A veces no me queda mas que insistir en ciertas cosas y correr el riesgo de ser repetitivo, ya que es muy triste ver a las personas vivir una vida a medias y sin la gloria de Dios en ellas.

 

Uno de los mas grandes males de ésta era es que la gente “cree que cree en Dios!”, es decir, cada persona tiene su propia idea personal e individual de lo que es Dios y de como es que El interviene en sus vidas.

 

Dentro de ese terrible mal, se encuentra la profunda necesidad de creer que Dios es como nosotros y que hace cosas para complacernos y quedar bien con nosotros, sin darnos cuenta que eso no es mas que pura y vana idolatría, y no hacia santos e imágenes, sino idolatría hacia nosotros mismos, pareciera que estamos tan convencidos de nosotros mismos y que hemos hecho de nuestras vidas algo tan perfecto y bello, que queremos que Dios se parezca a ello y tome nuestra forma, nuestras actitudes y nuestra manera de pensar.

 

Afortunadamente la Biblia nos dice que Dios es el mismo, ayer, hoy y siempre, es decir, Dios no cambia y no tiene porqué hacerlo, no se va adaptando a los tiempos modernos, ni cambia su concepto de lo que es abominable a sus ojos y de lo que no lo es, es decir, lo que en los tiempos de la creación fue considerado como pecado por Dios lo sigue siendo hoy y aquello que es agradable a Dios desde entonces, lo sigue siendo el día de hoy también.

 

Una de esas cosas que me emocionan de Dios y que son de sus características permanentes, es que Dios es un Dios de excelencia, es decir, es un Dios al cual le agrada la excelencia, en otras palabras al cual le agrada que seamos excelentes en todo lo que hagamos, en especial las cosas que hagamos para El y por otro lado es un Dios que es excelente en todo lo que hace, y que usa todos los recursos de lo que creo en lo natural, para hacer cosas sobrenaturales y a su vez excelentes para nosotros al manifestar su gloria en nuestras vidas.

 

Y es aquí donde llegamos a aquello de lo que le quiero hablar el día de hoy, cuando le digo que en muchas ocasiones solemos querer hacer a Dios como nosotros y caer en la terrible idolatría de nosotros mismos, como si esto fuera algo bueno…

 

He escuchado en incontables ocasiones las frase “Dios por algo hace las cosas” y la gran mayoría de las veces tiene que ver con algo que no sucedió como esperábamos o como lo oramos (en el mejor de los casos), o con situaciones que nos afectan pero que no podemos entender o explicar y queremos aplicar la misma lógica que aplicaríamos en nuestra vida personal, cuando somos incapaces de cumplir lo que prometimos o bien las expectativas de otros y preferimos no dar explicaciones o solemos decir “es mejor así”  o “es lo mejor para todos” cuando en realidad no hay nada detrás de nuestras palabras, le ha sucedido?, creo que a todos nos ha sucedido, al menos a mi si en muchas ocasiones.

 

Dios en definitiva no es como nosotros, para Dios no hay cosas que no pueda hacer, ni cosas que haga que no pueda, quiera o tenga que explicarnos, Dios es un Dios excelente, perfecto y lo mejor de todo, nuestro padre que nos ama sobre todas las cosas, al grado que nos dio a su unigénito para que muriera por nosotros y nos rescatara de la muerte, y no solo eso, sino con ello, nos hiciera perfectos por medio de la redención del pecado.

 

Por tanto aquellos que se conforman con un “Dios por algo hace las cosas”, no hacen otra cosa mas que cometer un gran acto de idolatría, con ello rebajan a Dios al nivel de los hombres y le ponen un tinte de imperfecto a alguien que es y que representa todo lo contrario.

 

Otro de los grandes errores que solemos cometer es compararnos con Dios y ante ello escudarnos en ser pecadores e imperfectos en un falso acto de “humildad”, y déjeme se lo explico.

 

Ciertamente somos imperfectos e irremediablemente tendenciosos al pecado, pero eso no tiene que ver con Dios, El en definitiva no tiene la culpa, pero no podemos dejar de observar que somos hechura suya, eso quiere decir que El nos hizo imperfectos?.

 

La respuesta es no, El nos hizo perfectos, la Biblia incluso declara que nos hizo a imagen y semejanza suya, solo que con nuestros propios pensamientos y actitudes (que en su mayoría no tienen que ver con El), nos hemos desviado de esa creación perfecta que nos hizo y hemos hecho nuestra propia versión de lo que creemos que deberíamos ser.

 

Por tanto, mi invitación del día de hoy es muy específica, medite y reflexione en cuantas cosas hay en su vida que parecieran no tener respuesta por parte de Dios y reconozca cuantas de esas cosas realmente nunca estuvieron en sus manos (en las de Dios), porque nunca se las entregó verdaderamente, identifique en su vida, cuantas cosas hay en usted que no son de Dios en definitiva, pero que usted las reconoce como buenas, ya que son parte de su esfuerzo personal y las aprecia, aun cuando no tengan nada que ver con Dios, y por último identifique cuan pocas cosas perfectas hay en su vida, ya sea porque las ha hecho usted mismo o porque se las ha puesto parcialmente en sus manos a Dios, pero no le ha permitido actuar bajo su propia voluntad (la de Dios), sino pareciera que usted lo guía a El por medio del proceso hacia la perfección.

 

Y la invitación que le hago, no se la hago con la intención de que se sienta mal, ni con la intención de juzgarle, sino de que avive la esperanza de cosas buenas y asombrosas en su vida, para que pueda hacer efectiva en su vida la cita del día de hoy y recibir dádivas buenas y perfectas que cumplan con la voluntad de Dios y le acerquen a la perfección de Cristo, que es aquella a la que todos debemos de aspirar.

 

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