Hace días que he estado reflexionando acerca de los problemas y de como solemos enfrentarlos, de cual es la actitud que tomamos ante ellos y como es que podemos entender el verdadero propósito de Dios de cada situación que vivimos, no solo de las buenas, sino de las que parecieran adversas y en contra de nosotros.

Hace unas semanas me invitaron a predicar en la ciudad donde crecí, Dios me había dado el tema y era precisamente acerca de los problemas y de como los enfrentamos, pero fue precisamente unos minutos antes de comenzar a predicar que Dios le puso la famosa «cereza al pastel», confirmando el tema del cual iba a hablar por medio de la introducción que hizo el Pastor de la Iglesia al presentarme y le quiero compartir aquello que Dios habló a mi corazón ese día.

El Pastor empezó a hablar como los problemas y las dificultades son algo por lo que todos tenemos que pasar y como es que cada una de aquellas cosas nos hacen ser mejores, aunque aparentemente pareciera que nos dañan, de hecho usó una comparativa hacia las uvas que tienen que pasar por el ser «sancochadas» para poder convertirse en vino y como las aceitunas pasan por el mismo proceso para poder convertirse en aceite, al escuchar esto no pude mas que acordarme de Jesús que pasó por un proceso mas cruel que un simple sancochamiento, pasó por el proceso de ser inmolado, es decir, azotado, humillado, despreciado y todo al grado de desangrarse, para que lo mejor de si saliera e hiciera su efecto maravilloso, su sangre.

Al entender esto, me quedó muy claro el porqué la Biblia hace tantas referencias acerca del vino y del aceite, ya que ambas son el resultado de hacer pasar por un proceso difícil a un elemento, para que lo mejor de si salga a flote.

La Biblia nos promete que Dios jamás nos hará pasar por un pruebas más difíciles que las que podamos soportar, pero nunca nos promete que no pasaremos por problemas, por el contrario, nos promete que aquel que esté dispuesto a seguir a Jesús, será perseguido, no solo en lo físico, sino en lo espiritual y precisamente esos problemas y esa aflicción son una manera de que notemos como nuestra naturaleza ha cambiado y como dentro de nosotros ahora hay algo nuevo y algo diferente que solo por medio de un «sancochamiento» podremos ver fluir de nosotros y ver que lo mejor que es El salga de nosotros.

Es aquí donde tengo que hacer una pausa y reflexionar acerca de mi mismo e invitarle a que usted haga lo mismo consigo mismo y piense en que es lo que sucede cuando pasamos por un mal momento?, realmente le hemos dado a Jesús ese lugar especial en el trono de nuestro corazón?, reina El verdaderamente en nosotros y hemos permitido que transforme lo que somos y lo que hacemos?.

Si por alguna razón la respuesta no es afirmativa, no se preocupe, no pasa nada, pero en definitiva es éste el mejor momento para que le de ese lugar especial dentro de usted, y le permita que sea El quien le transforme y quien haga ese cambio auténtico en su vida, y sobre todo, le prepare para ese sancochamiento, que no tiene que ser precisamente en forma de problema o aflicción, pero que en definitiva exprimirá todo lo que es usted hasta que lo mejor de usted salga.

Jesús vino a este mundo a ponernos ejemplo de lo que podíamos hacer y nos invitó a imitarlo, prometiendo que aun cosas mayores haríamos en su nombre, por tanto le invito a que borre de su mente y de su entendimiento que Dios «por algo» hace las cosas, piense que en todo, en absolutamente todo hay un propósito y que no esta en encriptado en un código inaccesible y entendible para solo unos cuantos, por el contrario, que esta al alcance de cualquiera que se atreva a invocar la promesa de Jeremías 33:3 y que se atreva a ser parte de la voluntad de Dios, ya que sin eso, no tiene ningún motivo que descubramos sus secretos.

Si por alguna razón usted nunca ha entregado su vida a Jesús y no dimensiona como es que Dios puede hacer una diferencia en su vida, éste es el mejor momento para hacerlo, es tan sencillo como hacer una pequeña oración en la que se declare hijo de Dios y permita que El sea su Señor y Salvador, aprenda que aunque Jesús a pesar de haber muerto y resucitado por todos nosotros, solo puede hacer efecto en nuestras vidas en el momento que le reconocemos en nuestro corazón y nazcamos de nuevo (espiritualmente) y seamos hechos hijos por adopción.

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *