Hace tiempo que escuche una frase que esta llena de verdad, pero que lamentablemente solemos aplicar a otras personas y a circunstancias ajenas a nosotros pero pocas veces la aplicamos a nosotros mismos y la frase decía algo mas o menos así:
Una persona jamás tomaría de un vaso de agua sabiendo que aunque toda el agua contenida en el es purificada pero contiene además una sola gota de agua de cloaca –
Al meditar en esta frase me quedo atónito de pensar como una sola gota puede hacer que todo un vaso de agua se haga repulsivo por el puro hecho de contener una sola gota de agua que viene de la cloaca, me imagino la expresión de su rostro ahora mismo y le aseguro que yo estoy haciendo la misma cara que usted.
Vivimos en una sociedad que observa todo lo que hacemos y se atreve a opinar sobre nuestros actos y nos llegan a hacer sentir incómodos si no nos comportamos de cierta manera que les complazca, de manera que solemos ceder ante nuestras convicciones o incluso adoptar ciertas posturas y hábitos para sentirnos incluidos dentro de ciertos círculos, sin entender el trasfondo de esas demandas u opiniones, sin darnos cuenta que muy probablemente esas personas simplemente opinan de esa manera para evitar sentirse juzgadas ellas mismas o justificar el pecado en su vida.
Otra de las cosas que solemos hacer es imitar a las personas a las que solemos admirar o que tienen un cierto estatus y por ello tomamos como válidos sus actos, sus opiniones y sus posturas, sin verdaderamente evaluar la congruencia de sus palabras con sus actos o bien ambos con la palabra de Dios.
Con esto no le quiero invitar de ninguna manera a que ande por la vida evaluando a las demás personas o juzgándolas, para nada, mas bien al contrario, le invito a que identifique como es que muchas de las cosas que hacen o hacemos y dicen o decimos son como esas pequeñas gotas de agua de la cloaca y que pueden hacer que todo nuestro ser y toda nuestra manera de vivir parezca inmunda.
Puede ser que una gota de agua de cloaca no se note en un vaso de agua, y probablemente bebiéramos de ese vaso si no supiéramos acerca del contenido de la gota de agua de cloaca que contiene, pero que sucede en el momento que nos enteramos?, yo en lo personal trataría de buscar en donde vaciarlo, para no tener que beberlo y evitar que otra persona lo hiciera, no lo haría usted?, ahora bien pues imagine que sucede con las personas que se van con la idea de que somos personas piadosas y de pronto se enteran que hay cierto pecado en nuestra vida y que no solo eso sino que es un hábito adquirido y es permanente y repetitivo en nuestra manera de vivir?.
Es común que ante este cuestionamiento lo primero que hagamos es pensar en las actitudes que tenemos y que sabemos que no son agradables a Dios y que incluso pudieran escandalizar a otros, y luego usemos alguna frase popular como: «bueno, no hay que ser tan estrictos, todos tenemos cola que nos pisen!».
Y si, muy probablemente todos tengamos cola que nos pisen y todos de seguro tenemos un pasado del cual no nos sintamos muy orgullosos, pero eso no nos hace iguales al agua de cloaca.
A diferencia del agua de cloaca, nuestro pasado puede ser borrado por el efecto de la sangre de Jesús, en cuestión de segundos y con un arrepentimiento genuino, todo nuestro pasado es borrado y somos purificados, pero lo que nos convierte en algo similar al agua de cloaca es el pecado y las actitudes consentidas y repetitivas, por ejemplo el hablar con maldiciones, muchos podrían pensar que es «cool» el hacerlo y que eso nos hace parte de cierto grupo o que bien no hay otras palabras que realmente puedan expresar lo que sentimos o lo que queremos decir, mas me pongo a pensar, que es lo que sentimos y necesitamos decir como para usar esas palabras?, de que esta lleno nuestro corazón como para tener que usarlas?, no en vano las llamamos «maldiciones» o «malas palabras», y aun así consentimos su uso, esperamos recibir bendición cuando en nuestro diario hablar repartimos maldición, es como si exigiéramos agua purificada cuando nos comportamos como agua de cloaca apestosa.
La cita de hoy me pone a reflexionar, me dice que no es correcto que de la misma boca salga bendición y maldición y que no es correcto, al igual que una gota de agua de cloaca que deja residuos a su paso, la maldición que sale de nuestra boca también lo hace y corremos el peligro que la bendición que querramos hacer salir por ella se contamine por los residuos de lo que previamente pasó por ella, por lo que le quiero hacer una invitación especial en este día, medite en sus palabras, no solo en las maldiciones o malas palabras que pudiera decir, sino en los juicios y comentarios malintencionados que pudieran salir de usted de vez en cuando y note como es que estos dejan residuo en su paso por usted y como es que entre mas habla con palabras de maldición, ese «Dios le bendiga» que acostumbra usar, se vuelve cada vez mas vacío y pierde cada vez mas sentido, que incluso nos pudiera hacer sentir hipócritas en ocasiones, le invito a tener conciencia de sus palabras y disponga su corazón a ser un canal de verdadera bendición para otros, libre de cualquier gota de agua de cloaca que le haga parecer inmundo y eche a perder el resto de usted.