Como lo he mencionado a lo largo de esta serie acerca de la vida de Reino, corremos el riesgo de invertir tiempo inútil en oración cuando no sabemos y no pretendemos vivir una vida de Reino, ya que normalmente nuestra oración se trata de nosotros y de las cosas que nos suceden a diario y nos son cotidianas, cuando Dios ya ha dado una respuesta con antelación a nuestras necesidades y dispuso no solo que nos fueran concedidas, sino que nos fueran una garantía, es decir, vivir una vida plena y donde todo lo que necesitamos es algo seguro, siempre y cuando tengamos bien definidas nuestras prioridades.
Cuando hablo de tener bien definidas nuestras prioridades, hablo de que Dios realmente sea lo primero que ocupe nuestra mente, el que realmente nos preocupe saber que es lo que opina El al respecto de cada paso que damos y que realmente nos ocupemos en hacer cosas agradables a El antes de pensar en nuestro propio beneficio.
Por ponerle un ejemplo, y que quede mas claro, parte de mi familia va en los próximos meses de viaje por varios países y les estoy ayudando a arreglar los detalles de si viaje, una de mis tías en preparación a ese viaje ha estado investigando acerca de las tomas de corriente eléctrica, para asegurar primeramente no llevar aparatos que no funcionen allá y que lo que lleve este adecuadamente preparado para ser recargado con los conectores adecuados, es decir la prioridad en su mente es tener todo listo y pasar unas vacaciones libres de preocupaciones.
En nuestra fe solemos hacer exactamente lo contrario, por lo general solemos ir a cualquier lugar sin preparación, solemos meternos en situaciones para las cuales no estamos preparados y pretendemos una vez ahí aprender y que Dios nos ayude y refleje su misericordia sobre nosotros.
El conocimiento de la palabra de Dios es indispensable para llevar una Vida de Reino, ya que esta no se basa en otra cosa que no sea la obediencia a la palabra de Dios, note como todas las cosas por las que usted por lo normal ora, están contenidas en la cita de hoy, su trabajo, su salud, aún su reputación esta contenida en ella, nos da la garantía de que destacaremos en todo lo que hagamos, si es que nos atrevemos a obedecer.
El día de ayer conocí a un hombre que hablaba precisamente de eso, tanto que uso a su pequeño hijo que no tendría mas de 3 años, me sorprendió que cuando llegó al lugar el niño le seguía y lo dejó entrar a todo lugar donde el iba y no tenía siquiera que voltear hacia atrás, ya que tenía la firme convicción de que su hijo le estaba siguiendo, y al usarlo como ejemplo, le hizo una pregunta, le dijo: “diles por favor a todos que es lo mas importante” y su hijo le respondió “la obediencia”, y lo dijo sin siquiera titubear, solo salió de sus labios como la cosa mas natural del mundo, como parte de su vida, y fue ahí donde entendí, como es que el padre no tenía la menor duda que su hijo iba detrás de el a donde fuera y que podía entrar a todo lugar donde el padre entrara, ya que su buen comportamiento era una garantía y no causaría ningún problema.
Todos los días nos preguntamos porqué es que nos pasan ciertas cosas y porqué es que otras jamás suceden, la respuesta es en extremo sencilla, todo depende de nuestra obediencia, y con esto no quiero decir que si obedecemos todos nuestros caprichos nos serán concedidos, pero si le puedo decir que si obedecemos, tenemos toda la atención de Dios y que de toda cosa que nos de, como de toda cosa que no nos de, tendremos una respuesta y un porqué, de manera que jamás nos quedaremos con una duda y jamás tendremos que pensar que “Dios por algo hace las cosas”, ya que todo nos será revelado y esa respuesta de Dios siempre nos traerá paz.
Mi invitación de esta mañana es a que lea varias veces la cita de hoy e identifique cual de las partes de esta promesa, aún no es cumplida en su vida, identifique si es que alguna de estas partes aún ocupa su oración y note que esa parte es una que aun no es parte de su Vida de Reino, identifíquela y ore, no para que Dios se la conceda, sino para que Dios le de un corazón hambriento de su palabra y obediente a la misma que le permita vivir abundantemente, como verdadero Hijo de Dios.
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