Hace años que vivía en Guanajuato aprendí a amar la lluvia, aprendí a disfrutar de los truenos y los relámpagos, a ver la mano de Dios por medio de la lluvia y como transforma cada año una tierra seca y árida en un lugar verde y lleno de vida, desde ese tiempo he tomado la costumbre de sentarme a contemplar la lluvia y a observar su efecto.

 

Ahora que me mudé a Guadalajara, con gran anhelo he esperado el tiempo de lluvias, con gran emoción he contado los meses para que se aproxime esta época y poder disfrutar de las lluvias de la temporada que por la cercanía se asemejan mucho a las lluvias que aprendí a disfrutar en Guanajuato, solo que este año llegaron con cierto retraso, lo cual llamó mi atención de manera que empecé a orar y clamar por lluvia, no como un capricho personal, sino como muestra de la mano de Dios sobre el lugar donde vivo, lo interesante es que todo ese tiempo que oré tenía la certeza de que Dios me iba a enseñar algo y que había una voz que me decía todo el tiempo “abre tus ojos y tus oídos pues Dios te va a enseñar algo nuevo y fundamental acerca de la lluvia”.

 

Curiosamente en este tiempo, lejos de que pareciera que buscaba la lluvia, parecía que le anduviera huyendo, cada vez que viajaba, llovía en el lugar donde yo no estaba, aunque lo tomé con humor y gracia, pero creo que si le hice un par de gestos Dios al respecto y seguía clamando por esa lluvia.

 

Hace unos días por fin parecía que se acercaba la respuesta, las nubes abundaban y el todo parecía que en cuestión de minutos caería una gran tormenta, cosa que me daba gran gusto, aunque iba de salida a carretera de regreso a casa, pero no me preocupaba, sabía que Dios y yo teníamos una charla pendiente acerca del tema y estaba dispuesto a disfrutarla al máximo, pero cual fue mi sorpresa, que simplemente no llovió, aunque la respuesta de Dios no se hizo esperar.

 

El pasado viernes regresé de México rumbo a Guadalajara y era fascinante ver como en todo el camino había llovido previamente, como la tierra tenía ese inigualable y fresco olor, como la temperatura del ambiente había cambiado, era tan intensa la sensación que decidí no cerrar el techo de mi coche durante todo el trayecto a pesar que era de noche, no le miento al decirle que todo el tiempo tenía la sensación de que la misma tierra dijera “estoy lista”.

 

El sábado estando en casa, por fin llovió, cayó un buen aguacero, adornado por ruidosos truenos y flamantes relámpagos y toda la ciudad tomó un tono distinto, ahora si, Dios había respondido mi oración y ahora si venía la enseñanza, la cual no se hizo esperar.

 

El domingo a primera hora al asistir a la iglesia, todos los cantos tenían que ver con la lluvia y no se hizo esperar el momento en el que el Pastor Omar Hernández hablara una reflexión acerca de la lluvia y mencionó la lluvia temprana y la lluvia tardía e hizo una breve explicación que cambió de manera total mi entender acerca de la bendición de Dios y se la quiero compartir.

 

La Biblia habla en varias ocasiones de la lluvia temprana y la lluvia tardía, ya que no soy agricultor, yo (Rene) siempre lo percibí como la lluvia que tiene lugar a principio de año y la que lo tiene a final, pero el mensaje del Pastor Omar hablaba acerca de la diferencia entre estas 2 lluvias, la primera, es la lluvia temprana, aquella que llega anunciando la época de lluvias y que es la que afloja y prepara la tierra, para que pueda ser sembrada y que pueda ser manipulada, mientras que la lluvia tardía es aquella que da el crecimiento, una vez que la semilla esta en la tierra, es la que se asegura de que este siempre fresca y pueda seguir en el proceso de crecer y dar frutos.

 

Fue justo ahí donde me quedó claro y entendí aquello que sentía en la carretera, al meditar en ello, recordé como el olor a tierra mojada era distinto, pero a su vez distintivo de ésta época del año y que no se parece al olor de tierra mojada de otros tiempos.

 

Al reflexionar sobre esto, no pude evitar el hacer la comparativa con las oraciones que hacemos constantemente, ya que cuando la lluvia es mencionada en la Biblia, esta tiene el significado de la visita del Espíritu de Dios y es ahí donde no sabemos diferenciar entre los motivos de visita del mismo.

 

Dios nos puede venir a visitar en medio del problema, puede traer esa frescura a nuestra vida, puede traer paz en medio de una situación de necesidad y angustia, pero esa no es mas que la lluvia temprana en nuestras vidas, es la que viene a preparar la tierra para que sea sembrada con palabra de Dios, y posteriormente, Dios pretende regresar a nuestra vida de nuevo en forma de la presencia de su Espíritu pero ahora como lluvia tardía, a dar crecimiento a hacer un cambio radical en nuestras vidas, primeramente para que demos frutos y segundamente para que jamás volvamos a pasar por esa situación de nuevo, es como un árbol que solo se siembra una sola vez en el mismo lugar, luego ese lugar esta ocupado y no tiene espacio para que otro árbol sea plantado ahí, ahora el papel de ese árbol es dar frutos, así sucede con Dios en nuestras vidas, una vez que trajo la lluvia temprana, preparó la tierra para la semilla, la lluvia tardía se encarga de dar ese crecimiento para que luego demos frutos y no tengamos necesidad de sembrar arboles nuevos en ese lugar o bien pasar por el mismo problema de nuevo.

 

Por que le menciono esto?, es sencillo, en muchas ocasiones nos comportamos de una manera inmadura ante Dios, pedimos su favor y pedimos su presencia, y ciertamente El nos escucha y atiende a nuestro llamado, pero el problema viene después, ya que solo nos conformamos con la lluvia temprana que es la que trae un alivio momentáneo a nuestra vida y no esperamos a la segunda lluvia, a la tardía a la que nos hará crecer y a la que nos hará dar frutos, de hecho eso es lo que hace la “sabiduría popular” de la que tanto he hablado en las pasadas semanas, las filosofías populistas no hacen mas que eso, aflojar nuestra tierra con si frescura, pero no nos dan crecimiento.

 

Mi invitación de esta mañana es a que reflexione acerca de su oración, identifique si su oración sigue siendo la misma una y otra vez y pide lluvia temprana todo el tiempo, y a que por medio de ella identifique si es que su tierra esta lista para que Dios siembre en ella, para que pueda a su vez darle ese crecimiento que necesita para dar frutos en abundancia, tengo la confianza de mencionarlo, hace unos meses conocí a una persona que me dijo “aun soy una bebé espiritual, solo tengo 2 años en el evangelio”, lo cual me sorprendió de gran manera, ya que en solo 3 años Jesús transformó al mundo con su ministerio y fue El mismo quien dijo que nosotros haríamos las mismas cosas que El hizo y aun mayores, ya que El va al Padre a interceder por nosotros, entonces, aquella persona que después de 2 años expuesta a la palabra de Dios solo sigue pidiendo lluvia temprana y no ha permitido que esa semilla que Dios puso en ella crezca, por tanto piense, si usted esta listo para crecer, y empiece a clamar por esa lluvia tardía para crecer y dar frutos y convertirse en un verdadero imitador de Cristo, esto lo menciono con la intención de dejar claro cuanto tiempo necesita Dios para hacer cosas por medio nuestro y cuanto tiempo podemos nosotros ocupar al hacerlo a nuestra manera, por ello cambie su oración y pida abundante lluvia tardía en las cosas que ya fueron respondidas por Dios y prepárese para dar frutos en abundancia.

 

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