Hace unos días tuve la oportunidad de dar una conferencia y les compartía una reflexión muy importante a las personas que asistieron, les hablaba acerca de lo peligrosos que son nuestros sentimientos y nuestros pensamientos y que ellos nos pueden desviar por completo de la voluntad de Dios y ponen en riesgo nuestra vida eterna, si nos dejamos guiar por ellos.

Existe una gran confusión acerca de de nuestros sentimientos, las personas tienen la idea de que los sentimientos se relacionan con nuestro espíritu, cuando no es así, nuestra alma es la que contiene lo que pensamos y lo que sentimos, ya que ambos son 100% controlables por nosotros, mientras que nuestro espíritu no es otra cosa que la parte de nosotros que se comunica con Dios y esa es la única parte de todo nuestro ser que no controlamos, mas que tenemos que aprender a usar, pero como muchos de ustedes saben, primero tenemos que aprender que todos nacimos muertos en espíritu y nos es necesario nacer de nuevo para poder obtener ese espíritu que es el que se comunica con Dios.

Regresando al punto de los sentimientos y su peligrosidad, uno de los sentimientos que mas frecuentemente nos suele visitar a todos y sin excepción es el sentimiento de culpa, es ciertamente un sentimiento que viene del corazón de nuestro adversario, el Diablo (o como usted le quiera llamar), este sentimiento nos visita cada vez que cometemos algo que en nuestra consciencia sabemos que no es adecuado, o bien sabemos que es contrario a la palabra y voluntad de Dios, y en otro sinnúmero de ocasiones a lo largo de nuestro existir; me llama la atención que el sentimiento de culpa tiene un efecto específico en nosotros, nos paraliza y nos hace creer que no somos merecedores, de la atención y el favor de Dios, sin darnos cuenta en cuestión de segundos nos aleja de Dios de una manera impresionante y luego solemos creer que tendremos que caminar todo ese trayecto de regreso, es de ahí que muchas personas suelen decir que necesitan regresar a los caminos de Dios y visualizan en su mente y en su corazón una larga trayectoria llena de amargas experiencias y reclamos.

Afortunadamente Dios no piensa de esa manera, ya que como lo mencioné en los pasados días, Dios es un Dios absoluto y todo lo que haya hecho en nuestra vida lo ha hecho con un plan eterno e irrevocable, es decir, no importa que hagamos, El no nos quitará nada que nos haya dado.

Es precisamente por eso que nos es necesario tener un buen entendimiento de quien es Dios y su efecto en nuestras vidas, diario escucho de personas que dicen pensar que Dios les dio algo o que creen que Dios les libró de cierta situación, o que envió cierto favor a su vida y muy poco tiempo después aquello que dicen creer haber recibido de Dios simplemente desaparece y creen que Dios los castigó y que quitó aquello que les dio.

Dios no es así y la cita de hoy es la prueba de ello, como lo decía, Dios es un Dios absoluto y todo aquello que ponga en nuestra vida o todo aquello que nos de, primeramente se asegurará de decírnoslo claramente, para que no tengamos dudas de ello y segundo nos dará un propósito para usarlo, raramente nos dará algo para nuestros deleites, ya que ello nos lleva a lo efímero, pero todo lo que pone en nuestra vida lo pone con miras a la eternidad.

Es mas que obvio que en el camino seremos tentados y que probablemente caigamos, es prácticamente inevitable, tenemos un adversario quien quiere a como de lugar truncar los planes de Dios en nuestra vida y habla de constante a nuestra consciencia para hacernos creer que porque caímos, hemos perdido el favor de Dios, pero cada vez que le pase eso, simplemente haga un alto, recuerde que no puede haber nada que usted haga, como para que Dios le deje de amar y considere que Dios sabía de su debilidad desde el momento que le creó, mas aún así depositó en usted dones y favores, sabiendo que solo tiene usted que regresar delante de El con un corazón sincero y arrepentido por haber caído, y éste le limpiará para que pueda seguir ejerciendo su propósito hacia la eternidad.

La cita de hoy nos dice que los dones y el llamamiento son irrevocables, es decir, Dios nunca le quitará nada de lo que le haya dado, mas tampoco le quitará el propósito de ello y eso nos asegura 2 cosas, primera, que no importa lo que usted haga, una vez que haya ido delante de Dios y se haya arrepentido genuinamente de aquello que hizo, Dios le facultará para que siga obrando de manera inmediata y no detenga lo que Dios hace por medio suyo y segunda, que es algo de lo que habremos de rendir cuentas el día que lleguemos delante de la presencia de Dios y nos pregunte que hicimos con los dones y el llamamiento que nos fueron entregados.

Por tanto es mi invitación de ésta mañana a que tome un momento y reflexione acerca de cuantas veces sus sentimientos y sus pensamientos le han paralizado y le han detenido en su caminar con y hacia Cristo, para que pueda, si es que no lo ha hecho, tomar un momento, hacer frutos dignos de arrepentimiento y retome ese llamado que Dios le hizo y recupere su caminar hacia la eternidad, como Dios lo planeó desde el principio de los tiempos.

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Un comentario