Ciertamente todos nos hemos preguntado la razón por la cual venimos a esta tierra en alguna ocasión, todos nos preguntamos en algún momento cual es nuestro papel y si es que en realidad tenemos un propósito por el cual fuimos enviados, pero pocos en realidad reciben esa respuesta porque no saben exactamente que tipo de respuesta recibirán, por tanto, no saben a que estar atentos en caso de que la reciban.

 

La comunicación con Dios ha sido una de las cosas mas estereotipadas y mas mistificadas que hay en esta tierra, los hombres nos hemos encargado de hacerla parecer misteriosa y encriptada como si fuera algo prácticamente imposible de lograr, mientras unos cuantos que han recibido un par de respuestas lo hacen ver como algo sobrenatural y se hacen ver a si mismos como especiales, cuando dista totalmente de eso.

 

La razón de que vemos tan complicado el comunicarnos con Dios y todo lo que tiene que ver con El, es porque tratamos de entender todo desde nuestro punto de vista, es decir, hay algo en nosotros que pareciera que quiere hacer ver todo lo espiritual como algo terrenal y sin querer ponemos a Dios los mismo límites que nosotros tenemos en nuestra vida y por tal no le damos oportunidad de actuar en nuestras vidas.

 

Lo he repetido en un par de ocasiones en estas líneas, solemos tratar de hacer que Dios se parezca a nosotros, en vez de tratar nosotros de parecernos a El por medio del ejemplo de Jesús.

 

Y es ahí donde las cosas se ponen difíciles, ya que las religiones y las casas productoras de cine se han encargado de imponer un estándar demasiado alto y difícil de cumplir, el Jesús solemne y pausado al hablar que vemos en la TV y las películas dista mucho del que en realidad fue, pero es precisamente la manera en la que muchos reflejan una santidad que no conocen ni saben interpretar.

 

Hace algunos años escuché una plática de Dante Gebel que hablaba sobre una película realizada por Oral Roberts (la cual no he podido ver), en donde plasman a un Jesús cotidiano, el cual incluso hacía bromas con Pedro cuando se hundía en el agua al tratar de caminar hacia Jesús sobre ella, y sabe, ese el verdadero Jesús en el que yo creo, Dios tiene un sentido del humor estupendo, pero pocos se atreven a creerlo y tratar de entenderlo y aceptarlo.

 

Muchas personas creen que porque perseguimos la santidad tenemos que ser solemnes, pero la santidad no es sinónimo de solemnidad, la santidad quiere decir que tenemos que ser apartados para Dios, es decir, tenemos que empezar por nuestro corazón y cuidarlo de no contaminarse desde la vista, hasta lo que sentimos con respecto a otros, pero la Biblia no dice en ningún lado que para ser santo hay que ser solemne, esas son ideas de hombres que se esfuerzan demasiado por agradar a un Dios a quien no conocen cara a cara.

 

Obvio, hay momentos para todo, al momento de entrar en presencia del Padre, no hay que ser solemnes sino reverentes, es decir, reconocer su grandeza y portarnos a la altura de la situación, pero es Dios mismo quien nos enseña cuando y como, obvio, todo basado en la palabra que es la guía que El mismo nos dejó.

 

La cita de hoy es una de las menos comprendidas a mi entender de la Biblia, habla de que tenemos que menguar, es decir, tenemos que dejar de ser nosotros y dejar que Dios sea en nosotros, pero el primer paso para ello, esta en serlo en nuestras mentes, es decir, no podemos empezar por imaginarnos quien y como es Dios y lo bueno que es, para luego compararlo con quien y como somos nosotros y lo inicuos que somos para luego sustituirlo, eso es anti natural, además de que creo que ninguno de nosotros sería capaz de hacerlo, a lo que la cita en realidad se refiere, es que la primera parte que tenemos que cumplir, para acercarnos a el entendimiento y cumplimiento de esta cita, es precisamente dejar de pensar e imaginarnos y empezar a creer lo que esta escrito, a dejarlo ser verdadero en nuestra vida y darnos cuenta que la Biblia no tiene tiempo, lo que aplicó hace miles de años, sigue aplicando hoy es 100% vigente.

 

El menguar nos va a llevar a adoptar esa actitud que Cristo tuvo, no la que Hollywood se encargó de plasmarnos, sino la que cree al grado que el mundo espiritual y sobrenatural se haga presente todo el tiempo en nuestra vida natural, donde Dios deja de ser esporádico y se convierte en algo cotidiano pero de gran poder, donde dejamos de ser nosotros para empezar a reflejar la luz admirable de Dios, tal como la luna, que no es mas que una superficie limpia y clara que refleja la luz del sol, y que no tiene otro sentido de ser mas que ser admirada por la luz que refleja.

 

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