El aprender a llevar una vida en Cristo es una de las cosas mas interesantes que pueden sucederle a cualquier persona, siempre y cuando tenga los pies bien puestos en la tierra y tenga el ánimo de dejarse asombrar por Dios.

 Lamentablemente muchas personas se acercan a Dios en los tiempos de angustia o desesperación y en realidad no quieren tener una relación con Dios, sino simplemente quieren una solución a su problema de manera que son capaces de cualquier cosa con tal de obtener aquello que anhelan, incluso hablar con Dios.

Cuando menciono esto, es porque es una realidad, por lo general hay personas que entienden que pedir y poner sus vidas en manos de Dios es hablar con El, pero seamos honestos, usted y yo sabemos que no es así, toda conversación tiene que tener cuando menos 2 participantes, en la que ambos hablen y ambos tengan la oportunidad de ser escuchados y puedan expresar su opinión.

 

Aquí es donde viene lo interesante del asunto, como escuchar a Dios?, como puedo hacer para que en realidad me hable?, que tipo de respuestas recibiré de Dios.

 

Antes de responder las preguntas acerca de como nos hablará Dios, le comentaré como NO nos va a hablar.

 

En definitiva Dios no va a abrir los cielos y bajar para venir a hablar con usted, obvio, para un Dios como el que tenemos nada es imposible y esta escrito que lo ha hecho, pero si nos comparamos en el tipo de relación que tenía con quienes lo ha hecho, creo que nos falta un poco, recuerde que la fe es como un músculo tiene que ser ejercitada para poder llegar al siguiente nivel cada vez.

 

Dios no nos consentirá solo por que sí, ni nos dará señales aisladas para ver si las “pescamos”, una de las características que más me emocionan de Dios es que es un Dios absoluto, es decir, o nos dice algo o no nos lo dice, todo lo que nos hable nos lo confirmará, para que estemos seguros de que fue El quien nos habló y no alguien más.

 

Dios NO juega con nuestra conciencia, ni nos pide que hagamos nada, es decir, he visto y he escuchado a muchas personas que toman decisiones porque “a lo mejor Dios quiso que hicieran fulana o mengana cosa”, o nos hace sentir mal porque “tanto que nos quiere El y tan poco que ponemos de nuestra parte”.

 

Dios tiene mucho que decirnos, mas de lo que usted se imagina, por ello una de las primeras cosas que escribió en su Biblia fue la palabra “hagamos” para expresar que Dios no es uno, sino 3, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y cada uno, a pesar de ser el mismo, tiene cosa distintas que decirnos y temas a tratar con nosotros.

 

El Padre siempre nos habla acerca de lo que es justo, de lo que es correcto, nos da instrucción y es aquel que hace misericordia en nuestras vidas, mientras que el Hijo nos habla todo el tiempo acerca de como podemos amar a las personas, de como podemos expresar y ser de ayuda a los demás, es quien nos da la gracia y por medio de quien recibimos cosas como verdaderos regalos de amor a nuestras vidas y por último y no menos importante esta el Espíritu Santo, es aquel que pone poder a nuestra vida, es aquel que le da ese toque poderoso a nuestra oración, es quien nos habla y nos susurra que es lo que debemos orar y lo que debemos pedir, ya que es lo adecuado, es quien pone en nosotros la facultad de orar por milagros y que sucedan, es aquel que hace que los dones escritos en el capítulo 12 de la primer carta a los Corintios se manifiesten y se hagan tangibles.

 

Una vez entendido esto, nos damos cuenta que probablemente en muchas ocasiones hemos tenido conversaciones con cada uno de las 3 personas que es Dios y que son uno a la vez, todos nos llevan a donde mismo.

 

Pero aún así hay muchos que dudan acerca de como tener una verdadera conversación con Dios y es por una razón muy sencilla, por lo general hay quienes hacen el intento de hablar con Dios y aún no terminan de hablar, cuando ya están esperando una respuesta, es decir, están mas enfocados en la respuesta que el interlocutor, para lo cual le quiero comentar un pequeño ejemplo:

 

Desde noviembre del año pasado viajo mucho en carretera por motivos de mi trabajo, por lo cual siempre me toca usar las carreteras de peaje, y siempre que llego a una caseta de pago, pregunto a la persona que me cobra “como esta?”, y cuando me despido la bendigo, pero me doy cuenta que el 90% del tiempo las personas que trabajan ahí ni siquiera escuchan lo que les digo y simplemente siempre repiten lo mismo, solo unas cuantas se dejan sorprender por el hecho de que me interese por ellas y lo agradecen.

 

Con Dios no nos sucede de manera distinta, estamos tan enfocados en la respuesta ya que no creemos (porque no lo vemos) que El nos escuche, nos parece algo prácticamente imposible, por lo que pareciera que estamos pidiendo como señal de que nos escucha, una respuesta.

 

Jesús sabía esto cuando estaba entre nosotros, y me llama mucho la atención el que lo mencionara al orar por Lázaro para que volviera a la vida, note como Jesús menciona “se que siempre me oyes”, note como el “siempre” es la parte central de la frase, note como Jesús tenía conversaciones con Dios porque partía del hecho de que Dios le escuchaba, y no porque fuera el Hijo de Dios, ya que estaba limitado en la tierra, como lo estamos nosotros.

 

Por tanto, antes de pensar en tener una conversación de cualquier tipo con Dios, tenemos que hacer un alto en el camino, darnos cuenta de que tal vez estamos haciendo las cosas de una manera limitada, si partimos del hecho de que El nos escucha, podemos empezar a repetir menos, ya que si a usted y a mi nos basta que nos digan las cosas una sola vez, creo que a Dios también, no lo cree?, y posterior a eso podemos planear aquello que le diremos de manera que nos sensibilicemos a su Espíritu y podamos dar el siguiente paso en una conversación.

 

Ese siguiente paso es creer y entender en su fidelidad, la cual no tiene que ver con nosotros, sino con su palabra, Dios es fiel a lo que nos dejó escrito en la Biblia, por tanto, si no conoce la Biblia, probablemente no entienda las respuestas de Dios, ya que solemos esperar “una” respuesta en específico y si no es la que recibimos creemos que Dios no nos responde o que “por algo hace las cosas”.

 

Por tanto y para no extenderme más, si quiere tener una relación con Dios tiene que empezar por dialogar con El y para hacerlo tiene que partir del principio de que El nos escucha siempre y que sus respuestas siempre van alineadas con su palabra, de manera que si lo empieza a hacer de esta manera, en poco tiempo tendrá pláticas tan bastas y extensas, como las que tenían los hombres de la Biblia.

 

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