En los pasados días he hablado varias veces acerca de la omnipresencia de Dios, ya que creo que es algo primordial el tener presente que no hay manera de que nos alejemos de Dios, no hay manera que podamos huir a su vista, no hay manera que podamos pretender incluso que no observe nuestros actos, así como es imposible que esquivemos el efecto de sus misericordias, por tanto parece ilógico que en muchas ocasiones nos sintamos lejos de El, o incluso que no percibamos su presencia.

 

Lo impresionante es que aun entendiendo esta tremenda verdad, en muchas ocasiones nos sentimos lejos de Dios, sentimos que no nos escucha y no sentimos su efecto en nuestras vidas y no es algo que sea complejo o difícil de entender, simplemente sucede porque tenemos un concepto distinto de Dios del cual El pretende que tengamos y se lo voy a explicar.

 

Hace tiempo vivía en la ciudad de Guanajuato y por cuestiones de trabajo viajaba constantemente a la ciudad de México, en ambas ciudades llueve mucho, por lo que adopté la costumbre de tener siempre a la mano y en mi coche un paraguas o sombrilla, de hecho se convirtió hasta cierto punto en una manía, ya que en donde veía que los vendía compraba uno, siempre buscando el paraguas perfecto, uno con varillas fuertes y de gran tamaño, pero que a su vez fuera ligero, uno de colores sobrios, pero diferente a los paraguas comunes, que se yo, lo mejor es que tenía constante oportunidad de usarlos, era un articulo esencial para mi diario vivir.

 

Después de un tiempo me mudé a Monterrey, ciudad donde llueve considerablemente menos que en las 2 ciudades anteriores, mas aun así mantuve la costumbre de siempre cargar con un paraguas en el coche, pero la mayor parte del tiempo olvidaba que estaba ahí, de manera que los dejé de usar, aun cuando llovía, al grado que en mas de una ocasión me di tremenda mojada al correr del coche a algún lugar donde iba por no usar el famoso paraguas, siendo que lo traía cargando todo el tiempo.

 

El paraguas no dejaba de funcionar, ni perdía su efecto, solo que al no usarlo por no tenerlo en mi mente todo el tiempo, no surtía ese efecto en mi vida a pesar que lo llevaba justo ahí a un lado mío.

 

Con Dios nos sucede igual, solemos pedirle que nos beneficie con su favor, solemos pedirle tantas y tantas cosas y cuando las recibimos, no le invitamos a disfrutarlas con nosotros.

 

La cita de hoy habla de Abraham, que no importaba a donde fuera y no importaba que es a lo que fuera a algún lugar, erigía siempre un altar a Dios, es decir, en todo lugar a donde iba se aseguraba no solo de que Dios fuera con El, sino se aseguraba que tuvieran un lugar en el cual pudieran tener intimidad.

 

Ayer tuve la oportunidad de platicar largo rato con un gran amigo y le recordaba esto, de como es que pedimos a Dios para que nos de un trabajo y oramos, pedimos, prometemos y no se que tantas cosas mas, para que Dios nos favorezca, y una vez que lo recibimos, no nos tomamos la menor molestia de invitarle a ese lugar, pareciera que nos da pena que las personas de nuestro trabajo vean que tenemos una relación con Dios y luego nos justificamos diciendo que no podemos llevar nuestra vida personal al trabajo.

 

Me parece inaudito cuando escucho ese tipo de comentarios!, como no vamos a poder llevar al Creador de Universo a nuestro trabajo?, como no vamos a poder llevar a aquél que nos dio ese trabajo a mostrarle los frutos de su favor???.

 

Dios nos dio su palabra para que siguiéramos el ejemplo de los hombres de la Biblia y ser al menos tan bendecidos con ellos y no para que los cataloguemos como historias lindas.

 

Una de las cosas que suelo hacer en cada trabajo que obtengo, en cada casa en la que vivo y a todo lugar al que voy, es hacer como Abraham, edificar un altar, es decir, primeramente oro en cada lugar y establezco el Reino de los Cielos en ese lugar, para que su efecto se haga permanente, trato de tener siempre artículos que hablen de la palabra de Dios, haciendo tal como dice el la Biblia, también siempre tengo una Biblia a la mano y a la vista para cuando la necesite y en definitiva, procuro tener constantes momentos de intimidad  con Dios en mi trabajo y en todo lugar, ese es el secreto del éxito de los hombres de la Biblia y el del mío propio.

 

Mi invitación de hoy es a que haga memoria si no es que tiene usted en Dios como tenía yo en los paraguas de mi coche, algo muy bueno, con un gran efecto que hace mucho que no usa y que por ello pasa por situaciones difíciles e incómodas por andar por la vida solo y en sus propias fuerzas, siendo que tiene un Dios omnipresente y mejor aun, omnipotente que puede derramar en usted todo su poder y su favor solo invocando su nombre, también le invito a que haga como Abraham, erija en todo lugar al que vaya un altar, es decir, establezca la presencia de Dios en cada lugar, y asegúrese de tener intimidad con Dios en todo lugar y en todo tiempo, asegure el éxito de lo que haga siempre teniendo a la mano al mejor abogado, que es Cristo, de manera que su vida cambie de una vida esforzada a una vida llena de gracia y del favor de Dios en ella.

 

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