La oración es un ejercicio sumamente interesante, ya que se requiere de un verdadero acto de fe para llevarlo a cabo, primeramente se reta a nuestro propio entendimiento y a nuestros ojos, ya que en realidad no vemos a quien nos dirigimos (en este caso a Dios) y si no oramos adecuadamente, posiblemente no veamos el resultado, también otra de las cosas que nos pueden llegar a suceder, es que el tiempo para la respuesta a esa oración no sea el adecuado y que Dios esté esperando que ciertos factores se den para poder responder esa oración adecuadamente y en toda su magnitud, aún así se requiere de fe, no solo para entenderlo, sino para poder esperar el tiempo necesario.

 

El problema de la mayoría de las oraciones, es que carecen de un plan, es decir, primeramente, solemos orar circunstancialmente, en otras palabras, vamos orando conforme la vida se va dando o como se van dando las cosas y aparecen las necesidades, por tanto no planeamos lo que vamos a orar, como segunda cosa, nos sucede todo el tiempo que oramos y no sabemos que es lo que haremos con esa respuesta, porque por lo general nuestra oración suele ser como una moneda al aire y estamos con la duda de si Dios nos va a responder como queremos, le suena familiar?.

 

Amo leer sobre los personajes de la Biblia, ya que de ellos aprendo mucho y mi fe es fortalecida, de ellos aprendo a hacer las cosas de acuerdo al corazón de Dios y hago no solo que mi oración sea mas atinada, sino mas efectiva y uno de los personajes de los cuales mas he aprendido sobre la oración es Jacob, y le quiero contar porqué:

 

Jacob fue llamado “el engañador” ya que al nacer su mano iba tomada del talón de su mellizo Esau, como si quisiera detenerlo y nacer el primero, y como fue llamado “el engañador” (ese es el significado del nombre Jacob) toda su vida, esa fue su manera de desenvolverse cotidianamente, ya que el nombre hacía efecto en su actuar (de ahí lo importante de poner un nombre con buen significado a nuestros hijos), pero lo que si era auténtico en Jacob, era su deseo de ser bendecido por Dios, Jacob sabía que al no haber nacido primogénito, no tendría una bendición tan grande como la de su hermano Esau, pero no se quería conformar, por tanto en cuanto vio la oportunidad, compró su primogenitura a Esau, y aunque fue un acto simbólico, Mateo 16:19 nos recuerda que todo pacto que hagamos en la tierra, tiene una repercusión en el Reino de los Cielos (he aquí un elemento importantísimo para tener una fe adecuada), de manera que a partir de ese momento, le correspondía la bendición patriarcal, la cual sería impartida por Isaac su padre (aún cuando éste no lo supiera), así que, no es tanto que Jacob se aprovechara de la ceguera de Isaac para ser bendecido, sino que Dios respaldó su intención por el pacto sellado entre Esau y Jacob ante la venta de su primogenitura.

 

Aún recibiendo Jacob la bendición patriarcal y que nadie se la pudiera quitar (ya que Isaac hizo un pacto en la tierra, con repercusión en el Reino de los Cielos), esta no tuvo efecto inmediato, ya que el corazón de Jacob no era el adecuado (es ahí donde entendemos que no son nuestros tiempos sino los de Dios los que importan), de manera que sin saberlo, Jacob entró en un tiempo de adiestramiento en justicia, para que el efecto de su nombre dejara de tener impacto en su vida y pudiera no solo ser bendecido, sino un patriarca poderoso y justo, de acuerdo a la estirpe de su ascendencia y como patriarca del pueblo que Dios estaba formando.

 

El proceso de Dios en Jacob fue largo, y no porque Jacob no aprendiera rápido, y no porque Dios se tarde en responder a nuestras peticiones, sino porque de acuerdo a las costumbres de aquellos tiempos, los pactos y los acuerdos entre hombres se hacían por años, de manera que cada vez que Jacob pedía por esposa a una de sus hijas a Labán, este tenía que trabajar 7 años por cada una de ellas, por lo que si no me equivoco, el proceso de Jacob duró algo por ahí de los 22 años, y cuando iba de regreso a casa con todo aquello que había logrado en su tiempo de adiestramiento, se encontró cara a cara con el Ángel de Dios, y se asió de El, de manera que no lo soltaba y le dijo “no te soltaré hasta que no me bendigas” (Gen 32:26-28), así que Dios le preguntó su nombre y al responderle que era “el engañador”, Dios se dio cuenta que esta ya no era la característica de su corazón, por lo que le cambió el nombre para que éste dejara de tener efecto sobre su vida y pudiera recibir la bendición adecuadamente y se lo cambió por el de Israel.

 

Como verá, a pesar de Jacob ser un engañador, tenía un plan, y no importó el pasar de los años, el no quitó el dedo del renglón, ya que lo que pedía no era nada inaudito y no se conformó con un “Dios por algo hace las cosas”, sino que insistió, ya que estaba perfectamente consiente de que el anhelo de su corazón iba alineado con la voluntad de Dios y mas importante aún su nombre nuevo, es hasta el día de hoy el nombre de la nación del pueblo de Dios, de tal manera fue el efecto de su fe, que hoy en día miles y miles de años después, su nombre siga sobre esa nación.

 

La Vida de Reino se trata de eso, de orar, pero no solo orar por lo que nos sucede, y no solo de orar cuando necesitamos de algo, sino de orar con un plan, de planificar que es lo que queremos recibir el año entrante, que es lo que queremos para nuestros hijos cuando crezcan, orar sabiendo que nuestro corazón tiene que ser transformado por Dios para que podamos recibir la bendición adecuadamente y entendiendo que en el momento que oramos, hacemos una atadura que tiene efecto en el Reino de los Cielos, y en ese momento entramos en un proceso de adiestramiento sutil por parte de Dios que asegurará que el efecto de esa bendición sea permanente, tanto como el cambio de nombre de Jacob a Israel.

 

Por tanto, le invito a que reflexione sobre su oración, a que piense que tanto ora circunstancialmente y que tanto tiene un plan para orar, ponga por escrito aquello que anhela para el futuro, consulte en la Biblia sus anhelos y asegure que vayan alineados con la voluntad de Dios y sepa que recibirá aquello que pide y esté dispuesto para que Dios trate su corazón y pueda recibirlo lo mas rápido posible, deje de solo rezar o simplemente orar y haga de su oración una Vida de Reino.

 

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