Tuve la oportunidad de venir a pasar unos días en Guanajuato por motivo de las vacaciones, es uno de mis lugares favoritos, no solo por ser un lugar bello y porque tener a mis mejores amigos aquí, además porque le tengo un gran cariño a este lugar, fue en esta ciudad que Dios me dio la oportunidad de comenzar a servirle y aprender los fundamentos para tener la oportunidad de escribirle estas líneas de manera diaria.

 

Recuerdo que cuando llegué a Guanajuato por motivos de trabajo, lo hice igual que todos, persiguiendo una bendición, buscando el favor de Dios, aunque en realidad no sabía exactamente que era lo que buscaba, ni como era que lo iba a encontrar, a pesar de tener ya varios años de conocimiento de la palabra como dirían muchos “por encimita”, había dejado hacía mucho tiempo de lado mi intimidad con Dios y solo buscaba de El cuando tenía un momento de necesidad.

 

Mis primeros meses en Guanajuato no fueron fáciles, salir de un ambiente acelerado y con todas las cosas a la mano como lo era Monterrey y llegar a una ciudad pequeña y con hábitos distintos era abrumador!, además mi mudanza tardo semanas extras en llegar, por lo que tuve que dormir en el suelo algunos días y cuando por fin llego, resulta que habían abierto las cajas y tomado parte de mis pertenencias!, no recuerdo cuantas veces pensé en tirar la toalla y simplemente regresar al ambiente cómodo y conocido al que decía pertenecer.

 

En mi frustración de no saber que hacer y como contrarrestar la sensación de incomodidad, decidí buscar a Dios, decidí hacer como dice la palabra e ir a una iglesia, escuchar de El, aprender de El y poner mi vida verdaderamente en sus manos, y sabe una cosa, me di cuenta que no importaba que tan lejos me hubiera ido y que tanto hubiera hecho, un solo momento en su presencia y un solo momento cara a cara simple y sencillamente borró todo lo pasado y abrió las puertas a un nuevo futuro.

 

No pasó mucho tiempo de tomar esta nueva decisión en lo que Gustavo y Julieta, quienes ahora son mis mejores amigos llegaran a mi vida, en poco tiempo empecé a ver las cosas desde una perspectiva distinta y me empecé a dar cuenta de lo afortunado que era y mas que otra cosa, me di cuenta que no estaba ahí por voluntad propia, sino porque Dios quería bendecirme en este lugar y me había separado para ello.

 

Posiblemente a los ojos de los demás no había pasado mucho en mi vida, pero le aseguro que internamente era un cambio radical, de hecho a pesar de haber tenido la oportunidad de vivir en lugares asombrosos después de eso y haber conocido a personas que han marcado mi vida en los años posteriores a este tiempo, siempre que alguien me pregunta que en que lugar he vivido mas a gusto y que lugar es el que mas me gusta, siempre lo digo sin titubear, siempre digo que Guanajuato.

 

Yo se que se preguntará como es que mi anécdota se relaciona con la cita de hoy, tenga un poco de paciencia y lo descubrirá…

 

Habían pasado solo unos meses, no creo que hayan llegado a 3, cuando mi mundo había sido transformado y tenía la plena conciencia de que estaba en el lugar que Dios me quería y donde El estaba tratando con mi vida, me encontraba en primera fila de su voluntad y aunque no era fácil, era sumamente emocionante, y un día llega una llamada por la que cualquier persona se hubiera emocionado, la empresa para la que trabajaba, quería que regresara a Monterrey a trabajar en un hotel mucho mas grande y con mucho mejor sueldo que el que tenía, y eso que apenas me habían mandado para acá, aun mis resultados no se notaban, aun no había podido demostrar lo que sabía y podía hacer!, wow!, por un momento no dudé en decir que si, solo me faltaba hacer una cosa grande e importante antes de confirmar la invitación que recibí, ir delante de Dios y consultarle.

 

Una vez delante de Dios y agradecer por esta enorme oportunidad, traté de convencerlo de que aquello que me ofrecían era todo lo que necesitaba y que era la respuesta a todas mis oraciones!, y en ese momento hice un alto… la respuesta a todas mis oraciones?, hmmm, creo que no había orado por regresar a Monterrey… en realidad tampoco había orado por un mejor trabajo y un mejor sueldo… y aunque era lógico y era normal el estar emocionado por regresar, estaba feliz en Guanajuato y sabía que no necesitaba mas.

 

Por lo que hice una pausa en mi oración y en vez de hablar y hablar en presencia de Dios, simplemente hice silencio y aprendí que por primera vez en mucho tiempo estaba morando en casa de Dios y que esto tenía que ver con que estaba fuera de mi ambiente y estaba dentro del ambiente de Dios y solo estando en el ambiente de Dios pasan las cosas que Dios promete en su palabra.

 

Como se imaginará decliné la oferta y tomé una de las mejores decisiones de mi vida, pasé 3 de los mas felices años por estas tierras, pero lo mas importante es que a partir de esa fecha y de esa decisión, he comprobado como es que la cita de el día de hoy es verdadera y es tangible, desde ese día he sido favorecido por Dios como pocos, las oportunidades rara vez las busco, no solo las de trabajo, en general, las bendiciones y las oportunidades me siguen, cuando no es así siempre hay algo o alguien que me da un tip para arrebatarlas y siempre cuando peleo por algo, tengo la plena seguridad que lo obtendré ya que Dios ha confirmado su voluntad acerca de ello.

 

La cita del día de hoy nos enseña que cuando vivimos el Reino de los Cielos, este impacta en el mundo físico que nos rodea y nos convertimos en un imán de la abundancia que Dios promete para nuestras vidas, nos hacemos atractivos a los demás ya que reflejamos la luz de Dios y es una luz a la que nadie se puede negar.

 

No le puedo decir que yo tenga algo especial que nadie mas pueda tener, por el contrario, nada de lo que tengo o nada de lo que soy es por méritos propios, mas bien es porque he permitido que Dios toque mi corazón de manera tal que no tenga otro anhelo que morar en su casa y su presencia de constante, de manera que su promesas son cumplidas segundo a segundo en mi vida.

 

Mi invitación de esta mañana es a que haga algo distinto, tome tiempo en silencio delante de Dios, ore de manera distinta, ore sin decir nada, aprenda a escuchar la voz de Dios y a entrar en sus atrios, de manera que le sea una costumbre estar ahí y empezar a recibir ese favor y que el bien le persiga en vez de que lo ande buscando, como ve?, se atreve?.

 

 

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