeza desde hace mas de una semana y esta mañana me ha quedado claro.

Si saliéramos a la calle e hiciéramos una encuesta acerca de quien quisiera un milagro en su vida, creo que el 100% de las respuestas serían afirmativas y mas porque solemos tener el concepto de que un milagro es algo bueno, que viene de Dios, pero a su vez que es algo aislado, que no sucede todo el tiempo, y creo que los Israelitas se encontraban en la mismas situación.

Los Israelitas pasaron 430 años en cautiverio egipcio, durante este tiempo estuvieron esperando que Dios los rescatara y llegó el día cuando Moisés fue llamado por Dios a hacerlo, desde ese momento los milagros comenzaron a suceder, Dios dio a Moisés una serie de instrucciones de las cosas y de los milagros que había de hacer, siempre lo anticipó a Moisés y por ende el pueblo de Israel lo sabía, para que les constara que era su Dios quien realizaba los milagros y que ellos estarían a salvo, tanto que les anunció en varias ocasiones que habría plagas que azotarían a Egipto, pero que aún viviendo ellos (los Israelitas) en Egipto, las plagas no los tocarían, es decir, tenían la garantía de estar bajo la mano de Dios.

Al salir de Egipto, Dios los llevó por una ruta alterna y no la ruta tradicional que se tomaría para ir a Canaan y le advirtió a Moisés que endurecería el corazón del Faraón y que vendría detrás suyo a perseguirlos, y así sucedió, pero la reacción de los Israelitas fue inaudita, se enojaron contra Moisés y le dijeron: “por que nos trajiste a morir al desierto?”, increíble, no?

Todos conocen la historia, Dios libró a los Israelitas de la mano de los Egipcios y abrió el Mar Rojo para que pasaran por en medio y luego cerró el mar sobre los carros del Faraón para que no los pudieran tocar, que mas grande muestra del favor de Dios que esa?

Pasaron 2 semanas y los Israelitas tuvieron hambre, y renegaron con Moisés: “por que nos trajiste a morir al desierto?, en Egipto éramos esclavos, pero había ollas de carne y podíamos comer lo que quisiéramos”, por mas que intento entenderlos, no puedo, no les bastó ver las señales en Egipto y que el mar se abriera para entender que Dios estaba con ellos?

Posterior a esto, Dios hizo descender pan del cielo todas las mañanas y codornices por las tardes y así hizo por los siguientes 40 años, es decir, diario vivían milagro, y sabe, aún así les costaba trabajo entender, poco mas delante caminan por una parte del desierto donde no hay agua y de nuevo van ante Moisés y le dicen: “por que nos trajiste al desierto a morir de sed?”

Le soy honesto a veces me preocupa encontrarme en la misma situación de los Israelitas, a veces me pregunto si soy tan ciego como ellos, que a pesar de ver la mano de Dios en mi vida a diario, aún así me atrevo a renegar delante de Él como si no hubiera sucedido nada con anterioridad.

Antes de ser esclavos en Egipto, los Israelitas disfrutaban del favor de Dios, incluso a Egipto entraron con los privilegios de ser parte del pueblo de Dios, su estado “normal” era la bendición, y con el paso del tiempo se fueron olvidando de Dios y del lugar de privilegio que tenían y adoptaron un nuevo estado “normal” el de la esclavitud y el de la aflicción y a pesar de ver los innumerables milagros y beneficios de Dios, no los habían adoptado, aún en su mente y en su corazón, los veían como algo que dejaría de suceder como si aún se encontraran abandonados a su suerte.

Algo muy similar nos sucede hoy en día, nuestro estado “normal”, nos hace entender que las señales de Dios son solo para algunos que son “buenos” o “escogidos”, creemos que los milagros son algo esporádico, tanto que usamos la frase “que milagro” para algo que no vemos tan seguido, como a algún amigo o algún suceso.

La pregunta es como cambiar nuestro estado “normal”?, y sabe, es sencillo, si es que en realidad lo queremos hacer, pero sabe, nos puede tomar tanto tiempo como querramos, ya que eso es lo que les sucedió a los Israelitas, ellos pasaron 40 años vagando por el desierto, para que Dios pudiera cambiarles su mentalidad de esclavos a conquistadores, le tomó 40 años convencerlos de que estaba con ellos y que los llevaría a cosas grandes y que quedarían registradas en la historia, para constatar que Él es Dios y que ellos son su pueblo.

La cita de hoy nos hace una invitación, nos dice “sed santos”, y esto no quiere decir que seamos limitados, y que dejemos de hacer cosas que nos gustan, la palabra “santos” significa “apartados”, pero no se refiere al mundo, sino a nuestro corazón, significa que antes que a otra cosa o persona, le demos un lugar a Dios, para que podamos verdaderamente creerle y recibir su favor.

Note que interesante es esto, los Israelitas son el pueblo de Dios y ellos sabían eso en el tiempo que fueron sacados de Egipto, pero ya no estaba grabado en su corazón, solo en su mente, es por eso que de desviaron tantas veces, y cuando por fin sucedió, Dios les dio aquello que les prometió y lo que tanto anhelaban, la famosa “tierra prometida”.

Es muy probable que usted esté esperando esa respuesta de Dios y que haya pasado horas, días o meses en oración buscando su favor y no lo recibe, pero pregúntese a usted mismo, en realidad su corazón es santo?, es decir, en realidad su corazón esta apartado para Dios?, o simplemente no esta seguro y todas aquellas cosas que ocupan su corazón no le permiten ver la mano de Dios en su vida, tal como a los Israelitas no les permitía ver a Dios en medio de todos los milagros y prodigios que hacía a diario en si vida.

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