El vivir con la idea de que “Dios por algo hace las cosas”, es una de las actitudes mas arriesgadas que podemos tomar en nuestra vida, ya que dejamos nuestro presente y nuestro futuro en manos de absolutamente nadie y a la deriva, sujetos a las situaciones como se vayan dando y confiando en un dios que no existe.

Cuando digo “confiando en un Dios que no existe” me refiero específicamente a que al tener esa actitud, el único que no le va a respaldar es el Dios del cual habla la Biblia, ya que ese requiere que usted y yo vivamos una Vida de Reino basada en la consciencia, es decir que estemos consientes de las cosas que son y vienen de El, y las que no, además, que sepamos como invocar y asegurar su favor.

En muchas ocasiones he escuchado que las personas mencionan que el dios de todas las religiones cristianas (con esto me refiero a que creen en Cristo) es el mismo dios, y lamentablemente están por completo equivocadas, ya que no es mas que un pretexto y una manera de tranquilizar su consciencia acerca de su desconocimiento de Dios y así pretenden estar bajo la misma cobertura del mismo Dios de quienes si lo conocen y si reciben su favor, pero no se dan cuenta que están desperdiciando la mejor oportunidad de su vida, y no porque una religión sea mejor que otra, sino que no hay mejor cosa que podamos hacer que tomar una Biblia y experimentar a Dios como El nos da oportunidad de que lo hagamos y no “a nuestra manera” sin la garantía de verlo cara a cara.

He escuchado personas que dicen abandonarse en las manos de Dios y pareciera que con ello se olvidan de si mismas, cuando Dios pretende totalmente lo contrario, el quiere que confiemos en El, pero que mantengamos los ojos bien abiertos, para que nos asombremos ante su poder y que aprendamos de El, ciertamente es su deseo que aprendamos al grado que podamos ser imitadores de Cristo, o en otras palabras que lleguemos a ser santos.

La palabra “Santos”, no se refiere a otra cosa mas que a ser “apartados para Dios” y esto no se refiere a tomar una vida religiosa y apartarse del mundo, solo se refiere a tener bien definidas nuestras prioridades y tener una verdadera consciencia de quien ocupa el primer y mejor lugar en nuestro corazón, y vivir de acuerdo a esa decisión que tomamos.

Hay quienes se confunden y piensan que ser santos es privilegio solo de unos cuantos, y esto es cierto en parte, ya que por lo general solo unos cuantos toman la decisión de hacerlo y serlo, pero eso no tiene que ver con Dios, sino con ellos, la oportunidad de ser santos es para todos aquellos que hayan escuchado de Jesús y de su salvación.

Hace unos días platicaba con un buen amigo acerca de las personas que hablan de Dios como si este no estuviera presente, como si éste no escuchara cada una de las palabras que decimos y aún nuestros pensamientos, por tanto tienen la creencia de que necesitamos de alguien “que esté cerca de Dios” para que interceda por nosotros y se confunden pensando que aquellos que han muerto lo están y que pueden hacer este papel de intercesores, sin darse cuenta que primeramente pecan al ir en contra de la voluntad de Dios al orar por y a los muertos (Deu 18:11) y cometen idolatría.

Escuché que se requiere de que un muerto realice un milagro comprobable para que pueda entrar en la terna para ser llamado santo, por lo general este tipo de milagros tienen que ver con la salud de las personas, e investigué en la Biblia al respecto de esto y no encontré mas que la gran comisión que Jesús nos dejó (Mar 16:15-18), en donde garantiza que el hecho de hacer milagros y orar para que las personas sanen por medio de la imposición de manos, no es privilegio de muertos, sino de vivos, de hecho Jesús nos dio la garantía de todas aquellas cosas que El hizo mientras estuvo entre nosotros, nosotros las podremos hacer si es que creemos en El (Juan 14:12), pero las haremos  estando vivos, ya que los muertos no tienen esa capacidad, de hecho el Rey David entendía esto ya que guardaba su vida al declararle a Dios que los muertos no tienen capacidad de alabar a Dios(Sal 115:17).

Por tanto, una Vida de Reino requiere consciencia, es decir primero tenemos que estar vivos para tener una consciencia y segundo no podemos abandonarnos a la inconsciencia y confiar que Dios haga sin que hayamos pedido algo, ya que eso iría en contra del segundo mejor regalo que Dios nos ha hecho (el primero es la salvación) que es el libre albedrío, es decir, nosotros tenemos la capacidad y responsabilidad de decidir que es lo que queremos que Dios haga en nuestra vida y El lo va a respetar, por tanto no hará las cosas “por algo” ni decidirá arbitrariamente “porque así es mejor para nosotros”.

Llevar una Vida de Reino nos lleva a la santidad, es decir a ser apartados para Dios desde nuestro corazón y esto lleva a una serie de beneficios impresionantes, que permiten que todo lo que está en aquel lugar donde Dios tiene su aposento sea hecho verdadero y tangible en nuestras vidas aún en este tierra y nos permite a no vivir con la falsa esperanza de que las cosas serán mejores cuando muramos y “veamos a Dios”, sino que nos permite vivir esa abundancia y plenitud desde aquí y a ver a Dios en todo lo que sucede en nuestra vida.

La cita de hoy nos invita a ser santos en esta vida y en nuestra manera de vivir, tal como aquel que nos llamó a serlo (Jesús), para que de esa manera llevemos una Vida de Reino, para que no tengamos necesidad de orar por las cosas pequeñas, ya que esas serán una garantía del reflejo de Dios en nuestro diario vivir y que podamos invertir nuestro tiempo de comunión con el Padre hacer las cosas que a El le agradan y aprendamos a ser adoradores en espíritu y en verdad.

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