Muchas veces no nos damos cuenta de la gran responsabilidad que tenemos sobre nuestra boca, en ella existe la posibilidad de que hagamos a alguien en extremo feliz o sumamente triste, en ella esta la bendición o la desventura que caiga sobre nuestra vida cotidiana, en ella esta también contenida nuestra relación con Dios.
Con esto muchas personas quieren entender que tienen que hablar cosas buenas, para que les sucedan, pero tampoco es así la cosa, si así lo hacen, solo están jugando al juego de la superstición, y confiando en que algún poder superior escucha sus palabras y las cumple.
Dios dio poder a nuestra boca, para que de ella salgan las cosas que realmente creemos, pero el detalle está en que realmente declaramos muchas cosas que en no creemos y las queremos usar como aliciente a nuestra alma, le ha sucedido, queremos hablar las cosas que queremos y que esperamos, para alimentar nuestra esperanza, como si con ello agradáramos a Dios?
Dios no nos dijo que nos daría esperanza por medio de nuestra boca, nos dijo que nos daría poder, es decir por medio de lo que decimos, hacemos un impacto tanto en el Reino de los Cielos, como en la tierra, todo por medio de la autoridad espiritual que tenemos, y es ahí donde está el primer punto a considerar cuando hablamos, que lo hagamos desde nuestro espíritu y no desde nuestra carne.
La mayoría de las veces cuando hablamos algo bueno que deseamos o queremos, lo hacemos desde nuestra carne, con la esperanza de que sea escuchado por Dios y sea impactado en lo espiritual, pero no funciona de esa manera, y se lo voy a explicar:
Le ha sucedido que alguien le haga enojar y empiece usted a arder por dentro y que desde el fondo de su ser parecieran salir palabras que seguramente herirían de gran manera a esa persona que le hizo enojar, de la nada parecen venir a usted cientos de pensamientos y aún recuerdos de cosas que sabe usted acerca de esa persona y quisiera usar todo eso en su contra para hacerle sentir por lo menos la mitad de mal de lo que usted se siente?, bueno, no es exactamente de ese sentimiento del cual le quiero hablar, sino de ese sentimiento que le para y desde el fondo de su corazón y aún en contra de su voluntad le aconseja perdonar y bendecir a esa persona, ese sentimiento viene de su espíritu y es el que pretende dominar su carne y las palabras que usted diga en ese momento, son las que tendrán una repercusión tanto en la tierra como en el cielo.
Espero esto le deje claro como es esto del poder de la boca, ya que la boca es solo un instrumento del espíritu y dependiendo del estado de nuestro espíritu será aquello que salga de nuestra boca y el impacto que tenga en nuestra vida, es por ello que la cita de hoy nos recuerda que en la boca está el poder de la vida y de la muerte.
Y hablando de vida, Jesús nos recordó una cosa importante, Él es la vida (Juan 14:6), por tanto si podemos buscarlo a Él en la palabra y luego desde nuestro espíritu confesar lo que hizo por nosotros, el confesar su efecto en nuestra eternidad, el declarar la palabra de Dios desde nuestro espíritu, es entonces cuando nuestra oración dejará de ser una súplica y empezará a ser una declaración de poder, es cuando la cita de hoy se hará verdadera en nuestra vida y a nuestro favor.
Note como Dios tiene cuidado de nosotros, y que no solo quiere cosas “buenas” para nosotros sino que lo dispuso todo para que sucedan cosas poderosas en nuestra vida de manera seamos constantemente impactados por el Reino de los Cielos y nos quede mas que claro cual es nuestra naturaleza espiritual y que no pertenecemos a éste mundo, sino al mismo lugar el cual habita Dios.
Mi invitación de esta mañana es a que ponga en práctica esto, a que deje de solo hablar y empiece a declarar desde el fondo de su corazón aquello que está escrito y aquello que es vida para nosotros, aquello que es Jesús y que no dejará de ser sino hasta que venga de nuevo por nosotros.
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