En varias ocasiones a lo largo de esta serie acerca de la Oración y la Vida de Reino he mencionado el hecho de que la fe es un acto racional y que requiere práctica, es decir es como un músculo el cual tenemos que ejercitar, porque si no, corremos el riesgo de tener una fe equivocada, primeramente basada en cosas que no sucederán, con una expectativa falsa y puede romper nuestra ilusión y acabar con nuestra esperanza, y no por el hecho de que creamos en algo equivocado, pero tal vez porque creamos de manera equivocada.

Nuestra naturaleza humana tiende a no creer en las cosas que no ve o que no conoce, pero luego suele engañarse a si misma y aplicar el criterio contrario en las cosas relacionadas a Dios o donde pretende que Dios intervenga, y eso nos lleva a pretender creer en cosas que no vemos y no conocemos, y empezamos a vivir con una falsa expectativa que puede o mas bien tiende a no cumplirse y con esto empezamos a crear una imagen mística y confusa de Dios en nuestras mentes y nuestros corazones.

Cuando pienso en esto, se me pone la piel de gallina cuando me doy cuenta que Dios sabía esto de antemano y lo previno dejándonos con miles de años de antelación su palabra por escrito, de manera que todo aquello en lo que creyéramos o pretendiéramos creer acerca de nuestras vidas y relacionado con Dios, tuviera un fundamento y aseguráramos su cumplimiento.

La Biblia nos enseña que todo lo que en ella viene contenido es palabra de Dios, es decir, que el autor de cada una de sus líneas es inspiración divina, que viene directo del corazón de Dios y tiene un solo objetivo, el preservar nuestra vida y darle eternidad, ninguna otra cosa.

Y es precisamente ahí donde empieza nuestro ejercicio racional de fe, ya que según nuestra naturaleza dudamos de cosas que no vemos y como no solemos ver a Dios, no creemos que El haya escrito la Biblia, cuestionamos su autoría y hay quienes incluso se atreven a decir que es un libro manipulado por los hombres para someter los unos a los otros.

El asegurar algo así es como ir a una agencia de coches y dejarnos mostrar un modelo reciente y solo verlo desde fuera y cuestionar el que realmente funcione y que nos pueda llevar de un lado a otro sin prenderlo, y tomar una prueba de manejo, con la palabra de Dios no es distinto, hay quienes nunca se han tomado la molestia de tomar una Biblia en sus manos y leerla, o mínimo comenzar a leerla, para poder darle oportunidad a Dios de demostrarnos la autenticidad de su palabra y el efecto eterno que tiene en nosotros.

Lo más irónico del asunto es que las mismas personas que dudan de la autenticidad y veracidad de la palabra de Dios, creen en que ese mismo Dios del que hablan es todopoderoso y a su vez incapaz de preservar la integridad de su palabra, es decir, creen que El todo lo puede, pero no es capaz de poner candados espirituales para que alguien manipule la Biblia y la altere, entonces ese adjetivo de “todopoderoso” solo aplica con asuntos relacionados a las necesidades de los hombres y no a la voluntad de Dios.

Si tomáramos esto como cierto, sucedería que solo parte de la palabra de Dios es verdad, obvio, la parte que nos gusta, la parte que se trata de nosotros y la parte que nos conviene.

Muchas personas solo conocen partes aisladas de la Biblia, y con esto me refiero a frases que ellas creen que están escritas dentro de la Biblia, mas no están seguras y pretenden fundamentar su fe en estas citas, sin conocer su contexto, y la intención detrás de estas palabras, lo cual las puede llevar a equivocarse y vivir una vida de fe limitada.

No hay cosa peor que una vida de fe limitada, pues no nos lleva mas que a creer que creemos, es decir, creemos en algo pero no estamos seguros, pero si medio creemos y sucede, entonces fue nuestra fe la que agradó a Dios, pero si no sucede, es simplemente porque Dios así no lo quiso, en otras palabras, si necesitamos algo, lo pedimos a Dios y sucede fue nuestra fe la que logro que sucediera y si no, es Dios el culpable que pasemos momentos de angustia y necesidad y que tal vez El tenga un porqué detrás de ello.

Nos es necesario conocer la palabra de Dios (la Biblia), para saber en que es en lo que debemos de creer y no vivir equivocados, ya que hay pequeños detalles que nos pueden confundir, por ejemplo, hay quienes dudan de el hecho de que Adán y Eva hayan existido realmente, porque aprendieron que ellos fueron los primeros pobladores de la tierra, y sabe una cosa, yo también lo dudaría, ya que es una mentira, en ninguna parte de la Biblia dice tal cosa y Dios no pretende que lo creamos, de hecho la Biblia habla de que la tierra estaba habitada cuando Adán y Eva fueron enviados a ella, pero el resto de la historia se lo voy a dejar de tarea para que lo investigue por usted mismo.

La cita de hoy nos habla de que el universo fue constituido por la palabra de Dios, es decir lo que sale de su boca, es tan poderoso como para crear lo que vemos y aun lo que no vemos, de manera que su palabra (la Biblia) tiene el mismo impacto y poder, de hacer y deshacer cosas que vemos y que no vemos, pero no es hasta que la conozcamos que podremos creer en ella y tener un ejercicio consciente de fe.

No podemos tener una Vida de Reino ni una oración adecuada sin conocer acerca de ese Reino y no saber si aquello por lo que oramos esta en contexto o de acuerdo a la voluntad de Dios, una vez que aseguremos esto, nos será posible el ver delante de nosotros nuestras oraciones materializadas, tal como Dios vio al universo formarse.

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