Ayer medite un largo rato acerca de esto: no importa que tan lejos vayamos, ni cuanto cambiemos, nuestro pasado siempre estará ahí para recordarnos quienes fuimos, pero mas importante, para dejarnos claro quienes somos ahora.

Yo creo que no existe persona alguna que no haya elevado una súplica a Dios y en algún momento haya clamado al Creador del Universo, incluso si dice no creer en Él, obvio, no tengo datos que comprueben esto, pero entiendo de Dios que da la oportunidad a cada hombre y mujer sobre la tierra para hacerlo su Señor y Salvador.

Lo interesante es que cada vez que Dios hace algo en nuestra vida, la impacta para la eternidad, es decir, a partir de ese momento nada es igual, ni para Dios y obvio ni para nosotros, de manera que algo tiene que cambiar en nosotros y es ahí donde muchas personas no saben que hacer y corren el riesgo de jamás recibir una respuesta de Dios, al no estar dispuestas a que las cosas cambien en su vida.

Ojo, no se confunda, Dios no quiere cambiarnos a nosotros, es decir no tenemos la obligación de ser “buenos” para que Dios haga algo en nuestras vidas, sino que cuando Dios hace algo en nuestras vidas, a partir de ese momento, nada, absolutamente nada es igual y tenemos que estar dispuestos a ese cambio.

Soy un apasionado del antiguo testamento, obvio, toda la Biblia me gusta, pero tengo meses atorado entre Génesis y Exodo, es fascinante ver todo lo que hay que aprender de esos dos libros y de como podemos aprender a tener una relación efectiva, cercana y agradable con Dios, entiendo perfectamente el efecto de Jesús al venir a la tierra, pero no dejo de maravillarme ante la cercanía que había entre Dios y los hombres y mujeres del Antiguo Testamento, que privilegio tenían hombres como Enoc, Noé, Abraham, Jacob y muchos otros de que Dios viniera y les visitara cara a cara y cada vez que lo hacía, absolutamente todo cambiaba, nada era igual, sus visitas incluso llegaron a cambiar sus nombres, con lo cual era cambiado el sentido de sus vidas y mejorado.

Por tanto podemos entender que el toque de Dios en nuestras vidas produce un cambio, uno que tendrá un efecto eterno y nos será imposible acercarnos a Dios y recibir de su favor sin tener esto en mente, es por eso que Dios tiene un efecto transformador, ese efecto transformador a su vez tiene un efecto vivificante, que nos anima, nos fortalece, nos da nuevos brios, esas, son algunas de las mejores señales que podemos tener de que estuvimos en presencia de Dios y que ni aún nuestro humor pueden cambiar esas nuevas fuerzas.

Dios hace cosas que van en aumento, es decir, no hace cosas aisladas, ni en al mundo, ni en nuestra vida, todo esta directamente relacionado con lo anterior que hizo en nosotros y con miras a la eternidad, por ello es importante recordar de manera constante cuales son sus obras en nosotros para que de esa manera podamos también entender que es lo siguiente que hará, o cuando menos el rumbo que tomará la bendición que Dios ponga en nosotros.

Todo lleva a un solo lugar, Dios nos quiere bendecir, nos quiere sacar de ese lugar de perdición en el que nos encontrábamos, para que un día podamos regresar a ese lugar y ser parte de la obra de Dios y no solo hablar de Dios a quienes evidentemente lo necesitan, sino que podamos ser ejemplo de lo que Dios puede hacer.

La cita de hoy me impactó fuertemente, Dios libró de la muerte a Moisés y lo llevó a un lugar de privilegio como Príncipe de Egipto, luego, desde esa posición de privilegio, abrió sus ojos para que viera el sufrimiento de su pueblo, lo cual impactó su vida de manera que nunca fue igual de nuevo y luego le sacó de ese lugar y le preparó para gobernar no con el respaldo de Egipto, sino con el respaldo del Dios Todopoderoso, y cuarenta años después (el cuarenta es símbolo de disciplina), puso en el un celo por su pueblo y le regresó para ir por el, pero note como la cita dice “para ver si aún viven”, ya que entendía que Egipto era un lugar de muerte (Egipto es símbolo de pecado, y según la Biblia, la paga del pecado es la muerte).

Es interesante notar que el Pueblo de Israel conocía a Moisés, pero le conocía como Príncipe de Egipto, no como el libertador enviado por Dios, pero su aceptación fue casi (ojo dije casi) inmediata, ya que vieron el cambio y la obra de Dios en el, de manera que poco dudaron en seguirle.

Si Moisés no hubiera sido transformado por la obra de Dios, probablemente nunca hubiera regresado a Egipto y probablemente jamás hubiera liberado a su pueblo, pero Dios tenía un plan, y así lo tiene con usted y conmigo, Dios quiere hacer cosas poderosas que nos transformen y que poco a poco nos den una mentalidad conforme a la de Dios, para que llegue el día que podamos regresar y poner pie en la vida que solíamos llevar y podamos impactar en ese lugar y en esa gente la obra del Dios Todopoderoso y podamos sin darnos cuenta incluso, liberar, a decenas, cientos y por que no?, miles, todo es cuestión de dejarse usar por Dios.

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Un comentario