Hace tiempo, tenía un jefe que leía con mucha rapidez y que por lo mismo leía mucho, era muy interesante platicar con el, porque tenía idea de todo y siempre tenía algo interesante que compartir, y un día me decidí y le pregunté que como le hacía, ya que aunque me gusta mucho leer, no lograba seguirle el paso a mi lectura como yo quería y siempre he tenido el hábito de leer varios libros a la vez con la intención de avanzar, pero en realidad no funcionaba del todo bien.

Su respuesta fue sencilla, el usa el método del “speed reading” o lectura rápida, en las que fue entrenado para ver solo palabras claves que son las que realmente son esenciales en la lectura y describen el contenido, me contó que fue entrenado en éste método hace años y que eso le permite llenarse constantemente de información.

Cuando pensé en esto, me hizo mucho sentido, ya que me ha sucedido que en muchas ocasiones me toca leer textos que dan vueltas y vueltas y vueltas y no llegan a ningún lado, así como personas que adornan lo que dicen, pero en realidad no dicen mucho y aunque no me he decidido a aprender este método, me dio una buena idea de como aplicarlo.

Esto que aprendí, me impactó de gran manera, ya que me di cuenta, que hace tiempo me he convertido en una persona un poco impaciente ante estas situaciones, a veces me frustro un poco porque las personas no van directo al grano y no dicen simplemente lo que quieren, en vez de darle tantas vueltas a las cosas, de hecho, me he dado cuenta que me es mas fácil el escuchar a las personas cuando no las veo a la cara (obvio, no haría eso en una conversación uno a uno), ya que me permite poner mas atención a sus palabras, por tanto cuando voy a alguna conferencia, o bien escucho una prédica, he aprendido a ser un tipo de “speed listener” o bien, alguien que escucha rápido y he aprendido a escuchar solo las palabras claves de un tema y sacar la verdadera esencia de lo quiso decir la persona que habla.

Una de las cosas que mas me ha sorprendido ante adoptar esta manera de escuchar, ha sido que muchas personas se contradicen una y otra vez sin darse cuenta y que la mayoría de los que las escuchan, no lo notan, ya que están envueltas en el contexto y pierden la intensidad de los detalles, y no crea que uso esto para criticar, sino me ha sido de gran ayuda para tratar de ser mas objetivo al hablar y al escribir, siempre trato que todo tenga un sentido hilado y que todo lleve de un punto al otro, en definitiva mi comunicación ha sido mas efectiva (si usted cree que le doy muchas vueltas al asunto, imagine como era antes!!).

Al poner en práctica de manera consciente esta manera de escuchar, una de las primeras cosas que me tome la tarea de analizar, fue mi oración, ya que como muchos de ustedes, yo aprendí a orar escuchando a otros, y sin querer fui llenando mi oración de palabras “románticas” que solo engalanaban mi oración y en realidad no decían nada o bien no tenían un significado real detrás de cada palabra, es decir, eran rezos aprendidos, pero que realmente no venían del corazón, pero en mi ingenuidad pensaba que agradaban a Dios, por tanto, decidí poner remedio a esa situación e hice un plan para orar, decidí llevar una lista de las cosas que había de platicar con Dios y traté tanto como pude, no salirme de esa lista, y sabe… me asusté!, mi tiempo de oración se redujo a menos de una quinta parte!!, de pronto me sentía culpable de no poder pasar mas tiempo en presencia de Dios y no tener nada que decirle!, que diría la gente de mi si se enterara de eso?.

Tras de hacer un detenido análisis, me di cuenta que todo lo que había quedado fuera de mi tiempo de oración, era tiempo muerto, es decir, solo eran cosas que se escuchaban lindas, pero que realmente no llevaban a nada, por lo que decidí usar el tiempo que por así decirlo “me sobraba” para adorar a Dios, para no decir nada y darme el tiempo de escuchar su voz (se que muchos me preguntarán como hago eso, sean pacientes, viene mas abajo).

Al Principio me daba unas aburridas que no le quiero contar, pero con el tiempo, me di cuenta que cada vez mi oración era algo mas planeado, y que antes solo iba delante de Dios y le decía cosas, ahora, iba delante de Dios y discutía su palabra con El, aprendí a llevar mis dudas de lo que leía con El, aprendí a hacer de mi oración un tiempo devocional, dejé de rezar, para aprender a orar, para aprender a tener una conversación con Dios en donde ambos hablábamos, y me di cuenta que mis tiempos de oración se extendían de nuevo, y no solo en el tiempo que pasaba en presencia de Dios, sino que empecé a notar que Dios respondía a lo largo de mi día cada pregunta que llevaba a la intimidad con El, las situaciones, las personas, aun los programas de TV se convirtieron en portadores de respuestas de Dios.

Cuando pienso en el tiempo en el que aún no hacía esto, no puedo evitar el sentirme como el paralítico de betesda, éste hombre como todos los que estaban alrededor del estanque, estaba esperando que el Ángel descendiera para apurarse y ser el primero en entrar para ser sanado, había pasado tanto tiempo en ese lugar que había perdido la perspectiva, ya no sabía si lo que en realidad quería era ser sanado o simplemente entrar al estanque, había pedido tanto a Dios y hacía rezos tan prolongados y tan llenos de palabras que en realidad no sentía y probablemente ni entendía, que el día que Dios decidió escuchar sus suplicas y atenderlas, no fue capaz de reconocer a Jesús, no fue capaz de escuchar su propuesta de sanarle, había perdido el objetivo, y simplemente lo que quería era entrar al estanque, ya no sanar…

Wow! imagínelo! tenía a Dios respondiendo en persona su oración y no lo reconoció!, piénselo!, no le ha pasado a usted?, a veces esta tan enredado en las palabras de su “oración” que lo que dice puede ya no tener sentido, de manera que cuando la respuesta llega a aquello que era su original petición y a lo que verdaderamente necesita, no la reconoce y puede incluso culpar a Dios de no escucharle y no atender su súplica.

El paralítico de betesda no necesitaba entrar al estanque para ser sanado (no deje de leer todo el capítulo 5 de Juan para entender el relato), solo necesitaba un encuentro cara a cara con Jesús y eso bastó, le puedo asegurar que del 99% de las cosas que pone en oración son exactamente iguales a las situación del paralítico, quiero pensar que su verdadera parálisis era el que no podía escuchar sus propias palabras y por ende no podía escuchar las de Dios, y por ello no notó cuando Dios le respondió.

Hoy en día, escucho mas a las personas al solo enfocar mi atención en las palabras claves de su conversación, me escucho mas a mi mismo, y sabe, escucho mas a Dios, porque me di cuenta, que El habla claro, conciso y directo, sin rodeos y sin palabrería adicional, me he dado cuenta que siempre me ha hablado, y siempre me ha dicho las cosas que necesito saber, y no las que quiero escuchar, por tanto le quiero invitar a que medite sobre su tiempo de oración e intimidad con Dios, escuche sus propias palabras y quite de ellas todo lo que realmente no viene de su corazón y no pretenda ir a decir algo asombroso y elaborado delante de Dios, aprenda a hablar como El habla, para que pueda afinar su oído y escuchar su voz, que probablemente este perdida entre el palabrerío que muchos usan para dirigirse a El.

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Un comentario