Hace unos días platicaba con alguien acerca de lo emocionante que hubiera sido el poder ser testigos de lo que Dios hizo en el desierto con el pueblo de Israel, por mas que intento, no puedo imaginarme como era eso de que las ropas de las personas no se desgastaban de manera que durante 40 años no tuvieron que preocuparse por sus vestimentas, todo lo que tenían que hacer era aprender a ser obedientes para que su carácter fuera transformado de uno de esclavo a uno de conquistador.

Muchas personas no entienden que el mismo proceso que pasó el pueblo de Israel en el desierto, lo tenemos que pasar todos, la Biblia menciona que Dios señala al pueblo como de “dura cerviz” lo cual significa en palabras coloquiales “cabezones”, es decir, por mas que El trataba de bendecirles, ellos preferían hacerlo a su modo, ya que a pesar de haber pasado cientos de años como esclavos, eran altamente orgullosos, y era precisamente eso lo que nunca les permitió salir de Egipto por su propio pie.

Sabiendo esto, creo que tenemos que preocuparnos por no pasar por este proceso a lo largo de 40 años como lo hizo el pueblo de Israel, por el contrario, creo en lo personal que Dios lo menciona en su palabra como una advertencia, para que nos ocupemos de obedecerle y hacer como El espera de nosotros para que nuestro entendimiento sea transformado tan pronto como sea posible.

Una de las cosas que me quedan mas claras del tiempo que el pueblo de Israel pasó en el desierto, fue que tuvo que aprender a depender de Dios y esto le costó mucho trabajo, ya que no sabían hacerlo, imagínese!, pasaron 400 años clamando por ser rescatados y solo les bastó para salir de Egipto, para empezar a renegar de Moisés y decir que habían estado mejor en Egipto! (quien los entiende?)

Dios les dio todo tipo de señales para asegurarles que estaba El con ellos, primero llenó a Egipto de plagas, luego abrió el mar rojo para que pasaran por en medio de el, luego los guió como columna de nube durante el día y columna de fuego durante la noche, para que no se equivocaran y fueran exactamente a donde Dios necesitaba que fueran y aun así al primer descuido de Moisés, hicieron un becerro de oro y lo adoraron en vez de adorar a Dios, pareciera inaudito no?.

Cuando pregunté a Dios acerca de porque había sido así y porque también a nosotros nos es tan fácil desviarnos y hacer atrocidades como las que hacía el pueblo de Israel, me respondió lo siguiente:

Los hombres no saben ser administrados, ese es su principal problema, solo creen en lo que ven y en el momento que lo dejan de ver con sus ojos es como si no existiera, de manera que tienen miedo que aquello que les fue dado, no regrese.

Esto me dejó boquiabierto ya que esto resonó de una manera tremenda en mi corazón, ante la gran verdad a la que me enfrentaba y aprendí lo siguiente:

Dios habla de que sus misericordias son nuevas cada día, es decir, todos los días tiene algo nuevo y fresco para nosotros, y hay quien piensa que el simple hecho de despertar de nuevo es esa misericordia, y si, si lo es, pero eso es solo el principio, Dios anhela alimentarnos cada día, así como lo hizo con el pueblo en el desierto, en ese tiempo Dios hizo descender maná del cielo, la Biblia lo menciona como hojuelas de culantro con sabor a miel, y advirtió al pueblo de que no tomaran mas de lo que podían consumir ese día, con la promesa de que al día siguiente habría mas de este alimento, pero el pueblo ante su incapacidad de creer en lo que no veía, decidió tomar mas maná para almacenarlo y simplemente se le echo a perder.

Así sucede con nosotros, hay quienes no oran y no tienen una relación con Dios, sino hasta que tienen necesidad y entonces se acaban a Dios en ruegos y peticiones y es como si salieran al desierto con toda su colección de Tupperware (refractarios plásticos) y quisieran recoger maná suficiente para un año y no tener que ver a Dios durante todo ese tiempo.

El maná tenía una característica, no solo era rico, sino era altamente nutritivo, contenía todo lo que una persona necesitaba para ser sana y nutrida adecuadamente, así también es lo que Dios tiene para nosotros hoy en día en todos los aspectos de nuestra vida, solo que depende de nosotros que aprendamos a recibir de El y no tratemos de ver con nuestros ojos lo que necesitamos, porque siempre habrá algo que anhelemos que no esté dentro de lo que Dios nos da, que probablemente no necesitemos, pero que si querramos.

Vivir una Vida de Reino, es aprender a depender de Dios, a despertar cada día y recibir de su mano aquello que necesitamos para una vida plena y que tiene caducidad de ese día solamente, para que mañana Dios nos de algo de nuevo que sea fresco y especial para el momento en el que nos lo da, lo contrario a una Vida de Reino son las glorias pasadas o los sueños imposibles, también lo es el tratar de dar a otros lo que no tenemos, no podemos compartir de nuestro maná a otros, pero podemos enseñarles a esos otros a ir a recoger el alimento fresco cada día.

Si su oración le ocupa en cosas grandes que pareciera que son la solución a todos sus problemas, está desperdiciando su tiempo, Dios quiere que salga de deudas, y Dios quiere que su cuerpo sea sanado, y así con todas sus necesidades, pero no lo hará así como así, ya que corre el riesgo de olvidarse de aquel que suplió su necesidad, tenemos que entender que nos es necesario depender de Dios de manera diaria y puestos nuestros ojos en El y no en nuestra necesidad, para que en menos de lo que imaginemos, no solo haya sido suplida, sino rebasada toda carencia en nosotros.

Le invito a vivir una Vida de Reino en la que diario pueda ir a la presencia de Dios a recibir lo necesario para ese día, donde aprenda a ser administrador de su favor y su misericordia, hasta el punto donde dependa de Dios, y pueda ser transformado de esclavo de sus problemas a conquistador de nuevas metas.

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