Hay cosas que no suceden en la vida de las personas, porque no tienen la dimensión adecuada en la vida de las mismas, es decir, hay cosas en nuestra vida que nunca llegan porque no nos damos cuenta que no es a algo que tengamos que llegar, sino algo que tenemos que hacer constantemente.

 

La felicidad es una de esas cosas, las personas pretenden que ciertas cosas pasen para que después de que hayan sucedido, puedan ser felices, lo mas tremendo es que la mayoría de las ocasiones son factores externos a sus vidas, y no la felicidad no es una meta, sino es un estilo de vida, por ejemplo, hay quienes esperan a tener un novio o una novia y casarse para ser felices, pero si no lo pudieron ser antes, es poco probable que suceda después de haberse casado, de hecho a pocas personas les gusta convivir con quienes no saben ser felices, lo ha notado?.

 

La paz es otra de esas cosas que por lo general tiene una dimensión errónea en la vida de muchos, muchos pretenden alcanzarla, como si fuera huyendo de nosotros, pero en realidad es como un músculo que se va ejercitando y que va creciendo conforme vamos aprendiendo a depositar nuestra confianza en Dios y en las cosas que hace en nuestras vidas.

 

Una de las cosas que caracteriza una vida en Cristo es el crecimiento constante y ese crecimiento tiene que ver primero con un crecimiento racional y no con un crecimiento emocional, es decir, hay quienes creen que las cosas de Dios como son espirituales, las debemos de sentir, cuando confunden las cosas espirituales con las cosas almáticas, para ponerlo mas claro, en nuestra alma se encuentran nuestros sentimientos y nuestros pensamientos y estos (ambos) son 100% controlables por nosotros, mientras nuestro espíritu es la parte de nosotros que se comunica con Dios y sobre este no tenemos un control, podemos controlar su efecto pero no nuestro espíritu, de hecho no veo la necesidad de hacerlo, sería como ponerle un límite a Dios para actuar en nuestras vidas.

 

Resumiendo, una vida en Cristo es un ejercicio constante, primeramente racional, en el que tenemos que aprender a poner nuestras vidas en manos de Dios de manera racional, es decir, saber e identificar las cosas en las que no podemos influir y buscar sobre ellas en la palabra de Dios de manera que podamos creer en lo que no dimensionamos en nuestra mente y creer simplemente creer sin tener una explicación, y nuestro sentir debe de ir enfocado a nuestro corazón que apoyado en la palabra de Dios enfocado a lo correcto, lo justo, lo sano y lo santo, en otras palabras aprender a cambiar la necesidad de sentir algo lindo porque se trata de Dios por un celo por las cosas que son de Dios.

 

La felicidad y la paz son 2 consecuencias constantes de este ejercicio, el hacer lo correcto nos da paz, el tener paz en nuestra vida nos da la felicidad y son el mejor termómetro de que estamos haciendo las cosas bien, y en cuanto una de estas 2 cosas falta o se va, simplemente tenemos que hacer un pequeño análisis para identificar si nuestro culto racional a Dios no se esta llevando a cabo de manera adecuada o si nuestros sentimientos están enfocados de manera inadecuada y corregir el rumbo de uno o de otro o bien de ambos.

 

Otro de los factores que puede poner en riesgo nuestro transcurrir por la vía de la paz y la felicidad es nuestro pasado, una de las cosas que nos cuesta aprender es el poder absoluto de Dios de perdonarnos, pues en nuestras mentes y corazones concebimos el perdón de Dios como nosotros perdonamos, y muchas personas aplican el término de “yo perdono, pero no olvido”, y creen que con Dios es exactamente igual, pero no es así, Dios no solo perdona y no solo olvida, sino que olvida que olvido el que nos perdonó, es decir su perdón es absoluto, si nosotros no recibimos ese perdón de manera absoluta, iremos arrastrando el grillete del pasado en nuestra carrera por la vida y hará que la felicidad y la paz sean menos perceptibles de lo que deben de ser y estaremos en una lucha constante versus algo que Dios ya ni siquiera contempla.

 

Por tanto todo lo que hagamos en Cristo lo tenemos que hacer viendo hacia adelante, teniendo la conciencia tranquila de haber hecho un acto racional, emocional y espiritual de arrepentimiento genuino y que nos de la certeza de que hemos sido perdonados para que podamos realizar de manera adecuada nuestro ejercicio de la fe, tal como le explique.

 

Mi invitación de este día es a que reflexione sobre su propio ejercicio de fe, compárelo con lo que le platico y si no lo hace de esta manera, le invito a que lo intente, le aseguro que no se arrepentirá en lo mas mínimo, por el contrario aprenderá una nueva dimensión de ser feliz y de tener paz, tal como Dios lo pretende de nosotros y lo preparó desde el principio de los tiempos.

 

 

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