El tema de la fe es uno interesante y es uno delicado a la vez, hay quienes han decidido mejor no hablar sobre temas de fe bajo el moto de “sobre política y religión no hay que discutir” y tienen toda la razón del mundo, porque ambas, tanto la política como la religión tienen que ver con las cosas que las personas opinan.
Ayer hice un viaje de 8 horas de regreso a casa via carretera acompañado de mi Mamá y nos gusta hablar de todo, ella es una excelente compañera de viaje y casualmente terminamos hablando de política y religión, a lo que llegamos a la conclusión de que desafortunadamente de ambos temas, las personas suelen hablar y opinar todo el tiempo, pero desafortunadamente no tienen fundamentos o bases para asegurar estar en lo correcto o en lo cierto, es decir, todos sabemos que hay corrupción en el gobierno, pero nadie en realidad sabemos los detalles, por tal sólo opinamos acerca de lo que creemos y malamente nos atrevemos a juzgar y señalar a ciertas personas sin realmente estar seguros de lo que hablamos.
Obviamente habría que estar dentro de las dependencias gubernamentales para poder tener la autoridad moral para poder opinar y estar verdaderamente al tanto de las cosas y habría que conocer al dedillo las leyes y los lineamientos para poder actuar adecuadamente y señalar a quien no lo hace así, pero primeramente hay que aplicarlo en nosotros.
En la religión no es distinto, y mas porque las personas suelen confundir a la fe con la religión, siendo que en realidad son cosas totalmente distintas, la religión es un grupo de creencias que un grupo de personas deciden creer en conjunto, la fe es algo sustentado y con fundamento, por lo general en la palabra de Dios y que lleva a algún lugar, siendo tristemente que la religión no lleva a ningún lugar, ya que no edifica, sino solo defiende su punto y su derecho en creer lo que cree, por mucho que no tenga un fundamento.
Esto lo digo, porque hoy voy a hablar de la iglesia, y para los que pertenecen a una religión, su concepto posiblemente se refiera a un lugar físico o un edificio, muchos incluso denominan a sus iglesias como la casa de Dios y guardan una solemnidad dentro de esos lugares como si Dios verdaderamente morara ahí, siendo que Dios ha prometido actuar de manera distinta, la Biblia lo dice así, y estas mismas personas cambian su actitud al salir de ese lugar o bien esa iglesia, como si Dios estuviera encerrado dentro de la iglesia y ya no pudiera ver sus actos fuera de ella.
Afortunadamente Dios no está sujeto dentro de una iglesia en lo físico, pero si tiene una relación especial con la iglesia, pero la iglesia como la describió en su palabra, es decir, El describe a la iglesia como las personas que deciden hacer aquello que El espera de ellas y que viven de acuerdo a su palabra, a quienes deciden ser un instrumento de bendición y de misericordia, a quienes viven para extender su Reino y buscan la eternidad, y para ello no es necesario estar afiliado o pertenecer a ninguna religión, la iglesia esta compuesta por aquellos que verdaderamente le aman y a quien El puede amar libremente.
Ahora bien, ser parte de la iglesia no es cosa fácil ni sencilla, ya que requiere un cambio de cultura en nuestro pensar, y no es fácil por el hecho de que Dios haya puesto una serie de requisitos para ello, sino porque nos es difícil dejar a un lado aquellas cosas que pensamos, que creemos, que nos inculcaron, para no creer otra cosa mas que la verdad y solo eso, y luego vivir por ello.
En la Biblia, Sara la mujer de Abraham es representación de la iglesia, y Abraham temía por su propia vida, ya que al entrar en los territorios de Abimelec sabía que a razón de la belleza de su mujer, podría ser matado, para que pudieran tomarla libremente, por tal, decidió hacerla pasar por su hermana, para que su propia vida no corriera riesgo.
Tal como Sara, la iglesia es bella, porque no hay cosa mas hermosa que la obediencia, eso la hace sumamente atractiva (ya que la obediencia esta rodeada de beneficios por parte de Dios), pero hay quienes tienen miedo de demostrar su amor a la iglesia (insisto no al edifico físico, sino a quienes conocen, cumplen y viven la palabra de Dios) y le niegan, piensan que van a ser señalados por religiosos, mochos o aleluyos, de manera que permiten que lo que creen sea tomado por otros y profanado, es decir, aquello que había sido embellecido por nuestra obediencia, es ultrajado por nuestro temor a ser reconocido.
Dios promete que se avergonzará de aquellos que se avergüenzan de El, pero pocos toman esto en serio, me llama la atención que esto lo advierta desde el principio de la Biblia, y que pusiera ejemplos desde el principio de la historia de la iglesia, lo mas inaudito, es que esto sea tan vigente como el día que fue escrito por Moisés, hoy en día hay quienes tienen una sed y un hambre auténticos por las cosas de Dios, pero tienen pánico a ser reconocidos como parte de la verdadera iglesia y dejan que aquello que han sembrado en el corazón de Dios sea profanado por cualquier pagano por miedo a ser exhibidos por ser parte de aquello por lo que Cristo dio su sangre (ya que El murió por su iglesia).
El día de hoy le quiero invitar a reflexionar sobre ello, reflexione sobre cuanto ama a Dios y cuando lo haga, piense en realidad cuanto conoce de Dios, si por alguna razón no lo conoce adecuadamente, tome un tiempo y aprenda a amarlo por medio de su palabra, pero ojo! piense que amar a Dios no es distinto de amar a otras personas, el amarlo significa salir de la mano con El, como si fuera nuestro novio o novia (La Biblia describe a la iglesia como la novia por la que El vendrá), de manera que no podemos avergonzarnos de El, ya que eso realmente haría de nuestro amor una serie de palabras y actitudes hipócritas y nos llevaría a una religión y no a una iglesia amada por El.
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