Una de las cosas que mas amo de Dios es que es un dios Omnipresente, es decir que esta en todo lugar y que no podemos evitar que este ahí justo a un lado nuestro, no importa donde estemos, que hacemos o la situación por la que pasemos, por tanto me he acostumbrado a estar acompañado por EL y a poner atención a todo lo que tenga que decirme y me encanta como toma las situaciones mas comunes y cotidianas para explicarme grandes cosas que tienen una gran trascendencia tanto para mi vida como para la vida de otros y ayer no fue la excepción.

 

Uno de los fragmentos en la Biblia que mas me han impactado es la parte en la que habla sobre Coré, quien fue un hombre que simplemente se quejo contra Moisés y se reveló contra su autoridad, esto molestó de gran manera a Dios, al grado que abrió la tierra para tragarse a Coré, a su familia e incluso a su ganado.

 

Wow una simple queja y una sencilla insubordinación le costó la vida a una familia entera, que Dios tan asombroso tenemos, y me refiero con esto no al hecho de que se haya hecho que la tierra se tragara a Coré y a su familia, sino como ante este ejemplo podemos entender la misericordia de Dios ante no haber sido tragados por la tierra hasta el día de hoy a causa de todos nuestros pecados, que al menos en mi, van mucho mas allá de una insubordinación y una queja.

 

No es fascinante ser objetos de la misericordia de Dios?, que asombroso saber que la sangre derramada en la cruz tiene un efecto tal.

 

Bueno, pues después de meditar en esto, siempre me queda la duda de porqué las personas no cambian y acaso no entienden sobre la misericordia y la gracia de Dios?.

 

Creo que tanto pregunté esto que ayer Dios me dio esa respuesta y se la quiero compartir:

 

El día de ayer venía de madrugada por la carretera con destino a la ciudad de México, y aun estaba oscuro cuando me detuve a pagar la caseta de la autopista cuando el cobrador me pide de favor su puedo darle un “aventón” a su compañera que va a la siguiente caseta que se encuentra a 36 kilómetros, lo cual me pareció bien y además de interesante y accedí, y en menos de lo que pensé ya tenía una compañera de viaje para los siguientes 36 kilómetros.

 

Una vez instalada en el coche, me presenté con mi “nueva amiga” (como la consideré) y le dije mi nombre y le pregunté el suyo, me llamaba mucho la atención que se dirigiera a trabajar de “aventón”, de manera que le pregunté que si diario lo hacía a lo que me contestó que si, tanto de ida como de regreso, obvio esto me ocasionó mas curiosidad a lo que le pregunté que si todos los días llegaba a tiempo a trabajar o si a causa de estar a expensas de la bondad de la gente, se retrasa con frecuencia, a lo que respondió que no, que por lo general siempre llegaba a tiempo a trabajar, y así sucesivamente, obvio, esta era una plática prácticamente obligada ante la situación, pero la realidad es que a mi compañera de viaje no le interesaba platicar en lo absoluto, ni siquiera por el simple hecho de ser educada con quien le estaba como decimos en México “echando un ride” (término coloquial para expresar el llevar a alguien que lo para a uno en el camino).

 

Lo mas asombroso de todo fue que al llegar a la siguiente caseta, no solo me despedí, sino incluso bendije a mi pasajera, a lo que ella ni titubeó y no se tomó la molestia de darme las gracias y no porque las esperara, sino porque es prácticamente una costumbre en cualquier situación similar.

 

Lo que le cuento, me dejó pensando largo rato, y fue ahí que entendí lo que Dios me estaba enseñando.

 

Todos sabemos que vivimos bajo la misericordia de Dios, e incluso conocemos la cita de hoy que nos declara y recuerda de que somos objeto de la misericordia de Dios, sino nos habla de que esa misericordia es nueva cada día, es decir, no tiene nada que ver con la de ayer o antier, pero es sumamente común que nos acostumbremos a ella y ni siquiera la entendamos y la aprovechemos.

 

El entender las misericordias nuevas o renovadas a diario es algo similar a lo que le pasa al a chica de mi viaje de ayer, ella todos los días recibe un favor y sin este favor, sería incapaz de ir a trabajar e incluso ganarse el pan de cada día, y no solo eso, tiene la oportunidad de recibir esa misericordia de alguien diferente, en otras palabras es impactada 2 veces diarias por 2 personas distintas.

 

Para ella, esto solo es rutina, sería a lo mejor interesante el que un día nadie quisiera darle un aventón para que entendiera la importancia del favor del que es objeto todos los días y que entendiera el valor de quienes deciden llevarla, y no crea que esto lo digo con el afán de recibir un agradecimiento de alguien a quien probablemente nunca vuelva a ver, sino el hacer una reflexión acerca de como nosotros de manera diaria recibimos una misericordia diaria y nueva, y aun así tomamos la misma actitud de la chica de ayer, no nos interesa ni siquiera platicar con aquel que tiene misericordia de nosotros, ya que no dimensionamos que por causa de nuestro pecado deberíamos pasar mínimo por lo que pasó Coré y su familia.

 

Esta mañana quiero hacerle una invitación especial, haga un verdadero análisis de su vida y compárelo con la palabra de Dios, note como por nuestros propios méritos no tenemos la mas mínima oportunidad de salir adelante, ni de llegar a ningún lado, de manera que somos como la chica de ayer, dependientes de alguien mas (en este caso Dios) para llegar al siguiente punto de nuestra vida y como aun no muriendo y dependiendo de El, tenemos apatía de entablar una verdadera conversación con El y de tener un momento íntimo y sincero por su misericordia y el favor que pone en nuestras vidas.

 

Le invito a no hacer como la persona de ayer, recuerde que cada mañana el puro hecho de despertar es parte de la misericordia de Dios, muchas veces aun sin haberlo pedido, recibimos el perdón a causa de la sangre de Cristo y tenemos la oportunidad de despertar de nuevo y hacer aquello para lo cual fuimos diseñados, y aun así no lo hacemos, por tanto dimensione la misericordía que hay en su vida y viva objeto de ella y dependiente de quien se la da y aprenda a multiplicarlas, ya que la misericordia de Dios va mas allá de un aventón de 36 kilómetros sin entablar una conversación.

 

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