Hace días he estado meditando acerca de esto, todo todo pecado tiene que ver con la mentira, pues podemos empezar a hacer cualquier cosa que no sea justa ni recta delante de Dios y hacernos creer a nosotros mismos que no esta mal y que estamos bien para con Dios, aunque en el fondo de nuestro corazón sabemos que no es así.
Lo interesante del asunto es que una mentira por lo general no viene sola, una mentira nos llevará a otra y a otra sucesivamente, en poco tiempo nos daremos cuenta como una mentira “piadosa” y con “buena intención” nos tiene por completo enredados.
Creo que el mayor temor de una mentira es el ser descubiertos y por ello nos atrevemos a seguir mintiendo, y a seguir inventando cosas alrededor de nuestra mentira inicial para tratar de salir bien librados, uff! de pensarlo el pecar es como meterse en arenas movedizas.
Según entiendo, uno jamás se hundirá al estar en arenas movedizas si no se mueve, es decir, uno puede entrar y empezar a hundirse un poco, pero las arenas en realidad no se mueven, solo están muy sueltas, lo que nos hace hundirnos es el movimiento y lo mas adecuado al estar en arenas movedizas es no moverse y pedir ayuda para ser sacado.
Si tomamos como comparación las arenas movedizas con el pecado, la manera de salir de ambos es exactamente de la misma manera, deteniéndonos por completo y no hacer nada, posterior a esto pedir ayuda.
Ahora bien, hay quienes ya estando con ambos pies recién puestos en el pecado o en las arenas movedizas creen que ya no tienen remedio o solución, ya que por mas que voltean a su alrededor no ven quien les pueda ayudar o bien no ven como podrían aplicar la cita de hoy a su vida, como hacerse rectos o justos si ya están con ambos pies metidos en el pecado?, es ahí cuando se empiezan a mover para tratar de salir, pero se darán cuenta que no importa cuanto se muevan, no hay movimiento que les ayude a ir hacia arriba, la mayoría de las veces por temor a admitir su pecado o mentira inicial de como llegaron ahí.
En otras palabras, la única manera de ser justos es diciendo la verdad, confesando nuestro pecado inicial y reconocer que estamos en ese lugar por méritos propios y permitiéndole a Dios a que haga ese verdadero milagro, el de hacernos justos simplemente por reconocernos pecadores e incompetentes para dejar de serlo, es solo en ese momento que por misericordia y gracia somos perdonados y no solo eso, sino hechos justos por el efecto de la sangre derramada en la cruz, y se que esto no queda claro para muchos, pero lo que es verdaderamente importante de todo esto es que sin detenernos y confesar nuestro pecado, difícilmente saldremos adelante de cualquier situación de pecado, y en realidad no es difícilmente, es prácticamente imposible.
Juan 8:32 nos dice que la verdad es la que nos hará libres y esto no es mas que la confirmación de la cita de hoy, la que nos revela que solo la verdad nos dará ese toque de justicia que necesitamos y nos hará salir renovados y hechos justos de cualquier situación, al grado de ser presentados dignos de cualquier bendición que incluso a los ojos de los demás no merezcamos.
Mi invitación del día de hoy es a que no importa en que situación se encuentre, deténgase por un momento y mire hacia abajo, y dése cuenta si esta en arenas movedizas, si es así no haga nada mas, no se mueva, no trate de justificarse, ni trate de encontrar la razón de como es que llegó ahí, solo confiese su pecado y permita que Dios le haga justo, para que sea librado y rescatado de esa situación y aprenda como nunca jamás caer en ella de nuevo.