En los pasados días, Dios me ha llevado a reflexionar mucho acerca de las cosas que son de El y las cosas que las personas creen de El o bien que inventan alrededor de El y la cantidad innumerable de mitos que hay acerca de Dios y de su manera de participar en nuestras vidas.

Muchas de las cosas que creemos de Dios o acerca de Dios no tienen que ver con El, sino mas bien tienen que ver como es que nosotros entendemos que El participa en nuestra vida y simplemente asumimos que así funcionan las cosas en el Reino de los Cielos y que es la manera en la que actuará en nosotros, luego, solemos hacer de esto una teoría la cual comunicamos a otros e incluso la usamos como consejo a otros que parecieran estar en una situación similar a la nuestra, desafortunadamente sin estar seguros de que es la manera que procede Dios tanto en nuestra vida como en la de los demás.

Luego, están las personas que creen que Dios cambia, y con esto me refiero a cambiar en los 2 sentidos, primero están aquellas personas que no se acercan a Dios por miedo a que los cambie, por miedo a que tengan que dejar radicalmente su manera actual de vivir, por una vida tranquila, llena de actitudes “buenas” y sumamente aburrida, donde no solo sus vicios (ya que estas mismas personas los reconocen como vicios), sino sus actitudes tendrán que cambiar, y segundo, están las personas que son confrontadas con su propia realidad, o bien con la realidad de Cristo y se dan cuenta que tan fuera están tanto del plan que tenían de vida para si mismas como del plan de Dios y piden desesperadamente a Dios por un cambio radical que atropelle incluso su voluntad y que mágicamente las convierta en otras personas, que simplemente haga cosas que no importa que no las entiendan, pero que las cambie.

Lo interesante del asunto es que ni Dios va a cambiar a alguien que no lo quiere, ni Dios va a cambiar a alguien que lo pida con desesperación ante el horror de ver su vida en un espejo, por una simple razón, Dios no cambia a nadie, ya que si cambiara a las personas, tendría que admitir que se equivocó al crearlas, y su palabra dice que Dios es perfecto, así como las obras de sus manos, y esas somos nosotros.

Lo que nos sucede, es que día a día nos vamos contaminando y vamos ensuciando esa obra perfecta que Dios hizo, nos vamos llenando de malos hábitos, hacemos pactos conscientes e inconscientes con cosas que atan a nuestra vida, usamos en demasía nuestro propio entendimiento en vez de combinarlo con el de Dios y su palabra, y encima de esto, vamos heredando muchas de esas cosas a nuestros hijos, de manera que ellos nacen con esta contaminación y la entienden como natural, ya que siempre (para ellos) ha estado ahí y así sucede generación tras generación, de manera que no sabemos n donde empezó, ni donde terminará esta cadena de contaminación en nuestra vida.

Aún así, Dios realmente solo reconoce la parte de nosotros que El creó, de manera que no es su interés el cambiarnos, sino mas bien, su interés radica en crear una mejor versión de nosotros, es decir, quiere tomar lo que hay en nosotros y transformarlo en algo mejor, lo entiende?, no quiere cambiarnos, solo quiere transformarnos.

Para ello Dios requiere de nuestro consentimiento, El no va a quitar de nosotros algo que nosotros consideramos nuestro, ya que ello lo convertiría en un ladrón, pero si, nos puede mostrar que es lo que hay en nuestra vida, como es que nos hace mal, como es que lo puede quitar de nosotros y como lo sustituye con algo mejor, de hecho esto me lleva a pensar en situaciones en las que Dios no nos quita lo nuestro, es como aquellos que hablan de “su” enfermedad y “sus” problemas, que Dios no los puede sanar, ya que tiene dueño, y hasta que no deje de hablar de ello como suyo, no le dará oportunidad a Dios de que sea canjeado por algo mejor y planeado desde el Reino de los cielos.

Otra de las cosas que no sucederán, es que Dios ponga remedios temporales a nuestras situaciones, una de las cualidades que mas admiro de Dios es que es un Dios absoluto, que no tiene otra intención mas que lo eterno y muchas de las cosas que contaminan nuestra vida, son precisamente todas esas cosas que están ahí “por mientras” y que en realidad no se terminan de ir, ni terminan de tener algún efecto verdadero en nosotros.

Tuve de visita a mi Mamá unos días este fin de semana y me pidió asegurara que su computadora funcionara bien, ya que tenía algunos problemas de funcionalidad, después de moverle un rato, llegué a la conclusión que era necesario restaurar la computadora a su estado original, para que pudiera volver a funcionar de manera correcta, y así hice, y la computadora funciona a la perfección, con las cosas de Dios no es distinto, Dios pretende llevarnos a nuestro estado original, pero no al estado original que nosotros entendemos de acuerdo a este mundo, sino al estado original de pureza, al estado original con actitud de verdadera adoración y comunión con El, al estado perfecto.

Dios no pretende ue usted y yo dejemos de vivir en este mundo, si no, para que nos habría enviado a el?, pero lo que si pretende es que vivamos en un mundo natural, con un efecto sobrenatural, de manera que podamos vivir perfectos con una vida perfecta.

Dios comienza a trabajar en nosotros desde el momento que decidimos aceptar su ayuda y sus condiciones, en el momento que le permitimos que nos transforme en una mejor versión de nosotros mismos y de ahí no parará hasta que Cristo vuelva y seamos dignos de El y su sacrificio.

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