Existe un dicho que reza “la intención es lo que cuenta” y muchas personas lo usan para justificar las cosas que no les salen bien o que hicieron a medias, en realidad y si lo piensa usted bien, es como acercarse un paso mas a la mediocridad, y lo digo sin la intención de generalizar o de ofender a nadie, pero por mas vueltas que le doy al asunto, aún cuando he tenido que recurrir yo mismo a este dicho, me doy cuenta que siempre hubo una manera de haber hecho las cosas mejor y haber obtenido un mejor resultado, eso me queda mas que claro, aún la intención no fue completa, ya que si en realidad lo hubiéramos querido hacer, nos hubiéramos tomado el tiempo o pensado siquiera en los recursos para hacerlo.

Esto se lo cuento por lo siguiente, hay personas que viven bajo el efecto o el escudo de este dicho en muchos aspectos de sus vidas, una de las mas comunes es su fe, casi todas las personas quisieran tener mas fe, o bien quisieran tener mas tiempo para Dios, o bien quisieran aprender mas de Dios, pero en realidad les da pereza, les es mas cómodo creer en lo que otros les dicen o simplemente nunca se han puesto a pensar en como podrían alcanzar a hacer o tener eso quieren o anhelan de Dios.

Cuando leí a historia de Samuel, me quedé perplejo, no me lo hubiera imaginado, permítame contarle un poco acerca de el:

Ana la madre de Samuel, era una mujer que no podía tener hijos, y sufría a causa de ello, al grado que fue delante de la presencia de Dios e hizo un pacto con El, le dijo que si le permitía tener un hijo, lo consagraría a su servicio, y así lo hizo, desde los 3 años de edad lo llevó al templo para que fuera criado para servir a Dios.

La palabra dice que Samuel creció y fue educado de acuerdo a la ley de Dios, y que cuando este servía en el templo la presencia de Dios se hacía presente, la Biblia dice “Samuel ministraba la presencia de Dios” es decir lo que hacía era agradable delante de los ojos de Dios y perceptible ante los ojos de los demás, además de esto, la Biblia nos dice que Samuel dormía a los pies del Arca del Pacto, es decir donde la presencia de Dios se manifestaba físicamente, en otras palabras, no había un hombre sobre la tierra que estuviera mas cerca (físicamente) de Dios, asombroso no?, pues sabe, aún esto no era suficiente, es decir, aún su buena intención no contó.

La cita de hoy es una parte del famoso relato del llamado de Samuel, sucede que Samuel dormía a los pies del Arca del Pacto y escucha una voz que le llama y éste despierta y corre a la habitación de Elí el profeta de aquel tiempo para ver que se le ofrece y resulta que no era Elí quien le llamaba, y así sucedió en 2 ocasiones mas, y no fue sino hasta la tercera que Elí quien era mentor de Samuel que se da cuenta que quien llamaba a Samuel era Dios mismo, quien le da instrucciones de como responder a Dios y poder hablar con El.

Que asombroso que habiendo sido Samuel criado para el servicio a Dios, viviendo en el templo y aún durmiendo a los pies del Arca del Pacto no reconociera la voz de Dios! wow!.

Sucede que a veces estamos tan metidos en lo que estamos haciendo que olvidamos para quien lo estamos haciendo, le ha sucedido?, Samuel (quiero entender) estaba tan ocupado sirviendo a Dios que se olvidó de Dios, es decir estaba tan ocupado siguiendo los ritos y las costumbres y haciendo todo aquello que Dios y los hombres habían dictado que se olvido de que Dios es un Dios vivo y que nos puede hablar en cualquier momento y que puede transformar nuestra vida de una manera que jamás esperamos.

Afortunadamente Samuel tenía a Elí en su vida, quien lejos de ser su mentor era su amigo, ya que si no lo fuera hubiera guardado con celo el secreto de que era Dios quien le estaba hablando, mas éste gustoso de saber que Samuel había hallado gracia delante de Dios al grado de ser llamado audiblemente por El, le dio instrucciones para que pudiera responderle adecuadamente.

Un amigo hace eso, un amigo no está solamente ahí cuando las cosas están bien o son divertidas, un amigo se preocupa por nuestra vida, un amigo se asegura de que no dejemos de crecer en ninguna de las áreas de nuestra existencia y en especial de la espiritual, un amigo debe de tener una perspectiva de lo que pasa en nuestra vida, al grado que pueda reconocer lo que Dios está haciendo en nosotros y pueda darnos un codazo y hacernos despertar cuando Dios nos habla y no nos damos cuenta, tal como lo hizo Elí con Samuel.

Tener un amigo que vele por nosotros es una de las mas grandes bendiciones que podemos tener, un amigo que de vez en cuando nos jale las orejas, alguien que celebre nuestros triunfos y nos ayude a levantarnos cuando nos caemos y que jamás nos permita sentirnos derrotados, que bendición es tener un amigo!.

Mi invitación del día de hoy es a que piense si usted tiene o es un amigo como Elí, alguien que se preocupe por su crecimiento y tenga las agallas para hacerle entender cuando no esta cumpliendo con la voluntad de Dios o bien si usted es un amigo así para alguien, si no es así, dése una vuelta por la historia de Samuel y aprenderá mucho de como ser amigo de alguien que le lleve al siguiente nivel en su vida espiritual.

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